El Dr. Francisco Rojas Ochoa fue un intelectual pleno, poseedor de una sensibilidad artística realmente formidable. Sus aportes más notables trascendieron el marco de la ciencia. Desde muy temprano, comprendió la importancia de cuidar la calidad del dato primario como pilar de las estadísticas de salud; defendió infatigablemente los principios de la Salud Pública Cubana, se sumó al combate decidido contra la pseudociencia, cultivó la demografía, las técnicas de dirección administrativa y, sobre todo, la ética médica.
Desplegó una valiosa contribución a la Historia de la Medicina y la Salud Pública. No tuvo formación estadística, pero sí un poderoso sentido común que le permitía apropiarse de los resultados de esta disciplina, para cuya interpretación práctica demostraba gran destreza. Durante toda su vida publicó decenas de artículos científicos y numerosos libros. La etapa más fructífera la desarrolló en el marco de diversas instituciones académicas, entre ellas, nuestra actual Escuela Nacional de Salud Pública. Su última publicación, considerada entre las más destacadas, fue Actor y Testigo, constituye un verdadero testamento intelectual.