A la edad de 96 años falleció en su residencia el pasado 29 de febrero el doctor Cirilo Herrera, reconocido médico pinareño de amplia trayectoria en la salud pública de la provincia.
Nació en Pinar del Río el 13 de abril de 1919, se graduó de médico en 1949 en la Universidad de La Habana, comienza a laborar en el antiguo hospital General “Raimundo Menocal” de la ciudad pinareña, y más tarde como clínico en el Hospital Civil “Dr. León Cuervo Rubio”.
Enamorado de la naturaleza, de la belleza humana, solidario con los que le rodearon y, sobre todo, con los que le necesitaron, se ganó con prontitud el respeto y la consideración de la población, principalmente de los más necesitados.
Con esfuerzo propio logra construir e inaugurar en 1954 la Cooperativa Médico Quirúrgica equipada con las modernas exigencias de la práctica médica de la época bajo el sistema mutualista de asociados.
Al triunfo de la Revolución, después de nacionalizada su clínica, se incorpora a la subdirección del Hospital Regional, antiguo Sanatorio Colonia Española, hoy Hospital Provincial Pediátrico Docente “Pepe Portilla”, hasta su designación como director del recién construido policlínico comunitario “Raúl Sánchez” inaugurado por el Comandante del Ejército Rebelde Julio Camacho Aguilera.
Su experiencia en administración de salud y dirección colaborativa, estímulo a su reciente colectivo de trabajadores, permite que el centro asistencial se convierta en el primer policlínico Vanguardia Nacional de la provincia. Por sus alentadores resultados fue promovido a director del primer policlínico comunitario docente de Pinar del Río, “Pedro Borrás Astorga” y, más tarde, a director del nuevo policlínico comunitario docente “Hermanos Cruz”, construcción modelo de su tiempo, uno de los de mayor extensión geográfica y población del país. Luego se dedicó a la organización y dirección del hospital provincial de becados ubicado en el Instituto Pre Universitario Vocacional “Federico Engels” y a otras múltiples tareas como asesor de los noveles directores de salud hasta su jubilación.
En la lucha contra la tiranía batistiana, el Dr. Cirilo participó en actividades de la clandestinidad como fueron el aseguramiento de medicamentos, la atención y el traslado de heridos y otras acciones que garantizaron la supervivencia de varios combatientes.
Al triunfo de la Revolución le correspondió rescatar e identificar los restos del doctor Isidro de Armas, quien se había incorporado como médico a la guerrilla del Comandante Dermidio Escalona en la cordillera de Los Órganos, donde cayó heroicamente en combate el 17 de agosto de 1958. Escalona fue el único médico muerto en combate en la lucha insurreccional del Movimiento 26 de Julio.
El doctor Herrera integró el equipo que organizó la ubicación en sus municipios de los restos mortales de los combatientes pinareños fallecidos en misiones internacionalistas.
Su experiencia organizativa en servicios y administración en el sistema de salud fueron muy importantes en los decisivos primeros años para el desarrollo de la dirección en ese sector. Participa en la confección del entonces Libro Rojo de Información Estadística para la Atención Primaria junto al también fallecido salubrista doctor Miguel Ángel Moya.
Este registro creó las bases para la recolección, el manejo y el procesamiento de todos los datos e indicadores médicos, estomatológicos y epidemiológicos necesarios para la toma de decisiones en los diferentes niveles del sistema nacional de salud, muy útil en el desempeño de los directores. Un documento a reconsiderar por su probada utilidad para la indiscutible calidad de la información sanitaria cubana.
Ante una convocatoria del líder histórico de la Revolución para realizar un estudio de la verdadera tasa de mortalidad infantil en la provincia, junto a un grupo de valiosos médicos y técnicos pinareños de la salud, se dedica a la revisión documental sobre la historia de la Medicina en la provincia hasta lograr su resultado publicado en importantes trabajos, entre estos, «Apuntes históricos de la salud pública en Pinar del Río. 1819-1959», publicado en Cuadernos de Historia de la Salud Pública No.77 (1992) y «Ensayo para la determinación de las tasas de mortalidad infantil y general y otros aspectos médico-sociales en Pinar del Río, 1958».
En su domicilio no cejó de colaborar con profesionales, alumnos, profesores e historiadores sobre temas y hechos de la salud pública en que participó con una entusiasta disposición, consciente de la importancia que representaba ese legado para las actuales y futuras generaciones.
En su sepelio, junto al féretro cubierto con la bandera cubana, se colocaron las numerosas condecoraciones que por su trayectoria y méritos le fueron otorgadas.
Su afable y serena actitud en su vida profesional debiera ser documentada como un ejemplo altruista de desinterés material, así como todo el conocimiento que supo poner a disposición de su pueblo y de todos los que tuvieron la necesidad de su aporte a partir de la experiencia acumulada durante años de servicio, con un principio rector como máxima de su obra de incuestionable salubrista: “… siempre es mejor dar que pedir…” y lo cumplió a cabalidad hasta el final de su vida.
A su viuda, hijos, familiares y amistades quienes le brindaron merecidos afectos dedicamos esta semblanza como un recuerdo a su memoria. Descansa en paz, amigo.
Por Dr. Joaquín H. Pérez Labrador
Revista de Ciencias Médicas de Pinar del Río
Disponible en: http://www.revcmpinar.sld.cu/index.php/publicaciones/article/view/2576