El médico y la enfermera de la familia: un modelo de atención imprescindible

Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda

Entre las transformaciones estratégicas que se desarrollan en el Ministerio de Salud Pública, está la revitalización del programa de atención del médico y el enfermero de la familia, que este 4 de enero cumplió 31 años de creado. Con ese objetivo se incrementaron los consultorios de 5 537 a más de 11 400, así como se expandieron los grupos básicos de salud a 823, que son los especialistas que visitan estos lugares imprescindibles de la atención primaria.

A partir de esta estrategia se han alcanzado una serie de resultados, entre los que resaltan: la sostenibilidad en este 2014 de la mejor tasa de mortalidad infantil de la historia del país, 4,2 por cada mil nacidos vivos. Otros indicadores que son frutos de las transformaciones son que sigue creciendo la expectativa de vida, que es de 77,9 años, se ha disminuido la mortalidad por enfermedades infecciosas y la prevalencia por VIH/sida.

Entre los desafíos del sector se mantiene profundizar en la reorganización de los servicios, en el uso eficiente de los recursos y en la regionalización asistida, que consiste en la capacidad que debe tener el sistema para asistir al paciente sin que tenga que mediar ningún elemento externo para que esté bien atendido.

Y específicamente en el programa de atención del médico y la enfermera de la familia, se precisa que en los 451 policlínicos y consultorios con que cuenta el país, se resuelvan entre el 70 y el 80 por ciento de los problemas que se pueden presentar en la atención primaria de salud.

El país cuenta además con 40 mil de especialistas en medicina general integral, de los cuales más de 2 mil son extranjeros formados en nuestros centros. Al tiempo que más de 8 500 médicos están haciendo la residencia.

La doctora Nidia Márquez comentó en la Mesa Redonda que, para este programa, la comunidad sigue siendo lo más importante, como ocurrió en aquellos días fundacionales de enero del 84, cuando Fidel inspiró a los primeros diez médicos y enfermeros a que hicieran este tipo de atención en la barriada de Lawton.

Destacó además que las misiones de nuestros médicos en el exterior no hubiera sido igual de exitosas si no tuviéramos la experiencia en este proyecto, que ha favorecido el trabajo con las embarazadas, los adolescentes y niños, y la población adulta.

“Esta es una propuesta de trabajo que te permite, a partir de la caracterización de la familia y de tu comunidad, emprender acciones de salud. Igualmente las interconsultas con los especialistas en los policlínicos han permitido que los indicadores de salud sean tan favorables”.

La doctora Rosa María Báez estuvo entre las fundadoras de este programa. De aquellos días recuerda que “tuvimos el privilegio de protagonizar una revolución en el sistema de salud de nuestro pueblo”, al tiempo que precisa que el legado de la atención primaria en Cuba, comienza con el discurso de La historia me absolverá.

“Desde el triunfo de la Revolución el sistema de la salud se fue centrando en los lugares más necesitados: primero fue la medicina rural, luego la general integral, y después la comunitaria”, sostuvo.

Como parte de este programa, se habilitan consultorios médicos en escuelas, círculos infantiles, centros laborales y de asistencia social. Y con la perspectiva de poder contar con los profesionales necesarios para dar cobertura a la población con este nuevo tipo de asistencia médica, se perfeccionó el plan de estudios en el pregrado y se diseñó la residencia en Medicina General Integral.

La doctora Martha Beatriz Díaz también atesora hermosos recuerdos en esta experiencia profesional: “Me gradué en el año 91 en el Calixto García, y después hice mi servicio social en una comunidad de Santiago de Cuba. Era una población de 1 040 habitantes, y para mi fue de mucha satisfacción lograr una mortalidad infantil y materna en cero. Allí estuve dos años, y luego regresamos a La Habana. Fuimos ubicados en el policlínico Héroes del Moncada y ahí he trabajado durante 23 años, con la confianza en que podemos resolver problemas de salud en un 80 por ciento.

“Entre mis orgullos está también que mi población confía en mi criterio diagnóstico. Es muy reconfortante cuando llega un paciente mío y me dice: qué bueno que estás tú. No obstante, tengo insatisfacciones, porque queremos que nuestra población se incorpore a la lucha antivectorial con más protagonismo, y porque deseamos que esa población envejecida llegue con una calidad de vida excelente”.

La experiencia acumulada por la doctora Irania Benedico no es muy diferente. “Mi formación comenzó en 1982. Hice mi servicio social en la provincia de Guantánamo y uno de los mayores retos fue modificar el estilo de vida de la población con hábitos más saludables. Y hace como seis años fui promovida como directora del policlínico 5 de septiembre, en Playa. Allí cuento con una estructura de 22 consultorios y dos grupos básicos de trabajo”.

Precisó que es el policlínico quien centra la actividad rectora y conduce al paciente por el sistema de salud. “Y a ese nivel contamos con los servicios de urgencia, los medios diagnóstico y la sala de rehabilitación, lo que nos permite tener una atención de excelencia, que no depende además de una persona o dos, sino del trabajo de todo un colectivo”.

El médico y enfermera de la familia sustenta su actuación profesional en el análisis de la situación de salud comunitaria y la dispensarización aplicando el enfoque familiar. Con ello se rescata la atención médica al ser humano en su amplia dimensión como ser biopsicosocial, considerando la influencia del ambiente sobre su salud. También la higiene y la epidemiología se integran aún más al nivel primario y se consolida un modelo de atención con un enfoque clínico-epidemiológico y social.

El médico de la familia se concentra no solo en la demanda de los pacientes, sino también en sus necesidades de salud y en las acciones de educación para la salud al nivel comunitario. Estos cambios también tienen su repercusión en los niveles de atención secundaria y terciaria, los cuales, con el paso de los años, ven reducirse el número de pacientes que afluyen a cuerpos de guardia y dentro de ellos la frecuencia con que llegan con formas graves de muchas enfermedades.

La medicina cubana en lo esencial no se proyecta a la curación de enfermedades sino a su prevención, mediante sus dos pilares: la medicina comunitaria y la medicina familiar, que conforman la atención primaria de la salud y que consiste en un conjunto de procederes y servicios de promoción, prevención, curación y rehabilitación, así como la protección de grupos poblacionales específicos y el abordaje de problemas de salud con tecnologías apropiadas de este nivel de atención, dirigido al individuo, la familia, la comunidad y el medio.

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