Cada 29 de octubre se celebra el Día Mundial del Ictus, término usado para referirse al accidente cerebrovascular, definido como un grupo de afecciones caracterizadas por una pérdida súbita y sin convulsiones de la función neurológica debido a isquemia encefálica o hemorragia intracraneal.
El accidente cerebrovascular se clasifica según el tipo de necrosis tisular, localización anatómica, vasculatura afectada, etiología, edad del individuo afectado y naturaleza hemorrágica o no hemorrágica. Al menos 13.000 personas al año sufren la enfermedad que deja graves secuelas motoras e intelectuales.
El Ictus es la segunda causa de muerte y discapacidad entre las personas mayores de 60 años de edad, la quinta entre personas de 15 a 59 años y en la última década ha aumentado en 43 % su incidencia en personas en edades comprendidas entre 25 y 49 años.
El síntoma más común es la pérdida súbita, generalmente unilateral, de fuerza muscular en los brazos, piernas o cara. Otros síntomas consisten en: aparición súbita unilateral de entumecimiento en la cara, piernas o brazos; confusión, dificultad para hablar o comprender lo que se dice; problemas visuales en uno o ambos ojos; dificultad para caminar, mareos, pérdida de equilibrio o coordinación; dolor de cabeza intenso de causa desconocida y debilidad o pérdida de conciencia.
Las factores de riesgo más importantes son una dieta no saludable, la inactividad física, el consumo de tabaco y el consumo nocivo del alcohol.
Las acciones preventivas incluyen hábitos de vida saludables tales como realizar ejercicios físicos acordes a la edad de la persona, mejorar la calidad de vida, disfrutar de actividades al aire libre y el chequeo médico preventivo.
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