Antibióticos vs bacterias: una lucha que no podemos perder

El descubrimiento de los antibióticos a inicios del pasado siglo supuso una revolución para la medicina. Por primera vez el mundo dispuso de tratamientos efectivos para combatir infecciones como la fiebre tifoidea, la neumonía, la tuberculosis y la sífilis, responsables de la muerte de millones de seres humanos. Estos antimicrobianos siguen siendo la principal arma contra numerosas enfermedades, pero su uso desmedido les ha colocado en desventaja y han perdido eficacia frente a las bacterias.

La denominada resistencia bacteriana a los antibióticos es actualmente un grave problema de salud mundial. Estos patógenos han sido capaces de evadir el efecto bacteriostático de los fármacos y han desarrollado nuevos mecanismos para sobrevivir. La medicina se queda con pocas opciones -en algunos casos ninguna- para tratar infecciones bacterianas. Entonces, ¿se nos acaba la era de los antibióticos?

“Estamos en una era de crisis antibiótica y realmente vamos en camino a una post antibiótica si no actuamos como debemos, en base a lo que están dictaminando los organismos internacionales”, advierte la Dra.C. Dianelys Quiñones Pérez, responsable del Laboratorio Nacional para la Vigilancia de la Resistencia Antimicrobiana en Patógenos Nosocomiales, en el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK).

Hay muy pocos antibióticos hoy en día para las bacterias multidrogo-resistentes, aquellas que han creado mecanismos para sobrevivir a varios de los fármacos disponibles. Como consecuencia, están muriendo personas, señala la especialista en segundo grado en Microbiología, y no todos los países tienen acceso a los antibióticos de última generación porque son muy costosos, pero además, tampoco serán la solución, porque a medida que se sigan usando, las bacterias crearán nuevos mecanismos para evadirlos y adaptarse.

Esta resistencia es parte de la evolución de los microorganismos en su capacidad de supervivencia. Muchos de ellos la tienen de forma natural, intrínseca a varias familias, y se trasmite a la descendencia, lo que les permite tener ventajas competitivas con respecto a otras cepas. Sin embargo, otras bacterias adquieren resistencia a los antibióticos por intercambio de genes de resistencia a través de la transferencia horizontal (diseminación horizontal).

Esta última es la más alarmante porque está poniendo en peligro la efectividad de los antibacterianos en el mundo, fundamentalmente en el ámbito hospitalario, al afectar a familias de antimicrobianos claves en el manejo de las infecciones graves como las sepsis, entre otras. Prácticamente nos estamos quedando sin arsenal terapéutico para el control de las infecciones, subraya la experta.

Actualmente preocupa la resistencia transferible a las fluorquinolonas por la mayoría de las bacterias, sobre todo las gramnegativas, y a los betalactámicos, como las cefalosporinas, penicilinas y monolactámicos, por un mecanismo denominado betalactamasas de espectro extendido, enzimas producidas por los microorganismos capaces de hidrolizar estos fármacos. Los carbapenémicos fueron en este grupo la principal opción, la última línea de defensa frente a los patógenos, subraya Quiñones Pérez, pero desde el incremento de su uso en la década del 90, muy pronto comenzó a elevarse la resistencia a esta familia de antimicrobianos.

Entre la lista número uno de prioridades de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para emprender acciones de perfeccionamiento de vigilancia microbiológica y desarrollar nuevos antibióticos, basados en su mortalidad y escasas o nulas opciones de tratamiento, están el Acinetobacter baumannii y la Pseudomonas aeruginosa, resistentes a  los  carbapenémicos; Escherichia coli extraintestinal, Klebsiella pneumoniae y otras enterobacterias extraintestinales resistente a los carbapenémicos y  cefalosporinas.

También se incluyen el Staphylococcus aureus, resistente a la meticilina, Neisseria gonorrhoeae, resistente a la cefalosporina y a las fluoroquinolonas, y el Enterococcus, resistente a la vancomicina. En otros niveles figuran el Streptococcus pneumonia, resistente a la penicilina.

Las infecciones más frecuentes y peligrosas son farmacorresistentes

Un reporte de inicios de 2018 del Sistema Mundial de Vigilancia de la Resistencia a los Antimicrobianos, puesto en marcha por la OMS en 2015 para hacer frente a esta situación, confirmó que algunas de las infecciones más frecuentes y peligrosas son farmacorresistentes.

Se evidenció la presencia generalizada de este fenómeno en muestras de 500 000 personas en más de una veintena de países, siendo los patógenos más comunes la Escherichia coli, Klebsiella pneumoniae, Staphylococcus aureus y Streptococcus pneumoniae, seguidas de Salmonella spp. Los datos recogidos en las naciones estudiadas, mostraron que la resistencia a la penicilina, el antibiótico más usado en el mundo para tratar la neumonía, osciló entre 0 % y 51 %, mientras que de un 8 % a 65 % de las muestras de E. coli presentaron resistencia al ciprofloxacino, utilizado habitualmente para tratar las infecciones de las vías urinarias.

Los expertos y organismos internacionales advierten que de no contener de manera eficaz este problema, la mortalidad por infecciones se elevará a 10 millones de personas para 2050, una cifra por encima de la considerada para el cáncer.

“En la actualidad, hay sitios donde podemos decir, por el tipo de bacterias que circulan y las infecciones que han causado, que hemos estado en presencia de pacientes sin opción terapéutica alguna, y así se ha constatado en la literatura internacional. Por ejemplo, en 2009, en Estados Unidos médicos de asistencia tuvieron que dejar morir a dos pacientes infestados por Klebsiella pneumoniae, resistente a todos los antimicrobianos disponibles en ese momento. No es ciencia ficción, es una realidad”, señaló la especialista en Microbiología, Dianelys Quiñones Pérez.

