El número mundial de muertes de menores de cinco años alcanzó el nivel más bajo registrado al disminuir de los 12,5 millones de 1990 a 5,2 millones en 2019, según las nuevas estimaciones de mortalidad publicadas por UNICEF, la Organización Mundial de la Salud (OMS), la División de Población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas y el Grupo Banco Mundial.
Sin embargo, los estudios de UNICEF y la OMS revelan que, desde entonces, la pandemia de COVID-19 ha ocasionado importantes interrupciones en los servicios de salud que podrían echar por tierra décadas de avances conseguidos con mucho esfuerzo.
A lo largo de los últimos 30 años, los servicios de salud destinados a prevenir o tratar las causas de las muertes infantiles (como los partos prematuros, la insuficiencia ponderal al nacer, las complicaciones durante el parto, la sepsis neonatal, la neumonía, la diarrea y la malaria), así como las vacunas, han sido decisivos para salvar la vida de millones de niños.
Sin embargo, muchos servicios de salud infantil y materna, como los reconocimientos médicos, las vacunas y la atención prenatal y posnatal, han sido interrumpidos en todo el mundo debido a la limitación de los recursos y a la aprensión general a la hora de hacer uso de los servicios de salud por miedo a contagiarse con la COVID-19.
Un estudio llevado a cabo por UNICEF en 77 países a lo largo del verano reveló que en casi un 68 % de los países se notificó al menos alguna interrupción en los reconocimientos médicos de los niños y en los servicios de inmunización. Además, en un 63 % de los países se registraron interrupciones en los exámenes prenatales, un porcentaje que se situó en el 59 % en el caso de la atención posnatal.
Por otra parte, un estudio reciente de la OMS basado en las respuestas de 105 países reveló que en un 52 % de los países se notificaron alteraciones en los servicios de la salud para los niños que padecían una enfermedad y un 51 % en los servicios de tratamiento de la malnutrición.
El hecho de que en la actualidad haya más niños que sobreviven a su quinto año de vida que nunca antes en la historia es una verdadera demostración de lo que se puede conseguir cuando priorizamos la salud y el bienestar en nuestros planes de respuesta”, aseguró el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS. “Ahora no podemos permitir que la pandemia de COVID-19 eche por tierra los importantes avances logrados en favor de nuestros niños y las generaciones futuras. De hecho, es el momento de poner en práctica lo que sabemos que funciona para salvar vidas y seguir invirtiendo en unos sistemas de salud más fuertes y resilientes”.
Sobre la base de las respuestas de los países que participaron en los estudios de UNICEF y la OMS, algunas de las razones más citadas para explicar las interrupciones en los servicios de salud fueron la reticencia de los progenitores a la hora de visitar los centros de salud por el miedo a contagiarse; las restricciones a los transportes; la suspensión o el cierre de servicios y establecimientos; la reducción de las plantillas de trabajadores de la salud por haber sido reubicados o por el temor a contagiarse ante la falta de equipos de protección personal como mascarillas y guantes; así como el aumento de las dificultades financieras. Afganistán, Bolivia, Camerún, Libia, Madagascar, Pakistán, la República Centroafricana, Sudán y Yemen son algunos de los países más afectados.
En siete de esos nueve países se registraron índices de mortalidad infantil de más de 50 muertes por cada 1.000 nacidos vivos menores de cinco años en 2019. En Afganistán, donde uno de cada 17 niños murió antes de cumplir cinco años en 2019, el Ministerio de Salud informó de una importante reducción en las visitas a los centros de salud. Debido al miedo a contagiarse con el virus de la COVID-19, las familias están restándole prioridad a la atención prenatal y posnatal, lo cual aumenta el riesgo al que se enfrentan las mujeres embarazadas y los bebés recién nacidos.