Desde niño el hoy médico Carlos Alberto Santamaría González mostró un particular interés hacia los temas científicos, gusto incentivado en buena medida por sus maestros de la enseñanza primaria.
A sus familiares no le sorprendió entonces que al estar en la secundaria decidiera vincularse a los círculos de interés que sobre disímiles disciplinas existían en el Palacio de Pioneros Ernesto Che Guevara, del capitalino Parque Lenin, apuntándose en el correspondiente a Meteorología.
Según cuenta a Granma, allí existía una pequeña estación con su caseta dotada de diferentes instrumentos, donde cada semana y antes de iniciar las clases que impartía la profesora Giselle Calcagno, hacían observaciones meteorológicas que lo fueron familiarizando con el conocimiento de las diferentes variables atmosféricas, como son la temperatura, velocidad y dirección del viento, y los tipos de nubes.
«Realmente me fui fascinando con todo lo relacionado con el estado del tiempo, incluso empecé a prestarle atención a cuanto ciclón tropical surgía en el área de interés para Cuba, al extremo de recortar y guardar los mapas que se publicaban en la prensa con la localización de los diferentes organismos que representaban una potencial amenaza a nuestro país».
Luego de concluir la enseñanza media superior en el instituto preuniversitario René O. Reiné, de la Víbora, el joven Carlos Alberto decide estudiar Medicina, pero por diversos motivos abandona la carrera sin terminar el primer año.
Tiempo después decide retomarla. Finalmente hace realidad el sueño de volver a matricular Medicina, obteniendo el título de doctor en 1998.
Tras ser ubicado para hacer el servicio social en el batey Sastre, a unos 12 kilómetros del poblado de San Nicolás de Bari, localizado en la hoy provincia de Mayabeque, el estrenado galeno siente un renovado interés hacia la meteorología, pues como bien señala «la azotea del consultorio era un punto privilegiado para mirar las nubes, lluvias, tormentas y otros fenómenos, por tanto decidí reiniciar mis observaciones meteorológicas de antaño con la misma pasión de entonces».
NACIMIENTO DE UNA NUEVA PROFESIÓN
Durante su permanencia en el servicio social, Carlos Santamaría conoce a Eduardo León Arencibia, un aficionado a la meteorología residente en Santiago de las Vegas, quien había ganado el premio del programa televisivo de participación Fin de Semana, en agosto de 1999, en la competencia dedicada a esa temática, amistad que propicia aún más su afinidad por dicha ciencia.
Mientras buscaba una pieza para arreglar el televisor del consultorio, contacta con varios radioaficionados de la localidad y estos lo embullan a vincularse con tan útil profesión.
«Casi puedo decir que de manera fortuita descubrí ese fascinante mundo. Ellos me ayudaron a estudiar electrónica y a adquirir los conocimientos requeridos para poder abrirme camino en esa faena. A finales de 1999 aprobé las pruebas correspondientes y conseguí mi primera licencia en el año 2000 con el indicativo CL3CX, por vivir en la entonces provincia de La Habana», aseveró Santamaría.
Narra que junto a varios compañeros fundaron una especie de mesa redonda radial a la cual denominaron Huracán, dedicada a la preparación en temas de meteorología y de comunicaciones de emergencia. Creó al mismo tiempo otro espacio sobre salud que tituló la Rueda del Behique, ambos con una frecuencia semanal.
En medio de las atenciones simultáneas a la radio, la Medicina y la meteorología, Carlos Alberto entró en contacto con la Red Infomed al tomar de allí muchas de las noticias para médicos y personal de la salud que luego leía para los radioaficionados.
De ese modo empezó su relación con la doctora Mirta Núñez Gudás, jefa de la página web de todo el portal de Infomed, y con el licenciado Pedro Urra, director en ese momento del centro, quienes al involucrarse en el diseño de una nueva versión del popular sitio, le propusieron incluir uno sobre meteorología para estudiantes y trabajadores de la salud, que fuera creado por él.
«Así surgió el 16 de marzo del 2003 el sitio del tiempo en Infomed, que tuvo como natural consecuencia la elaboración de la lista de distribución por correo electrónico. Este comenzó a funcionar diariamente el primero de junio del propio año, coincidiendo con el inicio de la temporada ciclónica», precisó Santamaría.
Los dos se han mantenido funcionando de manera ininterrumpida durante 14 años y en la actualidad la lista tiene ya más de 11 700 suscriptores, enviándose al menos dos mensajes diarios todos los días del año, indicó.
Vale destacar que esta labor la realiza únicamente Carlos Alberto, con la ayuda de algunos pocos colaboradores, en el escaso tiempo libre que le dejan sus variadas ocupaciones, entre ellas la de ser actualmente profesor de la Facultad de Ciencias Médicas Calixto García, cursar la Maestría en Ciencias Meteorológicas y pertenecer a la Junta Directiva de la Sociedad Meteorológica de Cuba (SometCuba).
Calificado de verdadero «hombre orquesta» por algunos de sus amigos allegados, Santamaría posee hoy como radioaficionado el indicativo CO2JC, que identifica la categoría superior en nuestro país y desde el paso del huracán Sandy en octubre del 2012 es el coordinador de la Estación de Emergencia de Radioaficionados del Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil, y el Coordinador de la Red de Emergencia Nacional de la Federación de Radioaficionados de Cuba (FRC).
Fue, asimismo, el fundador de la Estación de Emergencia de Radioaficionados del Instituto de Meteorología en el 2002.
Para él, afirma, constituye un orgullo ser un miembro más de la amplia relación de radioaficionados cubanos, por la vital importancia que dicha labor tiene.
«Formamos una red a lo largo del país que trabaja muy unida y sin reparar en riesgos para garantizar el tráfico de informaciones desde y hacia las zonas más afectadas por un huracán, eventos de lluvias intensas, sismos y otros tipos de contingencias».
Afirma que todavía quedan muchos aspectos por mejorar, entre ellos el poder garantizar la disponibilidad de baterías para que cada radioaficionado logre transmitir sin dificultad cuando falte la energía eléctrica, o poder trabajar algún día con fuentes de energía alternativa, pero lo esencial radica en la disposición colectiva de mantener las comunicaciones más allá de los inconvenientes que puedan presentarse.
Reconoce el apoyo y la comprensión que recibe de la familia, en particular de su esposa, pues siempre ante situaciones de emergencia partimos a ocupar nuestro puesto y no estamos en el hogar, añadió.
Fuente: Por Orfilio Peláez. Granma
Disponible en: http://www.granma.cu/ciencia/2017-10-27/aficiones-de-un-medico-27-10-2017-21-10-17