Hoy, domingo 13 de diciembre 2020 cumpliría 77 años nuestro inolvidable doctor Rodolfo Sotolongo García, hijo del eminente profesor de Parasitología, doctor Federico Sotolongo Guerra, uno de los fundadores del Instituto de Medicina Tropical y de su Revista y primer médico que ingresó en el Partido Comunista fundado por Mella y Baliño en 1925.
Graduado de doctor en medicina en la Universidad de La Habana, en 1967, de inmediato fue a cumplir el Servicio Médico Social Rural en Las Villas, asumiendo distintas responsabilidades: Director del Dispensario Rural de Charcas, en Abreus; Director del Hospital Rural de Crucecitas, en El Escambray y Director del Área de Salud de Rodas, en el Regional Cienfuegos. Durante ese tiempo fue responsable de los Servicios Médicos de la Defensa Civil en los tres municipios.
En 1970 inició sus estudios como residente en la especialidad de Medicina Interna, en la Sala Landeta del Hospital Universitario “General Calixto García”, continuándolos en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) en el propio hospital. En octubre de 1973 se examinó, recibiendo el título de especialista en Medicina Interna y en los primeros meses del año siguiente fue nombrado Sub-Jefe de los Servicios de la Unidad de Cuidados Intensivos. Ese año ingresó como miembro de la Sociedad Cubana de Medicina Interna.
En diciembre de 1975 fue designado por la dirección del hospital como Jefe del Departamento de Urgencias y al año siguiente ingresó en la Sección de Cuidados Intensivos de la Sociedad Cubana de Medicina Interna.
En 1977 se trasladó a su querida sala Landeta, como responsable de un Grupo Básico de Trabajo (GBT) y fue categorizado como Instructor de Medicina Interna en la entonces Facultad Número Uno. De ahí partió a cumplir misión internacionalista en la república de Jamaica, donde permaneció hasta 1979. A su regreso se incorporó a trabajar en la Sala "San Martín" como responsable de un Grupo Básico de Trabajo.
Desde 1979 fue Responsable de los Alumnos Ayudantes de Medicina Interna. En 1980 es designado por la dirección del hospital como Presidente de la Comisión de Peritaje en el Policlínico Asclepios, cesando en esa responsabilidad en octubre de ese mismo año al salir a cumplir misión internacionalista en Argelia, durante dos meses, por un terremoto.
A principios de diciembre de 1980 fue designado Jefe de Servicio del Cuerpo de Guardia, cargo que desempeñó hasta julio de 1981. En enero de 1982 fue designado por la Facultad de Medicina para prestar colaboración docente en el Hospital Provincial de Las Tunas, labor que realizó hasta abril, y en julio de ese mismo año 1982 fue nombrado médico colaborador de la Clínica de Seguridad del Estado, participando en el aseguramiento médico brindado por la Clínica en distintas actividades nacionales e internacionales.
En diciembre de 1982 fue nombrado Jefe de Servicios de la Unidad de Terapia Intensiva (UTI) del Hospital Universitario “General Calixto García” hasta septiembre de 1985, en que fue designado Jefe de la Sala Clínica Altos y Jefe del Servicio de Medicina del hospital.
En el año 1983 fue electo Secretario de la Sección de Cuidados Intensivos de la Sociedad Cubana de Medicina Interna y, en consecuencia, Vice-Presidente de esta última. Al año siguiente alcanza el II Grado como especialista de Medicina Interna y es promovido a la categoría docente de Asistente.
En octubre de 1985 fue nombrado Jefe de la Sala Clínica Altos y Segundo Jefe del Servicio de Medicina Interna del Hospital “General Calixto García”. En 1986 es designado responsable del Internado de Medicina y en 1989 nombrado Jefe del Departamento de Clínicas de la Facultad.
En 1989 promovió a la categoría docente de Profesor Auxiliar y fue designado Decano de la Facultad de Ciencias Médicas “General Calixto García”, responsabilidad que asumió, con gran dedicación y entrega, hasta 1993 en que regresó a su querido Hospital “General Calixto García” como Jefe de la Sala Clínica Altos y Segundo Jefe del Servicio de Medicina Interna.
Su insaciable ansia de aprender siempre le hizo participar en numerosos cursos de posgrado, fundamentalmente de medicina intensiva, electrocardiografía, terapéutica cardiovascular, medicina intensiva del adulto mayor, urgencias, así como también de metodología de la investigación cualitativa, pedagogía, gestión en salud y gestión educativa.
Martiano por convicción no se conformó con aumentar su saber, sino que de inmediato se dispuso a compartirlo con los demás, impartiendo numerosos cursos posgrado para médicos y enfermeras que laboraban en medicina interna y, muy especialmente, para quienes se desempeñaban en el área de medicina intensiva.
Fue Asesor y Tutor de más de veinte tesis de la especialidad, de médicos y enfermeras, dedicando especial atención a las tesis sobre sistema de urgencias, status asmático, cateterización del sistema venoso central, insuficiencia cardíaca, insuficiencia respiratoria, accidentes, anemia megaloblástica en el curso de una cirrosis hepática, hepatitis viral, intoxicaciones exógenas y anestesia por enfermeras.
Durante su vida profesional participó en diversas Jornadas Científicas, al nivel de Hospital, Facultad y del antiguo Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana (ISCM-H), Congresos del centenario Hospital Universitario “General Calixto García”, Talleres y Congresos Nacionales, en los que presentó trabajos científicos.
También publicó artículos en varias revistas científicas de las ciencias de la salud, así como en las tres ediciones de las Normas Asistenciales de Cuidados Intensivos y en el Tomo I de Generalidades de Cuidados Intensivos para el Curso Post-básico de enfermería.
Por su activa participación en actividades profesionales, docentes, sociales y políticas recibió diversos reconocimientos, entre ellos destacan: Medalla Manuel Fajardo; Medalla Trabajador Internacionalista; Distinción por la Educación Cubana y Medalla José Tey.
La autora de esta semblanza, quien compartió con Rodolfo actividades asistenciales, docentes y políticas, desde la época de estudiantes, siempre le admiró por su inteligencia, su vocación por la medicina, su sentido de responsabilidad, su laboriosidad y su permanente disposición para ayudar al otro, ya fuera el paciente, su familiar, un colega, otro profesional de salud, un trabajador de la sala donde prestaba servicios o de otra dependencia de su querido hospital.
Hoy somos muchos quienes recordamos a este ejemplar compañero y amigo y su fiel familia: Isora, su novia de juventud, compañera entrañable de ideales, que se convirtió en su amada esposa y madre de sus hijos: Anisora, Rodolfito y Tania.
Sin lugar a dudas, sus hijos y nietos tienen el deber de conservar los mejores valores morales de Rodolfo, pues estos constituyen la mejor herencia que él les legara. Y sus compañeros y amigos estamos obligados a seguir su ejemplo y no dejar nunca de ser solidarios entre nosotros, pues los compañeros de ideales y amigos fieles constituimos la segunda familia que debemos mantener siempre unida, especialmente en los momentos difíciles, tal y como nos enseñó Rodolfo.
POR: María del Carmen Amaro Cano (*)
Profesora Consultante Salud Pública FCM “General Calixto García”
Vice-Presidenta Sociedad Cubana Historia de la Medicina
Vice-Presidenta Comisión Nacional Ética Médica