Por: Por Lourdes Pichs Rodríguez
Estas líneas son de las que nunca hubiera querido escribir. No puede ser fácil si hasta hace muy poco con sus hazañas cotidianas podrían llenarse cuartillas sin que él se lo propusiera. Su estilo de trabajo en favor de sus pacientes y el hospital Vladimir Ilich Lenin, al que le consagró miles de horas en sus más de 30 años de médico, así lo atestiguan.
El martes 25 de junio, en horas de la tarde, el doctor Pedro Fernández Sarabia, extraordinario profesional de las Ciencias Médicas de Holguín y Cuba nos dijo adiós. Por ironías de la vida falleció a causa de una enfermedad por la cual no tuvo descanso, porque siempre andaba en la búsqueda de una nueva terapia, equipo, investigación o técnica intervencionista que pudiera ponerse en favor de los pacientes.
Que Holguín tuviera un Centro Oncológico Territorial fue su empeño mayor. Después de lograrlo quiso concebirlo como fuera mejor para servir a los enfermos y que los especialistas, enfermeras, técnicos y demás personal tuvieran las condiciones óptimas para desarrollar su labor. Por eso no había día en que no recorriera la obra en ejecución en ese momento, para que nada quedara a medias.
Hasta los días finales de abril estuvo generando ideas, haciendo y defendiendo proyectos sin pensar en un bien personal o en su salud. Sus consultas de mama eran interminables y las mujeres esperaban las horas que fuera necesario para ser atendidas por él, porque sabían de la alta certeza de su diagnóstico.
También sus días en el quirófano no tenían horas de terminación. Era extraño que a alguien le dijera "no puedo atenderte", y así con su característico hablar rápido y la leve sonrisa en los labios le infundía confianza a la paciente y a la familia.
Su bata blanca se distinguía entre pasillos y consultas, buscado por aquí y llamado por allá, porque sus conocimientos eran reconocidos por todos; sin embargo, nunca se vanaglorió de ello: su mayor orgullo fueron sus dos hijos, que le siguieron los pasos, y su fiel colega desde la universidad y compañera de la vida.
Sus últimos proyectos y a los que se consagró fueron preparar el Centro Oncológico para lograr la Acreditación del Grupo de Oncología por el Comité Nacional de la Junta de Acreditación del Ministerio de Educación Superior de Cuba y oeganizar el Taller Gerencial de Ensayos Clínicos del Centro de Inmunología Molecular, cuyos participantes visitaran el hospital.
Hoy nos despedimos de Pedro, como solía llamarlo, con un hasta siempre, porque con el sentir de muchos, sé que desde donde estés amigo, doctor, seguirás sirviendo y guiando a los que te conocieron y admiraron.