Compañero Miguel Díaz Canel-Bermúdez, Presidente de la República de Cuba, demás miembros de la presidencia.
Distinguidos representantes del Cuerpo Diplomático acreditado en nuestro país que nos honran con su presencia.
Invitados aquí presentes.
Queridos profesores y estudiantes.
Compañeras y compañeros:
Hay en la historia reciente de Centroamérica hechos que no se olvidarán.
Transcurrían los últimos meses del año 1998, en los que la muerte y la destrucción imperaban en varios países centroamericanos y del Caribe, tras los devastadores efectos de los huracanes George y Mitch por esa región, que cobraron un saldo de más de 11 mil vidas.
Pero podemos decir, que esta catástrofe dio a luz una esperanza.
Esa triste y conmovedora realidad, motivó al Líder histórico de la Revolución Cubana, Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, a gestar dos programas de Salud de gran concepción humanista para mitigar el dolor de estos pueblos hermanos, como expresión cimera del principio solidario que ha caracterizado a la Revolución Cubana.
Uno de ellos, el Programa Integral de Salud, con el envío de forma gratuita de brigadas médicas para garantizar atención de primer orden a todos los necesitados.
Pero la idea de Fidel iba más lejos que enviar profesionales de la salud a Centroamérica, propuso comenzar la formación de médicos de estos países en Cuba, creando así, esta Escuela Latinoamericana de Medicina, para la formación de recursos humanos de Centro América, el Caribe, resto de Latinoamérica, África y otras regiones del mundo, con el objetivo de fomentar servicios de salud, principalmente para los más pobres y desposeídos.
Por esta razón, en menos de tres meses se realizaba la remodelación de la Escuela Naval Granma, como un gesto altruista de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias para esta misión, la cual recibía en febrero de 1999 los primeros estudiantes, con vista a iniciar un curso introductorio, y siete meses después el primero de la carrera de Medicina, con una matrícula de mil 929 estudiantes de 19 países.
Tuvo su inauguración oficial el 15 de noviembre de ese propio año, en el marco de la IX Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, con la participación de numerosos presidentes y jefes de delegaciones de dichas naciones.
En ocasión de la primera graduación de este gran proyecto, nuestro invicto Comandante en Jefe les expresaba:
"Lo más importante habrá de ser su consagración total al más noble y humano de los oficios: salvar vidas y preservar la salud. Más que médicos, serán celosos guardianes de lo más preciado del ser humano; apóstoles y creadores de un mundo más humano".
Es el principio que ha regido el trabajo de esta trascendente y colosal obra hasta nuestros días, en que celebramos jubilosos el XX Aniversario de su creación con este acto.
Estimados invitados:
Cuando en el año 2014 el entonces secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, visitó la Escuela Latinoamericana de Medicina expresó: "He podido apreciar en comunidades diversas, muchas olvidadas, un factor común: los médicos cubanos o formados en Cuba, que están allí ayudando a salvar vidas".
Así decía el alto funcionario, quien elogiaba además los aportes del sistema de salud cubano a la salud universal y a la cooperación Sur-Sur y aseguraba que Cuba ofrecía "una nueva visión del mundo de generosidad y solidaridad: todos somos uno, humanos y hermanos. La salud tiene que dejar de ser privilegio de unos pocos para convertirse en derecho de muchos".
Hoy estamos aquí, en esta institución que el propio Ban Ki Moon calificara como "la escuela médica más avanzada del mundo", y que al cumplir este próximo 15 de noviembre dos décadas de fundada por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, ha probado con creces no solo ser un proyecto visionario, nacido para mejorar la calidad de vida de los que nacían y morían sin haber tenido la oportunidad de contar con la atención de un médico en cualquier rincón del planeta, sino un símbolo en materia de colaboración en salud entre Cuba y cientos de naciones del orbe.
¿Cómo es que casi 30 000 jóvenes de más de 100 países terminaron en Cuba para estudiar Medicina y ahora están transformando sus comunidades? ¿Cómo puede un país pequeño y pobre, además bloqueado, hacer algo así sin esperar nada a cambio?
