Un prominente científico cubano ha pedido a sus homólogos de Estados Unidos y Canadá evaluar la evidencia detrás de las afirmaciones de que misteriosos ataques en La Habana provocaron inexplicables lesiones cerebrales a diplomáticos estadounidenses y canadienses.
Luis Velázquez, un neurólogo recientemente nombrado como presidente de la Academia de Ciencias de Cuba, ha solicitado a las academias de ciencias de los dos países norteños una indagación científica conjunta para examinar la evidencia sobre los alegados ataques sónicos.
La acción refleja el creciente sentimiento de frustración en Cuba pues el país es culpado por dañar al personal de una embajada extranjera aun cuando gobiernos y expertos independientes siguen desconcertados acerca de qué forma de ataque pudo haber enfermado a los diplomáticos.
Algunos científicos han cuestionado incluso que los ataques hayan ocurrido y afirman que el amplio rango de síntomas reportados por los empleados de la embajada podrían ser explicados por una serie de condiciones médicas, o incluso generados por factores sicológicos en el entorno de alto estrés en que trabajan.
La indagación que Velázquez ha pedido implicaría que algunos de los más eminentes científicos del mundo analicen detenidamente la evidencia existente con el objetivo de entender mejor qué sucedió a los individuos, si es que realmente sucedió algo. La Academia de Ciencias de Estados Unidos confirmó el acercamiento, pero declinó hacer comentarios.
Estados Unidos recortó el personal de su embajada en La Habana y expulsó a 15 diplomáticos cubanos de Washington el pasado año, luego de que 24 miembros del personal diplomático estadounidense y familiares reportaron malestar consistente en dolores de cabeza, mareos y problemas de visión, audición, sueño y concentración. Muchos dijeron que sus dolencias comenzaron después de escuchar ruidos extraños en una gama que iba desde chirridos y sonidos de cigarras al golpe de una puerta de auto. Funcionarios estadounidenses no identificados afirmaron en reportes periodísticos que los diplomáticos fueron víctimas de “ataques acústicos”, pero una investigación del FBI no halló evidencia de que fueran usadas armas sónicas.
El pasado mes, el gobierno de Canadá dijo que llamaría a casa a las familias de sus diplomáticos en La Habana, donde diez de sus empleados reportaron síntomas similares. Un portavoz del Ministerio de Asuntos Mundiales de Canadá dijo que está en curso una investigación sobre la causa. “No ha habido nuevos incidentes desde inicios del otoño de 2017”, dijo. “No obstante, las familias de diplomáticos que han regresado a Canadá han continuado experimentando síntomas”. La pasada semana, Estados Unidos emitió una alerta de salud a sus ciudadanos en China luego de que un empleado consular reportara síntomas similares a los reportados en Cuba.
Una evaluación de los diplomáticos estadounidenses, comisionada por el gobierno de EE.UU, fue publicada en marzo último, realizada por doctores de la Universidad de Pensilvania. El reporte preliminar en el Journal of the American Medical Association describe un nuevo síndrome que se asemeja a la conmociòn cerebral persistente en personas que no han recibido golpes en la cabeza.
Pero en una carta al editor publicada en el Journal of Neurology, Sergio Della Sala y Robert McIntosh, ambos neurólogos en la Universidad de Edimburgo, afirman que el reporte estadounidense tiene serios fallos.
Della Sala explicó que mucha de la evidencia que los doctores usaron para sugerir un nuevo síndrome similar a la conmociòn cerebral vino de seis diplomáticos, cada uno de los cuales fue sometido a 37 tests cognitivos. Esas pruebas estaban centradas en la atención visual y auditiva, memoria funcional, lenguaje, razonamiento, movimiento y otras habilidades cognitivas.
En su informe, los doctores de Estados Unidos revelaron que los seis miembros del equipo diplomático que pasaron por la batería completa de pruebas tenían discapacidad cerebral o de otro tipo. Sin embargo, Della Sala y McIntosh argumentan que cualquiera que tomara esos tests habría sido clasificado como discapacitado.
Señalan que es una práctica estándar en los tests cognitivos medir el rendimiento de las personas respecto a otras dentro de la población. Con frecuencia, una persona debe quedar en el 5 % más bajo para ser considerada como discapacitada. Pero los doctores de EE.UU fijaron el umbral en el 40 %, lo que significa que por definición cuatro de cada diez que tomaran ese examen serían calificados como “discapacitados”.
Della Sala y McIntosh ejecutaron una simulación que analizó la probabilidad de pasar con éxito los 37 tests cuando el umbral para fallar era tan alto. “Las posibilidades de que alguien pasara sin caer en alguna discapacidad es cero”, dijo Della Sala. “Ejecutamos la simulación mil veces, y nunca sucede que haya ni siquiera un solo individuo que parece normal. Todos acaban clasificados como discapacitados”.
Y añadió: “No niego que puedan haber descubierto un nuevo síndrome, pero el punto es que la evidencia que han dado no es científica. El informe es defectuoso. Incluso si los resultados son preliminares, no se conoce de un umbral que raye en la mitad de la población. No entiendo cómo algún especialista habría mirado los datos y dijera que están bien. No es cosa pequeña. Es un umbral desconocido en la ciencia y en la práctica clínica”.
En su publicación en Journal of Neurology, los científicos de la Universidad de Edimburgo concluyen: “Con los criterios usados, los síntomas neurosicológicos del nuevo síndrome propuesto tienen una preocupante falta de especificidad: todos están afectados”.
Mark Cohen, un profesor de neurología y pionero del escaneo funcional del cerebro, de la Universidad de California, Los Ángeles, dijo que hay insuficiente evidencia para vincular los problemas de salud de los diplomáticos con los sonidos que escucharon. “Estos son síntomas típicos de muchas, muchas causas”, declaró. “Es un salto incauto presumir que la causa estuvo relacionada con los reportes de sonidos escuchados por esos diplomáticos”.
Ni el Departamento de Estado de EE.UU ni representantes de la Universidad de Pensilvania respondieron a solicitudes para comentar.
(Tomado de The Guardian, 29 de mayo de 2018 / Traducción de Cubadebate)