Todos y cada uno de los niños tienen derecho a la salud, la educación y la protección, y todas las sociedades salen ganando si fomentan que los niños y niñas tengan una oportunidad en sus vidas.
Sin embargo, en todo el mundo, millones de niños no pueden disfrutar de una oportunidad justa debido únicamente al país, el género o las circunstancias en que han nacido.
El Estado Mundial de la Infancia 2016 sostiene que el progreso para los niños más desfavorecidos no sólo es un imperativo moral, sino también estratégico. La decisión que tienen que tomar las partes interesadas es clara: invertir en un progreso acelerado para los niños que han quedado atrás, o enfrentarse a las consecuencias de un mundo mucho más dividido en 2030.
En el momento en que se pone en marcha un nuevo programa para el desarrollo, el informe concluye con un conjunto de recomendaciones para contribuir a marcar el rumbo hacia un mundo más equitativo.