La región de América Latina y el Caribe atraviesa un momento de gran complejidad en el que, a la vez, se enfrenta al desafío de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y dar cumplimiento al compromiso de erradicar el hambre y la extrema pobreza a través de la transformación de los sistemas alimentarios, políticos y sociales.
Los esfuerzos por convertir la agricultura en una actividad cada vez más sustentable y resiliente al cambio climático se enfrentan, además, al contexto de la pandemia de COVID-19 y al impacto que ha tenido esta sobre la salud, la economía y el bienestar social.
Todos estos desafíos demandan soluciones conjuntas entre los actores clave en cada país, y entre países.
Cada dos años se celebra la Conferencia Regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), evento que reúne a los gobiernos de sus 33 Estados Miembros en América Latina y el Caribe y que se enfoca en dar respuesta precisamente a los principales desafíos regionales en cuestiones de alimentación y la agricultura.
Este año la fecha habitual fue aplazada a causa de la COVID-19 y se celebró entre el 19 y el 21 de octubre en Nicaragua, contando con una asistencia sin precedentes, de más de 540 participantes y cerca de 30 000 personas la siguieron a través de plataformas digitales.
El 36º período de sesiones de la Conferencia finalizó con el acuerdo de los Miembros de la FAO de aunar esfuerzos para combatir la enfermedad por el nuevo coronavirus (COVID-19) y aplicar enfoques innovadores para promover sistemas agroalimentarios sostenibles mediante la innovación, las tecnologías digitales, asociaciones y mejoras en los datos, en especial las dirigidas a potenciar las cadenas de valor alimentarias, apoyar a los pequeños agricultores y a las comunidades más vulnerables.
Varios países de América Latina y el Caribe insistieron en que las políticas y los programas destinados a promover las soluciones digitales deberían estar dirigidos especialmente a los pequeños y medianos agricultores familiares, salvando las brechas entre la población rural y la urbana, y aprovechando su potencial para lograr un desarrollo inclusivo y sostenible.
Los participantes concordaron en que, durante la pandemia de la COVID-19, es fundamental fortalecer las asociaciones, el multilateralismo y la solidaridad internacional.
En este sentido, los países acogieron con agrado el amplio Programa de la FAO de respuesta y recuperación de la COVID-19 y solicitaron el apoyo del organismo de las Naciones Unidas para el diseño, la aplicación y la evaluación de políticas y programas públicos, los que a opinión colectiva, deberían centrarse en la creación de empleos, la inclusión social y productiva, una alimentación saludable para toda la población, la alimentación escolar, el acceso al agua para la producción y el consumo, y el aumento de la productividad.
Finalmente, los países respaldaron la Iniciativa Mano de la mano que promueve mecanismos de cooperación entre los países, y moviliza recursos de instituciones financieras y el sector privado en aras de reducir las brechas de desarrollo que afectan a los territorios rurales rezagados de la región.
La Iniciativa se apoya en instrumentos de avanzada – la Plataforma geoespacial Mano de la mano y el Laboratorio de datos para la innovación estadística – para la recopilación y el análisis de datos para la toma de decisiones y la evaluación de las repercusiones.
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