Las palabras brote y rebrote, por un lado, y ola y oleada, por otro, se emplean a menudo de forma indistinta, pero encierran matices que conviene tener en cuenta para una redacción más exacta.
Brote es un término más amplio, mientras que rebrote es más preciso, pues implica que ya se ha controlado y eliminado algún brote anterior. En la situación actual, es válido afirmar que vuelve a haber brotes en una localidad o que hay rebrotes o nuevos brotes en las últimas semanas.
En suma, allá donde es adecuado emplear rebrote también lo es optar por brote, pero si se alude a un primer brote no es apropiado utilizar rebrote.
Por otra parte, en las noticias sobre los nuevos casos de covid-19, se emplean indistintamente los sustantivos ola y oleada. En este sentido, cabe indicar que, aunque el término oleada es adecuado y no es preciso siquiera ponerlo entre comillas, resulta preferible optar por ola.
En efecto, la Real Academia Nacional de Medicina considera que en epidemiología es la voz ola (que puede considerarse sinónima de fase) la que empezó a utilizarse por su parecido con el movimiento característico de subida y bajada de las olas del mar. Con este sustantivo se hace referencia a un número creciente de personas infectadas por una enfermedad, que alcanza un máximo para, a continuación, descender más lentamente.
Puede decirse, en definitiva, que todos los países afectados han sufrido una primera ola de coronavirus y que algunos de los que se venían recuperando y habían alcanzado la llamada nueva normalidad se están enfrentando ahora a nuevos brotes y se preparan para segundas y terceras olas.