Estas pueden ser las preguntas de muchos, y la respuesta está aquí, en la Escuela Latinoamericana de Medicina-ELAM, y en una larga historia de cooperación médica de la Mayor de las Antillas con el mundo.
La respuesta está en que los médicos cubanos son los primeros en llegar y los últimos en retirarse, en la vocación humanista de nuestro proyecto revolucionario, en las enseñanzas del médico guerrillero Ernesto Che Guevara, de Fidel y de Raúl, en la concepción martiana de la nación cubana.
Desde que abrió sus puertas, esta escuela se convirtió en la casa que extendió los brazos a miles de jóvenes pobres y sin recursos, que pudieron hacer realidad su sueño de convertirse en excelentes profesionales de la salud, no solo competentes, sino también preparados científicamente, que tuviesen en su formación, como esencia, al hombre, y que respondiesen a los intereses de las grandes poblaciones; condición indispensable para lograr una cobertura universal de salud.
Así ha sido en estos veinte años, en que más que una institución docente, la ELAM ha sido un lugar donde se cultivan el respeto y el amor a la humanidad, y cientos de jóvenes de culturas, procedencias, fe e idiosincrasia diversas, encuentran un proyecto común.
Lo único que se les exige a los jóvenes que vienen a la ELAM es que no olviden. No ya a Cuba, sino de dónde vienen. De ese barrio humilde, marginado. Lo único que se les pide es que devuelvan lo aprendido.
El propósito de esta escuela desde un principio no fue otro que el de formar médicos orientados hacia el trabajo de la atención primaria de salud, como escenario fundamental de su actuación profesional. También prioriza que tengan acceso a una elevada preparación científica, humanista, ética y solidaria, para que sean capaces de actuar en su entorno, satisfacer las necesidades de salud de sus pueblos y contribuir al desarrollo humano sostenible.
No nos han defraudado. Algunos de los médicos salidos de estas aulas han llegado a ser ministros de salud de sus países, y el denominador común en todos ha sido el elevado desempeño en el cumplimiento de su labor.
Carissa Etienne, directora de la Organización Panamericana de la Salud, durante la visita que realizara a la ELAM, junto al Director General de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, como parte de la agenda de la Convención Internacional Cuba-Salud 2018, expresó: "La ELAM es un ejemplo de cómo empoderar a los países para que no dependan de la ayuda externa que en ese momento Cuba y otras naciones tuvieron que desplegar para atender los estragos del terrible huracán Mitch, que golpeó tan duramente Centroamérica".
En palabras de la directora de OPS, la ELAM es reconocida mundialmente por formar ese tipo de recursos humanos para la salud que necesitamos en todos los países, para avanzar hacia la salud universal. "Una universidad que se compromete con el desarrollo social, con el desarrollo sostenible de los pueblos dándole oportunidades a quienes en general quedan excluidos de las escuelas de medicina que, en muchos casos, se concentran en las élites de nuestros países", afirmó.
Así ha sido, sobran las historias inspiradoras tejidas en las manos de estas muchachas y muchachos, que no dudaron, por ejemplo, en acudir a Haití cuando el devastador terremoto del año 2010 sacudió esta tierra y desató una epidemia de cólera. Más de 300 egresados de la ELAM fueron por sus propios medios y se incorporaron junto a la brigada Henry Reeve de médicos cubanos a ayudar al pueblo haitiano. La semilla había crecido.
Estimados invitados:
Además de la formación de recursos humanos en el exterior y en Cuba, son muchos más los ejemplos de lo que en el campo de la salud nuestro país ha representado para otros pueblos, desde la ayuda que en 1960 brindara a Chile, luego de un fuerte terremoto que causó grandes daños, pérdidas materiales y humanas en ese hermano país; el nacimiento de la Colaboración Médica cubana en 1963 en la República de Argelia, hasta su extensión a países de África, América, Medio Oriente y Asia.
