499 años han quedado atrás desde aquel lejano día de 1519 en que a la sombra de una ceiba, se plantó la primera piedra de esta, la hoy ciudad cosmopolita que envuelve en sensaciones a los visitantes, e inunda de emociones a quienes la habitan.
La Habana está de cumpleaños hoy 16 de noviembre y se prepara desde ya, para su aniversario 500. Este será un año de laboriosa y efervescente fiesta para devolverle ese encanto añejo de mujer enamorada, inspirada poetisa, guerrera incansable contra el tiempo y las malas prácticas.
Esta ciudad cosmopolita recibe con cordialidad, alegría bulliciosa y respeto a quienes la visitan, donde se mezclan como en ningún otro lugar del planeta lo europeo y lo africano, pero también lo asiático, lo hebreo y lo árabe.
Nombrada en un inicio como Villa de San Cristóbal de La Habana, se ubicó primero en un asentamiento inicial en la costa sur de esta región y luego fue trasladada a orillas del Puerto Carenas, su actual enclave. Sorprende a todos por sus valores patrimoniales, su estilo ecléctico que trasciende la arquitectura y se apropia de la música, la literatura, la culinaria, las artes gráficas, el cine y la idiosincracia del habanero.
Abarca 726,75 kilómetros cuadrados y posee 15 municipios de los cuales nueve son totalmente urbanos; de ellos 4,5 kilómetros cuadrados abarcan la parte histórica y más añeja de la ciudad.
Ha visto invasiones, injusticias sociales, asesinatos, despojos, tormentas y huracanes…. Pero también ha visto nacer y crecer obreros, científicos, patriotas, gente noble que a bordo de la Revolución del 59 y con la guía de sus mártires ajusta las velas hacia un futuro mejor.
Con el propósito de preparar a nuestra ciudad para su aniversario 500 se desarrolla un programa integral de recuperación bajo la orientación el Gobierno de la provincia y la máxima dirección del país. Pero no se concibe un desarrollo socioeconómico palpable, sin el mejoramiento integral de todos los sectores: el rescate de edificaciones emblemáticas debe ir acompañado también de calles más limpias, servicios de mayor calidad y mejor abastecidos.
Por tal motivo se diseñaron proyectos para el perfeccionamiento de las esferas alimentaria, deportiva, hidráulica, de la salud, la educación, la cultura, el transporte público, los viales, comunales, comercio y gastronomía. También, relacionados con el alojamiento, la vivienda, la producción local de materiales de la construcción, la recreación, la informatización, las comunicaciones, el medioambiente y el patrimonio, hasta sumar 24 programas priorizados.
Ejemplo de acciones concebidas son las inversiones para aumentar la capacidad productiva en las fábricas de confituras, refrescos, helado, yogur y queso; la recepción por Comunales de equipos para la recogida y el procesamiento de desechos sólidos; el plan de viales, con mejoras en la mezcla asfáltica, equipos y una brigada de bacheo. Asimismo, la ampliación de los espacios verdes de la ciudad, para el esparcimiento sano de todos, en especial niños, adolescentes, jóvenes y personas de la tercera edad.
Contribuyamos pues, desde cada familia, desde cada puesto de trabajo, a hacer de esta nuestra Habana, la de todos los cubanos, la ciudad maravilla del Caribe.
«El 5 de febrero de 1851 una novelista sueca describía sus impresiones al arribar al puerto de La Habana y en días y meses posteriores relataría sus experiencias en su territorio y en otros de la isla de Cuba.
Su sensibilidad captaba las olas que se levantaban y rompían furiosamente contra el saliente cabo donde la fortaleza de El Morro se levanta con sus muros y torres y defiende la angosta entrada al puerto.
Allí se extendía la gran ciudad de La Habana, a lo largo de la costa, a la derecha según se entra al puerto, con casas bajas de todos los colores: azules, amarillas, verdes, anaranjadas, como un enorme depósito de cristales abigarrados y objetos de porcelana en una tienda de regalos; y ningún humo, ni la menor columna de humo daba indicios de la atmósfera de una ciudad. Grupos de palmeras se elevaban entre las casas. Entre las colinas verdes que se veían alrededor del puerto había grupos de casas de campo, y bosquecillos de cocoteros y otros árboles del tipo de las palmeras; y sobre todo esto se extendía el cielo más claro y suave. El agua del puerto parecía clara como el cristal. Entre los objetos que llamaron la atención de la ilustre extranjera se destacaban la fortaleza donde estaban encerrados los prisioneros, otra prisión y…la horca. Pero las bellas palmeras ondulantes y las verdes colinas, encantaron su vista.
Botecitos medio cubiertos, movidos a remos por hombres, rodeaban el barco, para llevar a los pasajeros a tierra.
Incursionaba en la plaza de Armas, donde el gobernador, el intendente y el almirante, los tres grandes dignatarios de la isla, tenían sus palacios, los cuales ocupaban tres lados de la plaza. El cuarto lado lo constituía un cercado plantado de árboles, y detrás un busto de Colón y una capilla. Describe en detalles a la plaza y señala la existencia de gran cantidad de bancos de mármol blanco, en los cuales se sientan las personas a la sombra de las palmeras. También en su recorrido estuvo en una terraza alta o explanada, llamada “la Cortina de Valdés”, construida a lo largo del puerto en el lado opuesto al Morro.
En las noches es posible contemplar la luz del Morro, o sea la del faro del Morro, que se extiende y brilla como una estrella deslumbrante, fija con luz clarísima sobre el mar y la ciudad. Además, la visitante es prolija en señalar personajes de los estratos de la sociedad habanera y apuntar detalles sobre algunas de las costumbres de entonces. Una descripción especial versa sobre su asistencia a misa en la catedral, en que se funden todos los elementos humanos, físicos y de culto del entorno eclesiástico. Resalta las múltiples relaciones sociales con residentes extranjeros de distintas nacionalidades, que acogieron con calidez a la novelista y pintora sueca.» [Wilkie Delgado Correa. Rebelión]
«La Habana, es real porque existe y maravillosa por las características de su gente, la arquitectura, la historia…es la ciudad de la música, la poesía, los círculos de pensamiento, la Plaza de la Revolución, esa que se convirtió en el espacio de una multitud donde clamamos nuestras victorias y pusimos rodilla en tierra para llorar por los muertos de Barbados y por el Che, la de sus hijos gloriosos y lugares históricos… Esta es la ciudad de los maestros, de los que fueron a alfabetizar, de la milicia gloriosa que defendió el país, de la literatura y de la arquitectura narrada por Alejo Carpentier. Luchemos por ella, aceptemos ese desafío». [Palabras de Dr. Eusebio Leal Spengler, historiador de La Habana durante la presentación de la campaña por los 500 años de la ciudad]
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