Profesor Orlando Valls Pérez: La radiología marcó mi vida

Introductor en Cuba de las técnicas de ultrasonido y resonancia magnética nuclear, con 84 años, el doctor Orlando Valls Pérez es autor principal de 16 libros donde ha volcado los conocimientos de 60 años de trabajo en esa especialidad.

Dr. Orlando Valls, Doctor en Ciencias, presidente de la Sociedad Cubana de Radiología. Formador de generaciones de radiólogos, el profesor Orlando Valls es una reconocida autoridad en esa especialidad médica. 

Cuando el hoy Doctor en Ciencias Orlando Valls Pérez terminó el bachillerato en su natal ciudad de Matanzas (nació en el barrio de Pueblo Nuevo el 27 de febrero de 1931), quiso hacerse arquitecto.

Amparado por una beca recibida a través de la Sociedad de Jóvenes Católicos de esa bella urbe, que le garantizaba la matrícula gratis en la Universidad de La Habana, vino para la capital soñando con diseñar las más disímiles construcciones.

Sin embargo, cuando vio el programa de ma­terias a vencer en la mencionada carrera no quedó convencido y a última hora prefirió ingresar en Medicina, decisión que sorprendió totalmente a sus padres.

“En realidad yo no tuve ningún vínculo directo con esa profesión durante mi niñez y adolescencia. El único de la familia que sí mostraba cierta inclinación era uno de mis hermanos, el cual ayudaba como enfermero sin título a determinados médicos que en aquella época iban a Matanzas a dar consultas.

“Inicié los estudios en septiembre de 1948 y tuve la suerte de instalarme en la casa de unas tías de mi padre, donde tuve garantizado el alojamiento y la comida. Ya en el tercer año recibí las primeras clases de Radiología y me quedé fascinado con esa asignatura”.

Casi de inmediato, el joven Orlando Valls comprendió que su destino profesional estaría ligado al mundo de las radiografías, devenidas con el decursar del tiempo en una herramienta de suma utilidad para la detección de muchas dolencias, incluida el cáncer.

“Tuve el privilegio de participar tres veces a la semana en las discusiones diagnósticas que ofrecía en el hospital Calixto García el profesor Ricardo Hernández Begueríe, sin duda uno de los mejores radiólogos clínicos de la época, pedagogo de la mayor estatura y hombre consagrado por entero a sus pacientes.

“Dichos intercambios fueron una verdadera escuela, aprendí muchísimo y realmente forjaron mi pasión por la especialidad. Siendo residente de sexto año, Begueríe me dio la responsabilidad de revisar previamente la lista de casos que él valoraría luego, con la finalidad de informarle cuáles a mi juicio no tenían ninguna enfermedad de cuidado y debían ser excluidos de sus análisis.

“A él y posteriormente al doctor Rafael Martorell, les debo lo que soy como profesional. El primero resultó un guía en la Radiología, el segundo descubrió en mí las condiciones para ejercer la docencia. Lo anterior explica que mi primer hijo se llame Ricardo”.

MIRADA AL FUTURO
Graduado en 1955, el doctor Orlando Valls se quedó trabajando de radiólogo en el Calixto García, función que logró desempeñar también de forma simultánea en una consulta privada en Matanzas, hasta el triunfo de la Revolución el Primero de Enero de 1959.

Ante la falta de especialistas en esa disciplina (muchos abandonaron el país en los si­guientes dos años) y a petición de las autoridades del Ministerio de Salud Pública, Valls pasó a desempeñarse como radiólogo y jefe de Ser­vicio de Rayos X en los hospitales Freyre de Andrade (Emergencias) y el pediátrico Pedro Borrás.

Por igual motivo asume después igual responsabilidad en el Instituto de Neurología y Neurocirugía, y posteriormente en el hospital Clínico Quirúrgico 10 de Octubre, el Materno Infantil (antiguo Hijas de Galicia) y en el pediátrico Ángel Arturo Aballí, sin dejar de dar clases en ningún momento.
Obtiene a mediados de la década del 70 del pasado siglo en un concurso de oposición la plaza de radiólogo jefe del Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología (INOR), donde adquiere una vasta experiencia en el tema del cáncer, y extiende el empleo de la mamografía para el diagnóstico de ese tipo de tumor.

