En las Américas, tres de cada diez personas, o casi 325 millones, corren un mayor riesgo de enfermar gravemente por COVID-19 debido a sus condiciones de salud subyacentes, afirmó la Directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carissa F. Etienne.
Ciertas enfermedades crónicas subyacentes, como la diabetes, la enfermedad renal y la hipertensión, así como enfermedades infecciosas como la tuberculosis o aquellas que causan inmunosupresión, colocan a las personas en mayor riesgo de padecer una forma de COVID-19 más grave.
Para ayudar a abordar la situación, la OPS ha desarrollado un nuevo modelo de datos en asociación con la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, que proporciona una imagen más precisa de la prevalencia de las condiciones de salud en las Américas.
Una situación preocupante
"Lo que vemos es preocupante", señaló Etienne. "Estamos hablando de 186 millones de personas en América Latina y el Caribe", y en los Estados Unidos, Canadá y México, una de cada tres personas corre un mayor riesgo de COVID-19 grave.
En las Américas, hay 43 millones de personas en alto riesgo, lo que significa que podrían requerir hospitalización debido a sus condiciones de salud subyacentes. Y dentro de este grupo, los hombres tienen el doble de probabilidades que las mujeres de estar en alto riesgo de desarrollar COVID-19 grave", sostuvo.
Las personas mayores de 65 años corren un mayor riesgo de contraer enfermedades más graves, ya que la probabilidad de desarrollar múltiples condiciones de salud aumenta con la edad. "Pero los adultos en edad laboral no son inmunes, ya que muchos de ellos viven con una o más condiciones de salud subyacentes. La diabetes y la enfermedad renal crónica, en particular, son especialmente frecuentes entre las poblaciones adultas", indicó la Directora de la OPS.
Estrategias para proteger a las personas con comorbilidades
La nueva herramienta desarrollada con la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres ayudará a los países con datos específicos "a adaptar sus respuestas a la COVID-19 y proteger mejor a las poblaciones vulnerables de las enfermedades crónicas que amenazan su salud", dijo Etienne.
Las estrategias para proteger a las personas con condiciones subyacentes, que van desde el autoaislamiento con asistencia, hasta la prestación de recursos y sistemas de apoyo adecuados, pueden ayudar a los países a reducir las muertes entre los grupos vulnerables, aplanar la curva y preservar la capacidad de los servicios de salud, añadió.
"Con el aumento de los pacientes con COVID-19, muchos sistemas de salud carecen del personal, el espacio y los suministros para ofrecer adecuadamente la atención de rutina. Esos cambios han retrasado los tratamientos para pacientes con cáncer y la diálisis para aquellos con enfermedad renal crónica. Las personas con diabetes se están quedando sin insulina, y los pacientes con VIH tienen que preocuparse por continuar su tratamiento", manifestó.
Con la nueva herramienta, los países pueden adaptar su respuesta para proteger a los grupos de riesgo vulnerables e implementar programas innovadores para ayudar a las personas a gestionar de forma segura y coherente sus condiciones. Esto incluye el aumento de las capacidades de telemedicina y el establecimiento de puntos de apoyo nuevos para la atención, lo que permite que las personas con enfermedades crónicas sean vistas por un profesional de la salud lejos de pacientes sospechosos de COVID-19.