En estos 55 años de colaboración médica internacional, sobresalen además, el surgimiento en el año 2003 del Programa “Barrio Adentro” en la República Bolivariana de Venezuela, con la participación de más de 147 mil colaboradores, y la "Operación Milagro", en el año 2004, la que ha devuelto o mejorado la visión a más de 3 millones de pacientes de 35 países de América Latina, el Caribe y África.
Pero, un momento distintivo en la larga y fecunda historia de la solidaridad y el internacionalismo médico cubano tuvo lugar en el año 2005, cuando luego del paso del huracán Katrina Fidel creara y nos dejara, como alivio al dolor, la esperanza que reparte un contingente especializado en situaciones de desastres y graves epidemias: el Contingente Internacional Henry Reeve”, que ha cumplido riesgosas misiones de ayuda sanitaria y humanitaria con 28 Brigadas en 21 países.
Todas han sido importantes, pero quizás por su envergadura, por lo que significaba encarar una enfermedad mortal y fácilmente propagable, destaca entre todas estas misiones la participación de Cuba en el combate a la epidemia de Ébola en Sierra Leona, Guinea Conakry y Liberia, con la presencia de 256 profesionales de la Salud que partieron a luchar contra la muerte. Vale apuntar que más de 17 mil manifestaron su disposición a partir hacia África Occidental.
La hoja de la colaboración médica cubana en salud es mucho más extensa: sobresalen en esas líneas el impacto social fruto de programas como el de atención a personas víctimas del desastre nuclear de Chernóbil, con más de 26 mil pacientes tratados, en su mayoría niños; el Estudio Genético y Psicosocial que evaluó a más de un millón 200 mil personas con discapacidades, en seis países de la región miembros del Alba, y más recientemente, el Programa "Más Médicos para Brasil", un claro ejemplo de colaboración "Sur-Sur" que permitió asegurar el acceso a servicios de salud a más 60 millones de personas, de los cuales 45 millones fueron cubiertos por los más de 19 mil colaboradores cubanos que participaron en este proyecto.
Ellos llegaron a municipalidades de alta vulnerabilidad socioeconómica y de difícil acceso, y a más de una treintena de distritos indígenas del Amazonas, donde nunca antes había llegado un médico.
Cuba, en estas casi seis décadas de iniciada la cooperación, ha estado presente en 164 países con más de 400 mil profesionales, los que han realizado mil 900 millones de consultas, 13 millones 777 mil intervenciones quirúrgicas, y en nuestras universidades hemos graduado 36 mil 962 profesionales de 149 países, lo que ha generado un amplio reconocimiento internacional de gobiernos, organizaciones y organismos internacionales, pero sobre todo, de las poblaciones a las que hemos brindado ayuda.
Lo extraordinario para muchos es que Cuba continúe proporcionando salud y educación a su pueblo, y compartiendo lo que tiene con el resto del mundo, aun bajo las limitaciones del férreo bloqueo económico, comercial y financiero que por casi 60 años nos han impuesto los diferentes gobiernos de los Estados Unidos de Norteamérica, y cuyos costos materiales en el sistema de salud cubano superan la exorbitante cifra de dos mil 900 millones de dólares.
Una política hostil que entorpece la adquisición de tecnologías, materias primas, reactivos, medios de diagnóstico, equipos y piezas de repuesto, así como medicamentos para el tratamiento de enfermedades graves, como el cáncer.
A pesar de ello, la prioridad dada por el Estado al desarrollo de la Salud nos ha permitido contar con 101 mil 619 médicos, una proporción de nueve por cada mil habitantes, la más alta del mundo. Hoy se encuentran en aulas alrededor de 100 000 estudiantes de las diferentes carreras de las Ciencias Médicas, y no nos detendremos.
