“Ojalá que un día se inunde Brasil del médico de la familia”, así dejó escrito el Comandante en Jefe Fidel Castro en el libro de visitas del módulo de atención de salud “Jesús Montané”, que inaugurara en 1999 en Niterói, estado de Río de Janeiro, en el contexto de las actividades que desarrolló en el gigante sudamericano a propósito de la I Cumbre América Latina y El Caribe-Unión Europea.
Allí el líder cubano recibió una inyección de aliento y amor, como él mismo calificara aquel encuentro con el pueblo, que salió a las calles del municipio para conocer al hombre en el que se expresaba toda Cuba y agradecer el aporte de la Isla en materia de medicina familiar y comunitaria, modelo que venían implementando desde 1992, inspirados en el programa cubano del médico y la enfermera de la familia.
Las informaciones y reseñas periodísticas que guardaron para la historia aquella visita, ratifican el incansable anhelo de Fidel por mejorar la salud de los pueblos. En el intercambio con vecinos, médicos y autoridades de la ciudad, reiteró la disposición de la mayor de las Antillas a aportar su personal médico para disminuir las cifras de mortalidad infantil en el mundo y encomió el desempeño de los profesionales cubanos de la salud que, como hoy, prestaban entonces sus servicios en numerosos países.
En Niterói crecía para Brasil la semilla solidaria de la colaboración en salud de Cuba, desde donde también llegarían, poco más de una década después, miles de batas blancas a cada rincón de su geografía como parte del Programa MásMédicos.
A las favelas y hasta los más recónditos parajes de la Amazonía, llegó la medicina cubana. Se cumplía el deseo de Fidel: Brasil se inundó de médicos de familia.