«Tavito» siempre en el recuerdo

Honrar, honra, -como expresara Martí – y de eso se trata en estas breves palabras.

Octavio de la Concepción y de la Pedraja (Tavito) nació en la Sala de Maternidad del Hospital “General Calixto García”, el 16 de octubre de 1935, hijo de un matrimonio de farmacéuticos. Al año siguiente se trasladan al central Tacajó, en la antigua provincia de Oriente, actual Holguín. Allí transcurrió su niñez y primeros estudios hasta que ingresó como alumno interno en el Colegio de Belén, en la capital, donde se graduó de bachiller en 1953.

Matriculó la carrera de Medicina en la Universidad de La Habana ese mismo año; pero debió interrumpir sus estudios en 1957 por el cierre de la universidad. Para entonces ya había participado en movimientos revolucionarios estudiantiles. Regresó a Tacajó, y allí siguió colaborando con el Movimiento 26 de Julio en la venta de bonos y envío de medicamentos a los rebeldes.

En 1958 decidió incorporarse a las tropas libertadoras. En la Sierra Maestra integró el Departamento de Sanidad Militar Rebelde, en el Segundo Frente Oriental Frank País, donde participó en acciones de guerra en Río Frío, Santa Ana y la toma de Sagua de Tánamo. Bajó de la Sierra con el grado de primer teniente.

Al Triunfo de la Revolución fue nombrado Jefe de Sanidad Militar en Guantánamo, una de las regiones más pobres y atrasadas del país. Poco después reanudó sus estudios de medicina e hizo el internado en el hospital de Baracoa, donde efectuó su servicio médico-social-rural y obtuvo la militancia del Partido Unido de la Revolución Socialista.

Se trasladó para La Habana a hacer la Residencia de Cirugía en el Hospital General Calixto García, donde se destacó por su perseverancia y amor a la especialidad.

En 1965 integró el grupo que acompañó al Che Guevara al Congo, donde se destacó como médico y soldado. Con esa misma misión fue seleccionado más tarde por el propio Che para integrar la guerrilla boliviana.

Los últimos meses afrontó una severa enfermedad, con frecuentes crisis. En relación con esta situación, el Che anotó en su diario el día 20 de agosto de 1967: «El Médico sigue enfermo de un aparente lumbago con toma del estado general que lo convierte en un inválido».

El 8 de octubre, poco antes de iniciarse el combate de la Quebrada del Yuro, el Che, temiendo por la salud del Moro y los demás enfermos, ordenó a Francisco Huanca (Pablito), el más joven del grupo, que se alejara en compañía del enfermo lo más posible en dirección al Río Grande, en compañía de Lucio Edilberto Galván (Eustaquio) y de Jaime Arana (Chapaco).

Marcharon durante cuatro días por la inhóspita zona de continuos farallones y escasa vegetación. Finalmente el 12 de octubre, en la confluencia del Mizque con el Río Grande, donde llegaron en busca de agua, se entabló un desigual combate, en que, totalmente indefensos, fueron masacrados los cuatro guerrilleros.

Tres décadas después de lo acontecido en Bolivia, sus restos fueron encontrados y depositados en el mausoleo que se construyó en Santa Clara para honrar al Che y a sus compañeros de lucha.

Los compañeros y amigos del Dr. Octavio de la Concepción y de la Pedraja (Tavito), en este su querido Hospital “General Calixto García”, abrazados en los mismos ideales que le inspiraron a ser un hombre capaz de realizar proezas extraordinarias conservando su sencilla naturalidad, queremos recordarlo tal cual era. Por esa razón siempre hemos recordado el día de su natalicio (16 de octubre) y no este fatídico día 12, en que, cuatro días antes de cumplir 32 años, era vilmente asesinado. No obstante, este año 2018, en que se conmemora el aniversario 51 de su caída, hemos hecho un gran esfuerzo para escribir estas notas que nos hacen recordar aquel momento doloroso en que supimos que no escucharíamos más su risa alegre.

Como dijera el Maestro, "la muerte no aflige ni asusta a quien ha vivido noblemente: sólo le teme el que tiene motivos de temor: será inmortal el que merezca serlo".

Y Tavito, joven rebelde de la Sierra Maestra, Muganga de la guerrilla congolesa, Moro del Ejército de Liberación Nacional de Bolivia, merece ser inmortal, y por ello lo es en el recuerdo de quienes le conocimos, amamos y admiramos.

Por eso queremos compartir estos sentimientos con la nuevas generaciones de técnicos, enfermeras y médicos que laboran o se están formando como tales en este, su querido hospital, para que traten de rendirle homenaje siendo como él, joven impetuoso y rebelde, trabajador infatigable, cirujano hábil y capaz, médico dedicado a sus pacientes, amigo y compañero, alegre, bromista, dispuesto a equivocarse y aprender a rectificar, apasionado en la defensa de sus ideales, fiel a la familia, valiente frente al peligro, sencillo, generoso, revolucionario intachable.

Gracias, Tavito, por habernos concedido el privilegio de tu compañerismo y tu amistad. Nos comprometemos contigo, una vez más, a continuar tu ejemplo de generosidad con los humildes, con los que sufren, con los que ansían un mundo mejor, que es posible.

¡Hasta la Victoria Siempre, compañero!

POR: María del Carmen Amaro Cano
Profesora Consultante Salud Pública FCM “General Calixto García”
Vice-Presidenta Sociedad Cubana Historia de la Medicina

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