La vigilancia genómica, dirigida a estudiar las características del SARS CoV-2 circulante, se desarrolla en Cuba desde inicios de la epidemia y hasta el momento se han identificado en el país 11 variantes genéticas, cinco de ellas registradas a escala mundial.
Hoy la comunidad científica internacional reconoce que algunas variantes se asocian a una mayor transmisión de la enfermedad, destacándose las identificadas en Sudáfrica, Reino Unido y California, en Estados Unidos.
Aunque estas se han identificado en Cuba y pueden estar incidiendo en el incremento en la transmisión observado en las últimas semanas, no son las únicas responsables de la alta incidencia de casos que se reporta en el país, sino que fundamentalmente está ocasionada por el incumplimiento de las medidas sanitarias, aseguró la doctora María Guadalupe Guzmán Tirado, jefa del Centro de Investigación, Diagnóstico y Referencia del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK).
Explicó que si bien el 22 de enero de este año se anunció la presencia de la variante genética notificada en Sudáfrica, en un viajero asintomático, no existió transmisión hacia sus contactos.
Sin embargo, en los últimos días, a partir del análisis de secuencia aplicado a visitantes extranjeros, a fallecidos por COVID-19 y en poblaciones donde se registran brotes de transmisión autóctona, se identificó que en la nación sigue predominando la variante D614G, la cual sustituyó, en 2020, a la cepa original de Wuhan a nivel mundial.
No obstante, en estos momentos otras variantes también circulan predominando en orden de frecuencia las identificadas en Sudáfrica y California, seguidas por siete variantes más, incluyendo la notificada en Reino Unido y la original de Wuhan.
La también presidenta de la Sociedad Cubana de Microbiología y Parasitología, insistió en que la situación epidemiológica en el municipio matancero de Jagüey Grande está en estudio. Hasta el momento en las muestras analizadas solo se ha encontrado la variante genética notificada en Sudáfrica.
Reiteró que el uso del nasobuco y el cumplimiento de las medidas higiénicas y de distanciamiento siguen siendo hasta hoy la principal barrera de contención para el virus, independientemente de las variantes que circulen.
La vigilancia genómica se lleva a cabo por un equipo de científicos de varias instituciones, organizado por el MINSAP y coordinado por el IPK, al que pertenecen los laboratorios de diagnóstico molecular del país, centros provinciales de Higiene y Epidemiología, la Universidad de las Ciencias Informáticas y las facultades de Matemática y Computación y de Biología de la Universidad de La Habana.
También forman parte el Instituto Finlay de Vacunas, los centros de Inmunología Molecular, de Ingeniería Genética y Biotecnología y de Investigaciones Científicas de la Defensa Civil.
La Doctora en Ciencia Lissette Pérez Santos, licenciada en microbiología y miembro del equipo de trabajo, detalló que en estos meses de 2021 se han analizado mediante estudios de secuenciación más de 400 muestras, los cuales requieren de reactivos costosos y de un tiempo más prolongado para obtener los resultados.
Los investigadores a nivel mundial han reportado más de 840 mil secuencias del SARS-CoV-2 desde el inicio de la pandemia, lo que ha permitido identificar cuánto ha cambiado en el tiempo, algo que es natural en la evolución de los virus.
La COVID-19 se descubrió hace poco más de un año, y aunque se ha trabajado intensamente en su conocimiento, todavía es un tiempo muy breve para que desde la ciencia se comprenda a cabalidad su comportamiento.
Las especialistas insistieron que, de acuerdo a la capacidad de transmisión y patogenicidad de las variantes, la Organización Mundial de la Salud clasificó de preocupación las notificadas en Sudáfrica y Reino Unido, y de interés en salud pública las dos de California.
En el IPK también se trabaja en el aislamiento de las variantes virales, lo que permitirá conocer mejor sus características, así como la respuesta inmune de enfermos y vacunados.