Sin adicciones se podrá ver el final del túnel

Hay un camino que no se ve, y es el del futuro cuando se vive un presente torpe, triste, enfermo. Sobre todo, si el presente está regido por pobres estilos de vida, por vicios mortales, por dependencia a aquello que oscurece el final de la vida de las personas. Las adicciones son, en primer lugar, el camino a la autodestrucción de sí mismo, la vía directa a la infelicidad… el túnel a la mitad.

Cada 26 de junio en el mundo se celebra una campaña contra el consumo de esas sustancias. De manera que la Organización Mundial de la Salud (OMS) instauró la efeméride como Día contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas. La ocasión es oportuna para sensibilizar a las naciones. Pero… ¿cómo sensibilizar a una sociedad cada vez más convulsa y consumista?

A modo de introducción del tema, el Informe Mundial sobre las Drogas 2015 (disponible en el Boletín Factográfico de Salud de junio de la Biblioteca Médica Nacional) señala un estimado de 246 millones de personas o una de cada 20 personas de edades comprendidas entre los 15 y 64 años como consumidores de drogas ilícitas en 2013. Sumado a ello, hay un dato que registra 27 millones de personas como  consumidores problemáticos que sufren trastornos causados por el consumo de drogas o drogodependencia.

Estos datos obligan a los ministerios de salud a trabajar de manera mancomunada con otros sectores para frenar el uso de sustancias tóxicas, en todos los casos nocivas para la vida de quien las consume.  

Prevención desde la familia, base del no consumo
La familia es el primer modelo de enseñanza para las personas en sociedad. Desde la niñez, el núcleo afectivo del hogar juega un importante papel en la prevención de las drogodependencias y en el hecho de adquirir estilos de vida saludables. La familia puede hacer un excelente trabajo respecto a las adicciones en el ámbito de la unidad familiar apoyando el desarrollo afectivo y psicológico del niño y del adolescente y favoreciendo su proceso de independencia y autonomía para la vida adulta y desde el seno de la sociedad, colaborando como “mediadores sociales” con asociaciones familiares implicadas en iniciativas y programas de prevención.

El trabajo preventivo hay que desarrollarlo desde la infancia. Los padres deben prestar atención a la conducta de un niño, a la satisfacción de sus necesidades afectivas, deben transmitirle seguridad frente a los cambios en el hogar o de la estructura familiar misma y, en este aspecto, comprender mejor todo lo relacionado con las drogas, conocer el contexto, lo que significa conocer el medio social en que surge y se desarrolla el consumo de drogas.     
 
La familia, por otra parte la escuela y los medios de comunicación, constituyen los tres pilares fundamentales en los que hay que basar las políticas preventivas.

Según la doctora Magalis Martínez Hurtado, autora del libro “Cuando el camino no se ve”, disponible para todos los usuarios en la biblioteca digital del sitio web del Grupo de Investigaciones sobre Adicciones de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, “el consumo de drogas es una enfermedad crónica, que se manifiesta por la búsqueda de estas sustancias, el uso compulsivo y frecuentes recaídas, y está relacionada con una predisposición biológica, con los efectos prolongados de su acción sobre el cerebro y con graves afectaciones en el entorno social del consumidor”. Por lo tanto, se deduce que el tratamiento para detener  la drogodependencia es un proceso largo y para nada sencillo.  

En Cuba, las drogas que más afectan a grupos sociales extremos son el tabaco y el alcohol, consideradas de alto riesgo por ser drogas porteras a partir de las cuales quien las consume puede llegar a otro tipo de adicciones capaces de modificar su estado conductual. El país mantiene una proyección continua en la batalla contra las adicciones que se basa en los pilares de promoción de estilos de vida adecuados, prevención y atención integral a cada paciente. Según el Factográfico de Salud existen 135 departamentos de salud mental subordinados a los policlínicos, 32 servicios de psiquiatría y 19 hospitales psiquiátricos.

Por razones obvias, en Cuba, donde la salud es un derecho del pueblo y responsabilidad fundamental del Estado, la problemática vinculada a patrones inadecuados de consumo de bebidas alcohólicas, tabaco y, en fase inicial, al consumo de sustancias ilegales alcanza especial significación por ser el nuestro un sistema social sustentado en la dignidad y espiritualidad de su pueblo.

Cabe resaltar entonces en un día como hoy, en que la OMS llama a la toma de conciencia, que la lucha contra las drogas en el caso de nuestra isla no depende solo del Ministerio de Salud Pública, sino que debe tener prioridad el trabajo fusionado de todos los sectores para controlar el problema, más aún cuando el consumo de alcohol y de tabaco está relacionado con las primeras causas de muerte en el país como son el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y, en el caso específico de las bebidas alcohólicas, a los accidentes de tránsito.

Por: Lic. Johanna Pérez. Subdirección Servicios de Información. Dpto. Servicios Especiales de Información.

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