El desarrollo en las últimas décadas de terapias y estrategias más efectivas contra el cáncer ha ayudado a salvar la vida de millones de pacientes en todo el mundo. Sin embargo, algunos fármacos empleados generan afecciones cardiovasculares a corto, mediano o largo plazo. Entonces, ¿cómo evitar en el paciente oncológico los daños al corazón? ¿Cómo facilitar el tratamiento? ¿Qué es lo mejor para ellos?
Sobre las respuestas a estas interrogantes intercambiaron cardiólogos y oncólogos de Cuba y otras nacionalidades en el II Simposio de Cardio-oncología, una disciplina reciente y en expansión que une estas dos ramas de la medicina para aumentar la sobrevida frente a los tumores malignos y a la vez prevenir o tratar las afecciones cardiacas derivadas de los tratamientos.
El Dr. Manuel Bazán Milián, cardiólogo del Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología (INOR), explicó que desde que empezó la quimioterapia con las antraciclinas para tratar enfermedades como los linfomas y el cáncer de mama, se evidenció que estas podían tener toxicidades en diferentes órganos, incluyendo el corazón, y que a la larga podrían provocar una insuficiencia cardiaca.
Empezaron en el mundo los cardiólogos a recibir un grupo de pacientes que tenían secuelas de la quimio y radioterapia, recordó el experto, y surgió así un nuevo concepto que es la cardiotoxicidad de estos medicamentos.
“De esa forma cardiólogos y oncólogos comenzamos a unirnos para tratar de ver al paciente de una forma más personal y ver cómo se puede influir para que aumente la sobrevida de las enfermedades oncológicas, disminuya la mortalidad, pero que ese mismo paciente tenga una mejor calidad de vida y no tenga una afección cardiovascular”, puntualizó.
En este contexto surgió la necesidad de desarrollar nuevas unidades hospitalarias, las cardio-oncológicas, servicios aún en proceso de creación en el mundo; un trabajo en equipo en el que la colaboración entre ambas disciplinas es fundamental para lograr mayor efectividad de las distintas terapias y detectar precozmente las posibles alteraciones.
Uno de los objetivos de estas unidades, detalló el Dr. Bazán Milián, miembro del equipo del INOR y del Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular que se desempeña en este campo, es determinar el riesgo cardiovascular, hacer una sumatoria del riesgo oncológico y sugerir qué tratamiento sería más efectivo y de qué forma, para ayudar al paciente.
Apuntó que, en el caso de nuestro país, el desafío en esta disciplina es amplio e importante, atendiendo a que las dos primeras causas de mortalidad son precisamente las enfermedades del corazón y los tumores malignos, como consta en el Anuario Estadístico de Salud 2017.
“Cuando vamos a la génesis, los factores de riesgo de una enfermedad pueden influir en la otra; por ejemplo, explicó que la obesidad y el hábito de fumar son factores de riesgo para ambas. El sistema de salud no solo tiene que enfrentarse a la profilaxis, sino al hecho consumado de que las dos enfermedades son las primeras causas de morbimortalidad en el país”.
El Simposio de Cardio-oncología, que tuvo como sede el Hotel Habana Libre, abarcó en tres jornadas numerosas temáticas vinculadas a comprender las complicaciones cardíacas de los tratamientos oncológico, entre ellas el empleo de células madre, diagnóstico por imagen, estrategias de inmunoterapias, radioterapia y cirugía en el paciente oncológico.
Lic. Yeni Ortega. Centro Virtual de Convenciones de Salud.