“Allí tuve el honor de trabajar con el desaparecido profesor Zoilo Marinello. Juntos hicimos dos libros basados en el estudio de miles de radiografías, titulados Tumores óseos, y Tu­mores de partes blandas”.

Con la apertura en 1982 del hospital Her­manos Ameijeiras, el profesor Orlando Valls pasa a formar parte del núcleo fundacional de médicos de la prestigiosa institución, a la que hoy sigue aportando en el diagnóstico clínico y en la formación de especialistas.

“Gracias al apoyo personal del Comandante en Jefe Fidel Castro, este centro fue pionero en la introducción en Cuba de la técnica de resonancia magnética, además de desempeñar un papel significativo en la amplificación del uso del ultrasonido, de la tomografía axial computadorizada, y del programa de detección precoz del cáncer de mama mediante la mamografía.

“Estas herramientas científicas permitieron dar un salto notable de calidad en la medicina cubana y colocarnos a la vanguardia de América Latina en el campo de la Imagenología, en particular con la aplicación del ultrasonido oftalmológico, abdominal, obstétrico y ecocardiográfico. A mi juicio las especialidades más beneficiadas por estos avances han sido en primer lugar la neurología y la neurocirugía, y después la oncología”.

“Hoy siguen perfeccionándose, y sus potencialidades en el diagnóstico parecen no tener fin. También asistimos al surgimiento de toda una nueva gama de equipos de alta tecnología, entre ellas la tomografía de emisión de positrones o PET-TAC por sus siglas en inglés, considerada la prueba funcional más importante de la actualidad. Baste señalar que a partir de una misma imagen del cerebro muestra no solo la anatomía del tumor y el estadio del cáncer, sino también la respuesta al tratamiento aplicado”.

Como plantea el doctor Valls, la Imagenología tiene un futuro muy promisorio, pues ya se habla por ejemplo del desarrollo de la nanorradiología, cuyas proyecciones apuntan a lograr determinar el momento específico del día en que las células malignas están reproduciéndose. Ello posibilitaría aplicar el medicamento indicado a la hora precisa y elevar de modo considerable la eficacia de los procederes terapéuticos, resaltó.

Según afirma el también Héroe Nacional del Trabajo de la República de Cuba y profesor titular, el mejor consejo que pueda darle a los jóvenes radiólogos es que sean buenos clínicos, y nunca vean una placa o imagen sin tener delante al enfermo o al menos los datos vinculados a su estado de salud. Igualmente, deben ser capaces de hacer el diagnóstico de una dolencia, aunque solo la hayan visto en los libros, mantener la ética médica, y estudiar siempre.

Dice que la mayor alegría que ha tenido en sus 60 años de carrera es decirle a un paciente que no tiene ningún problema y puede seguir su vida normal. La felicidad reflejada en el rostro de quien recibe tan buena noticia recompensa las horas previamente empleadas en investigarlo, aseveró.

Casado por más de 30 años con la doctora María E. Parrilla Delgado, eminente radióloga y colaboradora de la mayoría de los 16 libros de medicina de su autoría (para una de esas obras debieron analizar los ultrasonidos de más de cien mil pacientes), confiesa que su único hobby es leer. “A eso dedico mi escaso tiempo libre, de veras no hago otra cosa, aunque a muchos les pueda parecer sumamente aburrido”.

Orgulloso de sus tres hijos, dos hembras y un varón, ninguno de los cuales es médico, el profesor Valls es feliz al dejar por escrito los conocimientos que adquirió.

“Me gusta mucho enseñar y esa es la única manera de transmitir con seguridad todo lo que aprendí a los jóvenes médicos y alumnos de la carrera. La radiología marcó para siempre mi vida, ha sido una inmensa dicha dedicarme por entero a ella”.

Por Orfilio Peláez. Foto Yaimi Ravelo
Fuente: Granma
Disponible en: http://www.granma.cu/ciencia/2015-06-19/la-radiologia-marco-mi-vida

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