Nació el 21 de octubre de 1928, en la finca “El Quemado”, en Esmeralda, Camagüey. De origen humilde fruto de la unión de un español y una cubana, es la más pequeña de los cinco hijos del matrimonio. Se forma en un ambiente familiar patriótico y con ideas progresistas. Siendo muy pequeña la familia se traslada para La Habana, residiendo en el barrio de El Pilar.
Asiste a la escuela pública y recibe la influencia de sus maestras, a las que recuerda todavía. A los 9 años quedó huérfana de padre. Estudió Bachillerato en los Institutos de la Víbora y La Habana, graduándose en este último.
En el año 1948 matriculó medicina en la Universidad de La Habana, graduándose en 1956. Allí recibe la influencia del estudiantado universitario de la época, unido a la de su hermana Dora, que la vincula al Partido Ortodoxo y más tarde al Movimiento 26 de Julio, como luchadora clandestina.
Al año siguiente de su graduación realiza su primera publicación científica, su Tesis de Grado de doctora en medicina, que versó sobre un problema de salud de aquellos años: la Tuberculosis, con sus factores no solo biológicos sino sociales.
Desde 1956 hasta 1959 trabajó en varios centros de salud, sin lograr plaza fija en ninguno de ellos. Durante esos años, en plena agudización de la lucha contra la dictadura batistiana, y como resultado de la influencia familiar -militantes del Partido Ortodoxo, liderado por Eduardo Chibás- se vincula al grupo revolucionario de Machaco Ameijeiras.
Al triunfo de la Revolución, en 1959, inicia sus labores como médico en el Hospital de la Policía Nacional Revolucionaria. En ese propio año ofrece su segunda publicación científica, ésta sobre el tema de la narcomanía.
Como luchadora social, asume la Presidencia de la organización Unidad Femenina Revolucionaria y, al año siguiente, al fundarse la Federación de Mujeres Cubanas, ocupó su primera Vice-Presidencia hasta 1962. Desde esa nueva responsabilidad, se le encomendó la tarea de dirigir el Plan de Escuelas Campesinas “Ana Betancourt”, que se fundó en el año 1961. Ella fue la primera directora de esa escuela tan especial, que funcionó en el Hotel Nacional, con mil alumnas adolescentes, procedentes de lugares muy apartados del país. Esta rica experiencia marcaría decisivamente la vida de la joven médica de entonces.
En 1962 pasó a trabajar al Ministerio de Salud Pública para dirigir la atención médica pediátrica de los Círculos Infantiles, recién creados. En esta labor permaneció hasta el año 1967, en que solicitó autorización para cursar la especialidad de Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia, logrando recibir su título de especialista en el año 1971. Desde esa fecha, y hasta el año 1979, asumió la Jefatura del Servicio de Psiquiatría Infantil del Hospital Pediátrico del Cerro.
Allí nacen sus inquietudes por formar una institución que atendiera los casos de pacientes de 14 a 18 años con problemas psíquicos.
Desde 1963 recibió varios cursos post-grado en la antigua URSS y también otros organizados por la OPS/OMS para profesionales de América Latina y el Caribe. Desde ese mismo momento socializó sus nuevos conocimientos, a través de la Escuela de Orientadores de la Salud.
Paralelamente, y sin abandonar su responsabilidad en el Hospital Pediátrico del Cerro, asumió la atención especial al Círculo Infantil “Zunzún” en el año 1975, que había sido creado para la atención a niños con necesidades especiales. Esta nueva tarea la estuvo cumpliendo hasta el año 2004.
En el propio año 1975, simultaneando sus responsabilidades como Jefa del Servicio de Psiquiatría Infantil del Hospital Pediátrico del Cerro y la atención al Círculo Infantil “Zunzún”, comenzó su labor como Directora Fundadora de la Clínica del Adolescente, hacia donde se trasladó a trabajar a tiempo completo en el año 1979. La clínica funcionó desde 1975-2005 bajo su dirección y no solo atendió a niños y adolescentes, sino que fue un centro formador de profesionales de la salud, de referencia nacional.
La década de los años 70s fue de intensa actividad, pues a todo lo anterior se sumó su tercera publicación: la Tesis de Terminación de su Residencia en Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia. En 1975 fue electa Presidenta de la Sociedad Cubana de Psiquiatría, cargo que desempeñó hasta 1980. Simultáneamente, desde 1975 hasta 1977, fue la Secretaria de la Asociación de Psiquiatría de América Latina. Esta agitada década la vio subir a diversas aeronaves del mundo en múltiples ocasiones, que la llevaron a la URSS, Rumanía, Hungría, Venezuela, Panamá, Uruguay, México, Argentina, Brasil y EUA.
