Un 26 en tiempo presente

 
"Porque la lucha no ha concluido, siempre es 26. Nos rodea un mundo más complejo que nunca antes. Los imperios tradicionales se subordinan al imperio mayor, que abandona las fórmulas diplomáticas acuñadas a lo largo de siglos de negociaciones para emplear un lenguaje prepotente y anular muchos de los principios que modelaron la democracia burguesa en su breve paso por la historia.

Seguimos en 26 porque tenemos que afrontar serias dificultades económicas, porque el imperio no renunciará a su viejo propósito de dominarnos por esa vía, a la vez que manipula las conciencias, perturba el rigor de periodistas e, incluso, de analistas bien informados, al convertir la política en espectáculo y alentar así la indiferencia ante los problemas que atañen al bien público.

Estamos en 26 porque, ahora como entonces, tal y como lo pensaron Martí, Fidel y el Che, la batalla económica está aparejada a una batalla política con el uso de las telecomunicaciones, los medios tradicionales y el contacto directo con las bases, tal y como lo propone el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel. No es meta de un día. Requiere romper las rutinas de los informes complacientes y centrar la mirada en análisis críticos y autocríticos (…)

En la coyuntura actual, de rápidas transformaciones tecnológicas y consecuente obsolescencia de nuestras instalaciones, nuestro recurso mayor reside en la formación adquirida por los cubanos, a pesar de las lesiones sufridas por la situación económica.

No me gusta emplear el término de excelencia, tan de moda en el modelaje universitario del Primer Mundo. Prefiero referirme a la recuperación del rigor indispensable para superar deficiencias, a partir del reconocimiento de nuestras debilidades actuales. Precisa rescatar saberes acumulados por quienes, marginados de la vía activa en razón de su edad, acumulan experiencia y conocimiento. A todos ellos se puede apelar en caso de necesidad.

Y digo al joven, remedando a Mariana Grajales: "empínate", eleva a la máxima potencia tu talento en la ciencia, en la cultura, en la enseñanza, en la práctica de los más diversos oficios. Hazlo con responsabilidad plena, corriendo riesgos, abriendo tu propio espacio con el apoyo de los más avezados sin reclamar arropamiento y sobreprotección. Porque siempre es 26.

De esa manera, desde tu quehacer específico, romperás los cotos cerrados y podrás pensar en términos de país, como lo reclama Díaz-Canel. Porque, en última instancia, la batalla actual se libra, en gran medida, en términos de pensamiento. A esa tarea ineludible, distante en apariencia del utilitarismo inmediato, debemos entregar tiempo y esfuerzo para revisar, entre otras muchas cosas, la vigencia de un socialismo latinoamericano forjado en el ámbito de nuestras particularidades, las de un Sur cada vez más amenazado por un Norte invasivo en lo económico y en el campo de las ideas.

Recuperemos esa tradición, sin olvidar el papel decisivo de Fidel y el Che, sin mutilarlos con citas fragmentarias y descontextualizadas. Celebremos el receso que nos regala la conmemoración del 26 sin dejar caer nuestras neuronas en sueño profundo".

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