En resultados, Cuba exhibe por más de 10 años consecutivos una tasa de mortalidad infantil por debajo de 5 por cada 1000 nacidos vivos, el 99% de los partos institucionales, la eliminación de 14 enfermedades infecciosas, seis de ellas por el Programa de Inmunización con 11 vacunas, de las cuales 8 son de producción nacional. Fue eliminada la transmisión vertical madre-hijo del VIH/Sida, primer país en alcanzar este importante resultado y que ha ratificado los años sucesivos. Nuestra nación mantiene una expectativa de vida de 78,45 años, indicadores comparables con los países más desarrollados de mundo
Estimados invitados:
Intentar criminalizar nuestra cooperación médica, un ataque constante del Gobierno de los Estados Unidos que busca denigrar el trabajo altruista que por casi seis décadas han protagonizado cientos de miles de hombres y mujeres, es inaceptable.
Como dijera el Presidente de la República de Cuba Miguel Díaz Canel-Bermúdez, en la Clausura del Encuentro Antimperialista de Solidaridad por la Democracia y contra el Neoliberalismo, el pasado 3 de noviembre:
"Tratan de desacreditar un esfuerzo noble y solidario, que el mundo entero reconoce y que junto a la ELAM y la Brigada Henry Reeve contra catástrofes naturales, constituyen la expresión más genuina y exitosa de la Cooperación entre países en vías de desarrollo".
Es un guión preconcebido, donde no sorprende para nada que estimular la deserción de los galenos sea el trasfondo de su postura, en un contexto donde la fuerza de trabajo calificada es la principal potencialidad de la Mayor de las Antillas, y donde los médicos cubanos o los formados en Cuba de otros países, promueven una imagen positiva del país, al tiempo que se desarrollan formas de cooperación sur-sur. No nos perdonan que demostremos en la práctica que es posible otro modelo de salud, de relaciones y que garantizar salud a los pueblos no depende tanto de recursos materiales, sino de voluntad y compromiso político.
Puede el Gobierno de los Estados Unidos aferrarse a tratar de destruir los gobiernos y movimientos progresistas del mundo y de la región, puede recrudecer el bloqueo y, aun así, la colaboración cubana se va a mantener. Cuba continuará ofreciendo sus experiencias, recursos humanos especializados y mantendrá a disposición sus universidades médicas para la formación de profesionales y técnicos en el campo de la salud, así como los productos de la industria médico farmacéutica y biotecnológica para incidir en el alcance de la cobertura sanitaria universal.
Antes de finalizar mis palabras, deseo transmitirles una calurosa felicitación y un profundo reconocimiento en nombre de nuestro Partido, el Gobierno y el Ministerio de Salud Pública, a los directivos, claustro profesoral y trabajadores en general, de este gran centro de altos estudios, que con su tenaz labor han cumplido el solemne compromiso de formar como médicos a miles de jóvenes, de los lugares más pobres de todos los continentes y ratificarles nuestra convicción de que continuarán cumpliendo con éxito esta noble, humana y hermosa misión.
A todos los graduados y a los estudiantes, que hoy cursan sus estudios de pre y post grado en este proyecto, los exhortamos a continuar esforzándose cada día para alcanzar sus propósitos, a ser fieles a los principios que entrañan esta noble y sacrificada profesión. Que el espíritu de solidaridad sea tan profundo en ustedes, que no se borre nunca. Estén siempre orgullosos de esta escuela, la Escuela Latinoamericana de Medicina, por la contribución realizada a su formación en verdaderos profesionales de la salud.
Decía José Martí, nuestro Héroe Nacional: "Haga hombres, quien quiera hacer pueblos".
Bajo esa premisa del Apóstol, formar médicos de bien, desde la solidaridad, que en Cuba es sentimiento de nación, es otra manera de hacer crecer los pueblos del mundo.
No tenemos dudas que aquí, frente al mar que rodea la Escuela Latinoamericana de Medicina, de punta a punta, podrán alcanzar sus sueños de hacerse médicos muchos más jóvenes del mundo.
Hasta la victoria siempre
Muchas gracias.