A todo ello, la incansable científica y revolucionaria, asumía responsabilidades como Miembro de la Comisión Nacional de Investigaciones Sociales de la Unión de Jóvenes Comunistas, Miembro del Grupo Asesor de las Revistas Muchachas y Mujeres y Miembro del Consejo de Colaboración de la Federación de Mujeres de Cuba.
En el plano político, la luchadora política desde la clandestinidad, ingresó en el Partido Comunista de Cuba en 1972. Casi una década después, en 1981, recibió la Medalla de Combatiente de la Lucha Clandestina.
Su permanente espíritu de superación profesional se vio expresado en la obtención del Segundo Grado de su especialidad en 1984, la obtención de la categoría científica de Doctora en Ciencias Médicas en 1985 y la categoría de Profesora Titular de la especialidad en 1986.
En el plano de la divulgación de las ideas científicas y sociales, además de sus publicaciones estrictamente científicas, cuenta con tres Premios de Literatura.
El nuevo siglo le trajo otros reconocimientos. En el año 2001 fue propuesta como Heroína del Trabajo y, al año siguiente, se le entregó una Placa-Homenaje “Por los años de entrega, dedicación, sacrificio y amor por los adolescentes”.
Pero su incansable sed de hacer el bien no le permite tomar descanso. Así, el nuevo siglo no sólo le permitió conmemorar el 30 aniversario de la fundación de su obra magna: la Clínica del Adolescente, sino que la hizo socializar sus experiencias, especialmente con los padres de los niños y adolescentes, a través de obras, tales como: Mensajes a los padres; Los niños enseñan; y, Muy en serio y algo en broma, publicados por la Editorial Científico-Técnica y presentados en la Feria Internacional del Libro 2004. Casi al finalizar la primera década de este siglo XXI, fue la autora principal de la obra Toxicomanías y Adolescencia. Realidades y Consecuencias, publicada por la Editorial Científico-Técnica, en el pasado año 2009, prologada y presentada por el doctor Ricardo González Menéndez, presidente de la Sociedad Cubana de Psiquiatría, en la XVI Feria Internacional del Libro de La Habana.
La Profesora Elsa Gutiérrez Baró, de pequeña estatura corporal; pero de altísima estatura en los planos científico, docente, político, social y humano, Profesora de Mérito de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, presentó recientemente, en la exitosa XX Feria del Libro de Cuba, una nueva obra: “Pensamiento, ideas, mitos y realidades. 100 Preguntas. Moda, drogadicción, sexo, sueños, adopción, violencia y más…”.
Para concluir, quisiera llamar la atención de los lectores, de que, si todo lo dicho no ha sido suficiente para caracterizar, en apretada síntesis, la vida y obra de esta excepcional mujer, bastaría con recordar algunas de sus propias palabras, dichas en otra ocasión similar:
“El niño, la niña, los adolescentes, o mejor, el ser humano, es una unidad bio-psico-social (…) Por eso, el trabajo en equipo es superior a los esfuerzos individuales, la inteligencia colectiva es rica y favorece a todos, tanto al paciente como al colectivo de profesionales que lo integran. Un especialista se forma adecuadamente cuando comprende las ventajas que tiene esa modalidad y la pone en práctica en el ejercicio de su profesión. De ahí que, para mí, la formación que deben recibir los futuros profesionales de la salud mental infanto-juvenil debe basarse en tres pilares fundamentales: su capacidad intelectual, su sensibilidad humana y su ética”.
Pero, sobre todo, confieso que lo que realmente me emocionó de lo expresado en aquella ocasión por la Profesora Elsa Gutiérrez -porque a lo largo de los años en que he tenido el privilegio de estar de alguna manera cerca de su vida y su obra, he podido comprobar que esas palabras corresponden a su real pensamiento y a sus convicciones, que han dirigido sus acciones- fueron estas palabras:
“De los muchos recuerdos que atesora la humanidad, ninguno más bello que la voz del amor. Esa, y no otra, es la voz que deben escuchar los profesionales a quienes se les ha encargado cuidar y proteger la salud mental de niños y adolescentes”.
Y, como devota martiana que soy, sabedora de que el Amor constituye el corazón de la ética martiana, querida Profesora Elsa Gutiérrez Baró, estamos intentando pagar la deuda de gratitud que tenemos con su vida y obra, recordándola siempre y muy especialmente en esta fecha, su 90 cumpleaños.
Colaboración de la Profesora Consultante María del Carmen Amaro Cano
Vice-Presidenta Sociedad Cubana Historia de la Medicina
Vice-Presidenta Comisión Nacional Ética Médica