Payasos Terapéuticos: el arte para sanar

La nariz roja los delata y el festejo no se hace esperar. ¡Ahí vienen los payasos! Esta vez no a dar una función en un circo o un auditorio, esta vez su escenario es una sala de hospital y centros de salud donde aguardan niños, adultos y ancianos, pacientes todos, para también sanarse a través del arte y el juego.

Se les conoce como payasos terapéuticos. Son médicos, rehabilitadores, psicólogos, artistas y otros profesionales o personas con vocación que a lo largo del país ofrecen voluntariamente su talento para generar relaciones de complicidad y afecto con personas en estado de vulnerabilidad, a fin de contribuir con su recuperación, mejorar su estado de ánimo y calidad de vida.

Es un personaje muy noble que no está entrenado para ser el protagonista, sino para empoderar al otro, ponerse a su disposición de acuerdo a sus capacidades y situaciones, explica Aniet Venereo Pérez Castro, una economista de profesión que ya para todos es la payasita Celeste y también parte de los instructores que preparan a aquellos que comienzan en esta labor.

Lo primero que hace el payaso terapéutico al entrar a la sala de hospital es mirar a la persona directamente a los ojos y pedirle permiso para interactuar. Por ello, antes de desarrollar la parte artística, las técnicas, su primer entrenamiento está dirigido a aprender a hacer contacto visual.

Intentamos que se busquen primero a sí mismos y encuentren en su propia historia personal hechos de ridículo para deconstruir que el ridículo es algo temerario que va a pasar, indica; al contrario, es algo divertido, porque el payaso todo el tiempo está en ridículo.

La primera vez, el primer acercamiento, es comenzar cultivar esa relación personaje y paciente. “A veces nos encontramos con niños que tienen miedo. Es muy interesante porque se trata de no imponernos –comenta la artista–, si es una sala donde hay otros niños, entonces jugamos con los demás y cuando este niño que tiene miedo, ve cómo jugamos con los otros, poco a poco se va relajando y viendo que no hay ningún peligro y que de lo que se trata es de diversión, entonces poquito a poco va cediendo”.

También está el caso –añade– de instituciones que visitamos periódicamente y entonces cuando entra un niño nuevo los demás le van diciendo que el miércoles es el día de payasos, por ejemplo. Así, cuando llegamos, ya ellos nos esperan y es mucho más fácil.

Pero no solo los pequeños se benefician con este tipo de terapia. Las narices rojas llevan su arte igualmente a hogares de ancianos, hospitales psiquiátricos, centros psicopedagógicos, institutos y hospitales para adultos con enfermedades crónicas. Aunque el absurdo y el juego están presentes en todas las interacciones, tienen algunos cambios.

Pérez Castro, quien además coordina este proyecto a nivel nacional, manifiesta que, en el caso de los adultos mayores, lo ideal para contactar mejor es que el payaso conozca cómo era la realidad de esas personas cuando eran jóvenes, qué música se escuchaba en su época. Se trata conectar desde el recuerdo, la evocación de un tiempo en el que fueron muy felices.

Apunta que con las personas con padecimientos psiquiátricos usan música que conozcan y mucho juego, promoviendo actividades bien tranquilas, de mucho afecto, mientras con que aquellas con discapacidades severas trabajamos explotando las posibilidades que tienen.

“Ellos se divierten mucho, es visible lo bien que la están pasando. Es impresionante la manera en que se pueden expresar las emociones, aún cuando tu cuerpo no responde, no está en capacidad de moverse, pero entre los ojos y la boca puedes ver cuando una persona está disfrutando y está en comunión, en contacto”, afirma la payasita Celeste.

Desde 2013 en Cuba se han entrenado como payasos terapéuticos más de 200 personas de 11 provincias, con experiencias de trabajo en al menos 1 de las instituciones que conforman el Sistema Nacional de Salud. Esta iniciativa de formación surgió a raíz de la visita un año antes de Joan Barrington, directora de Therapeutic Clowns International, para impartir un primer taller al equipo de instructores de La Colmenita.

Ya conocidos como el Grupo de Payasos Terapéuticos de Cuba, celebran por estos días su Congreso, Arte y Salud 2018, con muchas experiencias para intercambiar, nuevas ideas y el ansia de continuar preparándose, en esta ocasión a través de 12 talleres de superación profesional, 11 de los cuales serán impartidos por profesores extranjeros.

Estos artistas comparten el sueño de que en el futuro los hospitales sean un centro cultural – sanitario en el que, a la par de tratamientos y atención médica, los pacientes tengan posibilidad de estar en contacto con el arte, de crear, de seguir adelante con sus sueños.

Mientras tanto, siguen trabajando y poniendo lo mejor de sí para que en cada centro asistencial, “haya un equipito de personas que se ocupen de la parte sana, de mantener los deseos de vivir, de reír, de jugar”.

Por: Lic. Yeni Ortega Betancourt. Centro Virtual de Convenciones de Salud

 

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