No es un hecho aislado y fortuito. Es, en todo caso, la expresión consumada de lo que puede lograrse cuando un país prioriza, contra viento y marea, el acceso universal a la salud y el desarrollo social inclusivo y humano. Es el desvelo, que lleva en toda Cuba el nombre de miles de profesionales de la salud, desde los consultorios médicos hasta los servicios hospitalarios, con la decisiva participación de los hogares maternos, las salas de cuidados perinatales, unidades de neonatología y de terapia intensiva pediátrica; de la red de genética médica, de cirugía neonatal y de atención cardiopediátrica; sin obviar el apoyo intersectorial y comunitario a las acciones de salud.
Por noveno año consecutivo nuestro país logra sostener una tasa de mortalidad infantil menor a cinco por cada 1 000 nacidos vivos, indicador este que ratifica a Cuba entre las primeras 20 naciones del mundo y junto a Canadá al frente de la región de las Américas.
Datos preliminares ofrecidos por la Dirección de Registros Médicos y Estadísticas de Salud, refieren que en el recién finalizado año, ocurrieron 116 869 nacimientos, 8 195 menos que en el 2015 y se produjeron 497 defunciones en niños menores de un año, 38 menos que en el 2015, obteniéndose una tasa de mortalidad infantil de 4,3 por cada 1 000 nacidos vivos.
Las principales causas de muertes en menores de un año —según informó a Granma el doctor Roberto Álvarez Fumero, jefe del Departamento Materno Infantil del Ministerio de Salud Pública—fueron las afecciones perinatales, fundamentalmente las que son consecuencia de nacimientos pretérminos, seguidas de las infecciones adquiridas en la comunidad. Las malformaciones congénitas constituyen la tercera causa, y se mantienen por cuarto año consecutivo con una tasa de mortalidad por debajo de uno por cada 1 000 nacidos vivos. Este indicador que muestra Cuba, es mejor que el de países desarrollados con tasas de mortalidad infantil por debajo de cuatro por cada 1 000.
De acuerdo con el especialista, otros importantes indicadores que reflejan el estado de salud infantil se consolidan en el 2016, entre los que subrayó la tasa de mortalidad del menor de cinco años, considerado el principal indicador de progreso en el bienestar infantil. Este se reduce de 5,7 a 5,5 por cada 1 000 nacidos vivos, manteniéndose por quinto año consecutivo por debajo de seis.
En ese sentido, cifras aportadas por el Grupo Interinstitucional para las Estimaciones sobre Mortalidad de las Naciones Unidas, publicadas en el Estado Mundial de la Infancia 2015, ubican a Cuba entre los primeros 40 países con más bajo indicador.
Asimismo, en el recién concluido año, se redujo además la tasa de mortalidad preescolar de 3,6 a 2,9. En el caso de la mortalidad escolar esta obtuvo una tasa de 2,2 por cada 10 000 habitantes de la edad. En el 2016, la supervivencia de los niños y niñas a los cinco años de edad se mantuvo en un 99,4 %.
Cifras todas que son la traducción concreta del celo permanente por velar los derechos sexuales y reproductivos; y por los derechos de los niños y niñas a lo largo del territorio nacional.