Correcto uso de la terminología médica, ABC de la buena comunicación

 
 

"Las palabras se rechazan y opacan entre sí cuando están mal colocadas; y, al contrario, refulgen con un brillo inédito, como repentinos carbunclos, cuando ocupan el lugar adecuado". Recurro a esta frase del escritor, crítico literario y articulista español Juan Manuel de Prada (31 de enero de 1970) para introducir el tema de esta entrevista. Un trabajo que, a propósito de celebrarse el 23 de abril el Día del Idioma Español, aborda varios puntos interesantes sobre el buen uso de la lengua y la redacción de textos científicos, académicos o periodísticos dentro del campo de las ciencias médicas.  

El Día Mundial del Idioma Español se celebra cada 23 de abril en honor al novelista, poeta y dramaturgo español Miguel de Cervantes Saavedra, quien murió ese día del año 1616. También el 23 de abril, fallecieron el dramaturgo y poeta inglés William Shakespeare (1564-1616) y el escritor e historiador peruano apodado Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616), y nació el escritor de origen ruso Vladimir Nabokov (1899-1977). La efeméride se celebra de forma oficial desde 1702.

El idioma español se extiende hoy por todo el planeta. Es la segunda lengua más importante en todo el mundo y la tercera más hablada con 400 millones de hablantes nativos. Por tanto, es deber de todos los hispanohablantes cuidar la lengua y garantizar el correcto uso de cada vocablo de nuestro castellano.   

Del idioma y la Medicina

¿Puede ser ambigua la información que brinda el médico sobre el estado de salud de los pacientes? ¿Puede darse el lujo el médico de tener el menor desliz en la explicación científica de lo que está diciendo? Según expresa Rodolfo Alpízar Castillo, licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas por la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, traductor, terminólogo y escritor, y ganador del premio “Aurora Boreal” que otorga la Federación Internacional de Traductores (FIT), “es responsabilidad total del médico el empleo de un vocabulario exquisito y técnico que exprese la mínima cantidad posible de ambigüedad con el fin de que la información especializada o no especializada, sobre un determinado estudio o estado de salud, sea entendida por el gran público”.

“Hay que tener en cuenta que los médicos son hablantes como cualquier otro profesional, y por tanto su expresión va a depender en gran medida de la buena o mala educación idiomática que hayan recibido como parte de la población general”, puntualizó el licenciado.

Responsabilidad individual 

-Licenciado Alpízar, a su juicio, ¿en qué radica el hecho de que en ocasiones encontremos a profesionales de las ciencias médicas y a otros, como periodistas de temas de salud, por ejemplo, haciendo un mal uso de la terminología médica, sobre todo en la redacción de textos especializados?

-“Considero que si en el país hay problemas con el idioma, su enseñanza y su uso -y sabemos que los hay- es lógico que el médico u otro profesional llegue a su carrera con esa deficiencia. Las facultades no son para resolver esos problemas, supuestamente es el interés personal de cada uno, su responsabilidad y su profesionalismo, lo que lo lleva a decidir si va a seguir hablando con las deficiencias que arrastra de su formación como ciudadano o va a ser una persona con conciencia de su encargo social a la hora de transmitir información, a veces al público especializado y a veces al público no especializado. Si el sujeto es consciente de ese compromiso que tiene con la sociedad, y consigo mismo, puede resolver el problema fijándose en el ejemplo de los buenos”.

“Tanto en Cuba como en el extranjero ha habido excelentes escritores médicos, Carlos J. Finlay y Tomás Romay son dos ejemplos, si nos remontamos tiempo atrás. El escribir mal no es una carga que lleve la profesión encima de sí, es irresponsabilidad, falta de profesionalidad y de seriedad con el trabajo”, agregó.  

Ejemplos que deforman y desinforman.

“Hemos visto casos en los que la señora va con su niño al médico de la familia y ha habido médicos que han usado la palabra “ingesta” para referirse al estado del niño. En cualquier diccionario médico “ingesta” no es nada más que la cantidad de comida que se ingiere e “ingestión” el acto de introducir sólidos y líquidos en las vías digestivas por la boca. ¿Ese niño no tendrá un trastorno de las funciones digestivas que sobreviene súbitamente motivado por diversas causas?  Entonces lo que el paciente tiene se llama indigestión”, fundamentó Alpízar.

“Quiero detenerme en algunas notas informativas y trabajos que he leído en la prensa y he escuchado por los medios masivos de comunicación. Hay ejemplos en los que se habla de siglas sin haber explicado antes de qué se trata. Es una norma aclarar las siglas, o sea, presentarlas antes de usarlas. Cuando en un texto nos encontraos la sigla IPK, es porque anteriormente ya había sido referido que se trata del Instituto de Medicina Tropical “Pedro Kourí”, nadie a está obligado a saber el significado de esas letras. Hay palabras como SIDA, por ejemplo, que se han lexicalizado y por tanto han dejado de ser siglas para convertirse en un vocablo más. Salvo esos poquitos casos uno tiene siempre que presentar la sigla”. 

 “Yo he visto en las notas que se han emitido en la prensa oficial sobre el zika, la sigla PCR. Nadie ha explicado qué cosa es, qué significa “se informa por el laboratorio que el PCR en tiempo real resulta positivo”. ¿Qué quiere decir eso? Quizás es algo muy sencillo, pero como está escrito en un lenguaje muy técnico, la mayoría de las personas se queda sin entender la información que se les está ofreciendo”. 

“Es posible que para los especialistas de los laboratorios no haya duda al respecto, pero ese no es el lenguaje óptimo para que el lector o la gran audiencia entienda”, subrayó Alpízar Castillo

“Por otra parte, encontramos en esas mismas notas la palabra “rash” para referirse a la erupción, el vocablo “sintomatología” para nombrar los síntomas que presenta el paciente, “patología” para referirse a enfermedad. O sea, que son solo pequeños ejemplos de malos usos del idioma español en textos sobre medicina. Son visibles. Por lo cual, como dije al inicio, creo que es responsabilidad de cada cual hacer un buen empleo de los vocablos para que llegue y sea entendida la información especializada”.   

Consejos necesarios

“Creo oportuno señalar que no es lo mismo una publicación periódica que un texto científico. De manera que se vuelve necesario, sobre todo en la prensa, aclarar el vocabulario tan críptico que en ocasiones se usa. Cuando se escriben artículos especializados se cuenta con un nivel léxico superior, un vocabulario escogido que es el exacto, que no induce a errores, el que trata de eliminar la ambigüedad al máximo; de ahí que caer en vicios y deslices depende solo del profesional encargado de emitir una información clara y certera a la gran masa”, finalizó.

Por: Lic. Jorge Noel Marqués, Centro Virtual de Convenciones de Salud, CNICM/Infomed.

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