Actualmente se citan 10 nuevos antibióticos de diferentes familias microbianas, pero no están al acceso de todos, apuntó, por lo que hay un trabajo con los organismos internacionales en función de erradicar esta situación porque es la salud humana la que se está viendo afectada. “No es la principal motivación de la industria farmacéutica producir antibióticos porque no le es tan rentable como producir antihipertensivos o medicamentos contra la diabetes que se usan más y, por tanto, se venden más”.

Se debe resaltar, que, si bien el fenómeno es más marcado en las bacterias, también la resistencia antimicrobiana involucra a los antirretrovirales, antiparasitarios y antifúngicos. 

La prevención sigue siendo lo principal

El trabajo multisectorial y que la población conozca la real dimensión de esta problemática son claves para luchar contra la resistencia antimicrobiana, que no solo se evidencia en el sector de la salud humana, también en el veterinario y en la agricultura. Dentro de los cinco objetivos del Plan de Acción de la OMS se incluyen mejorar la sensibilización y los conocimientos en materia de resistencia a los antimicrobianos y optimizar el uso de estos medicamentos.

Es esencial, subraya la experta del IPK, que las personas entiendan que los antibióticos solo deben tomarse bajo prescripción médica, que el tratamiento se debe hacer con las dosis en el tiempo indicado, aunque haya mejoría clínica y desaparezca la fiebre; para que haga el efecto terapéutico que se quiere. “Si se suspende el antibiótico se corre el riesgo de complicación de la infección del paciente porque realmente no se logran erradicar todas las poblaciones bacterianas y lo que propicia es multiplicación de poblaciones resistentes”. 

También el lavado de las manos, “una medida tan fácil y económica, es elemental, en la población; y es algo que no se cumple”. Cumplir con los esquemas de vacunación también es una medida importante como parte de la prevención de enfermedades.

Otro de los errores que lamentablemente favorecen el uso inadecuado, señala la Dra.C. Dianelys Quiñones Pérez, es la indicación de estos fármacos ante infecciones del tracto respiratorio, conociéndose que la mayoría son virales y no requiere un tratamiento antimicrobiano específico.

“La población no tiene conciencia plena de que la efectividad de los antibióticos podría considerarse como un recurso limitado, no renovable -advierte la especialista-. Cuando se ha perdido la eficacia de los antibióticos es de muy lenta recuperación. Se va perdiendo la efectividad en el tiempo y es muy difícil recuperarla. Se requiere de muchos años y que este antibiótico quede en desuso, para entonces recuperar la efectividad del mismo”.

Cuba

La OMS desarrolla desde hace tres años la Semana de Concienciación del Uso de Antibióticos, con el objetivo de modificar comportamientos y adoptar medidas encaminadas a reducir la resistencia, un fenómeno que no tiene fronteras, no discrimina, puede afectar a cualquier persona sea cual sea su país, edad, raza o sexo. Muchos patógenos resistentes a los antimicrobianos pueden ser portados por el propio ser humano de manera transitoria, sin tener síntomas, y lo puede diseminar en otro país.

En Cuba hoy también tenemos la circulación de patógenos con fenotipos emergentes de resistencia a los antimicrobianos, apunta la microbióloga. “Tenemos una alta prevalencia, acorde a la situación internacional, de las betalactamasa de espectro extendido en los patógenos hospitalarios, incluso en la E. coli uropatógena de la comunidad (…) También en 2011 notificamos la circulación de las carbapenemasas, enzimas producidas por las bacterias gramnegativas que contrarrestan el efecto de los carbapenémicos, la terapia de elección frente a las infecciones más severas en los hospitales”.

El IPK, como centro de prevención y control de las enfermedades infecciosas en el país, desarrolla múltiples acciones junto al Ministerio de Salud Pública en aras de promover el conocimiento sobre esta temática, los factores que influyen y las acciones fundamentales para contener y ayudar en la lucha mundial.

También se imbrican en este esfuerzo multisectorial con numerosas iniciativas el sector veterinario, el Ministerio de la Agricultura, el Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (CECMED), el Centro de Sanidad Vegetal y el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medioambiente, entre otras instituciones y unidades nacionales.

La experta destacó que en el país se desarrolla un Plan de Acción Nacional Contra la Resistencia a los Antimicrobianos “acorde a las condiciones nacionales, regido por los cinco objetivos estratégicos que la OMS dictamina en su plan de acción global”. Cuba, además, está participando en un proyecto de optimización del uso de antimicrobianos auspiciado por la OPS-OMS con el objetivo de poder fomentar la creación de los Programas de Optimización del Uso de Antimicrobianos, PROA, como una de las medidas fundamentales para contener este fenómeno.

 “Contamos con protocolos y guías nacionales para el tratamiento de diferentes enfermedades infecciosas que se actualizan sistemáticamente, también basadas en los resultados de la vigilancia de la resistencia antimicrobiana que llevamos a cabo en el IPK -subrayó la especialista-. Hay protocolos muy bien consolidados para el tratamiento del síndrome neurológico infeccioso, de las neumonías, infecciones de piel y partes blandas en pediatría. En los hospitales el personal de salud está sensibilizado con este problema y quiere estar actualizado”.

Si bien estas iniciativas y estrategias ayudan a controlar la resistencia existente de las bacterias y a prevenir el desarrollo de nuevos mecanismos, no debemos olvidar que nuestras acciones también son importantes. El cambio no puede esperar. Se nos acaban los antibióticos.

Por Lic: Yeni Ortega Betancourt. Centro Virtual de Convenciones de Salud. CNICM-Infomed

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