La peste negra se originó en el corazón de Asia

La mayor pandemia de nuestra historia, la peste que asoló Europa en la Edad Media, comenzó sobre el año 1338 en el actual Kirguistán. Así lo revela un análisis de ADN antiguo extraído de personas que murieron por esta enfermedad, junto a los datos históricos y arqueológicos.

La peste bubónica, causada por la bacteria Yersinia pestis, entró en 1347 por el Mediterráneo a través de barcos mercantes procedentes del Mar Negro. Enseguida la enfermedad se diseminó por Europa, Oriente Medio y el norte de África, acabando con la vida de millones de personas, hasta el 60 % de la población en algunas regiones. Este brote a gran escala duró entre los años 1346 y 1353 y fue bautizado como la peste negra.

Fue la primera gran ola de varias que vendrían después, ya menos devastadoras, hasta el siglo XIX, y que en conjunto se llaman la Segunda Pandemia de Peste. La Primera Pandemia de Peste o Plaga de Justiniano había ocurrido casi 800 años antes en el Imperio bizantino.

Usando ADN antiguo de personas fallecidas por la peste negra y enterradas en cementerios de Kirguistán, se ha encontrado la cepa bacteriana que dio origen a esta pandemia e incluso una fecha de inicio: 1338

A pesar de las enormes repercusiones demográficas y sociales que tuvo la peste negra, sus orígenes y, por tanto, el de la Segunda Pandemia de Peste, han sido objeto de debate prácticamente desde que hizo su aparición: un misterio de 675 años de antigüedad que ahora parece haberse resuelto.

Un equipo de científicos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y de la Universidad de Tubinga (ambos en Alemania), la Universidad de Stirling (Reino Unido) y otros centros europeos han obtenido y estudiado antiguos genomas de Yersinia pestis que sitúan los orígenes de la peste negra en el norte de Kirguistán, un país montañoso de Asia central. Los resultados se publican esta semana en la revista Nature.

Hasta ahora una de las teorías más populares apuntaba hacia China como el foco inicial de la que se considera la mayor pandemia de la historia de la humanidad. Sin embargo, los únicos hallazgos arqueológicos disponibles procedían de necrópolis o cementerios cercanos al lago Issyk Kul, en Kirguistán.

Esos restos demuestran que una epidemia devastó una comunidad comercial local en los años 1338 y 1339. Excavaciones realizadas a finales de la década de 1880 sacaron a la luz lápidas que indican que numerosos individuos murieron en esos dos años a causa de una epidemia o ‘pestilencia’ desconocida, una pista que siguieron los autores del estudio.

Rastro de la peste en lápidas y dientes

El equipo revisó los datos históricos y arqueológicos de dos necrópolis (Kara-Djigach y Burana) donde había inscripciones sobre esa ‘pestilencia’ y analizó el ADN antiguo de siete individuos enterrados allí. Así identificaron ADN de la bacteria de la peste en tres muestras dentales correspondientes a personas fallecidas en 1338 o 1339. “Por fin pudimos demostrar que la epidemia mencionada en las lápidas fue efectivamente causada por la peste”, subraya uno de los autores, Phil Slavin, de la Universidad de Stirling.

En busca del cuándo y la cepa original

¿Pero cómo saber si lo que se había encontrado era la cepa original? La comunidad científica ya había asociado el inicio de esta pandemia con un evento de diversificación masiva de sus variantes, el llamado ‘Big Bang’ de la diversidad de la peste, que ocurrió en algún momento indeterminado entre los siglos X y XIV.

Para resolver la cuestión, los autores usaron genomas completos antiguos de Y. pestis procedentes de los dos yacimientos estudiados e investigaron su relación con lo que ya se sabía del este particular Big Bang. “Así descubrimos que las cepas antiguas de Kirguistán se sitúan exactamente en el nudo de este evento de diversificación masiva. En otras palabras, hemos encontrado la cepa origen de la peste negra e incluso conocemos su fecha exacta [1338]”, afirma la primera autora, Maria Spyrou, de la Universidad de Tubinga.

Confirmar dónde apareció por primera vez

Pero entonces surgió otra pregunta: ¿de dónde procede esta cepa?, ¿evolucionó localmente o se extendió a esa región desde otro lugar? En principio la peste no es una enfermedad de los humanos. La bacteria sobrevive en poblaciones de roedores salvajes de todo el mundo, que actúan como sus reservorios. La cepa de Asia central que causó la epidemia de 1338-1339 cerca del lago Issyk Kul debía proceder de uno de estos reservorios.

“Descubrimos que las variantes modernas más estrechamente relacionadas con esa cepa se encuentran hoy en día en los reservorios de peste alrededor de las montañas Tian Shan, muy cerca de donde se encontró esa antigua cepa. Esto apunta a un origen del ancestro de la peste negra en Asia central”, recalca otro de los autores principales, Johannes Krause, director del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva.

Al igual que la COVID, la peste negra fue una enfermedad emergente, y el inicio de una enorme pandemia que se prolongó durante unos 500 años, Johannes Krause (Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva)

En cualquier caso, “este estudio pone fin a uno de los mayores y más fascinantes interrogantes de la historia, y determina cuándo y dónde comenzó el más infame asesino de seres humanos”, concluye Slavin. Según los investigadores, su trabajo demuestra cómo la estrecha colaboración

SINC

Referencia:
Maria A. Spyrou et al. “The source of the Black Death in 14th-century central Eurasia”. Nature, 2022

Así influyó el clima del pasado en la distribución de las especies humanas sobre la Tierra

Un nuevo estudio muestra que las perturbaciones climáticas tuvieron un gran impacto en la distribución y diversificación de las especies de homininos en el Pleistoceno. La sequía extrema en el sur de África y en Eurasia contribuyó a la transición evolutiva de las poblaciones de H. heidelbergensis en H. sapiens y neandertales.

La distribución de las especies de homininos a lo largo de los últimos dos millones de años estuvo muy influida por los cambios en el clima de la Tierra, según revela un estudio publicado en la revista Nature.
https://www.nature.com/articles/s41586-022-04600-9

El trabajo, liderado por Axel Timmermann, director del Centro de Física del Clima del Instituto de Ciencias Básicas
https://ibsclimate.org/
en Corea del Sur, aporta importantes conclusiones sobre la historia de la evolución humana.

La Tierra gira alrededor del Sol en una elipse cuya forma cambia en periodos de entre 100 000 y 400 000 años. Además, el eje de la Tierra no solo modifica ligeramente su inclinación, sino que también se tambalea con un período de 20 000 años.

Estos fenómenos, llamados los llamados ciclos de Milankovitch, determinan la cantidad de radiación solar que recibe cada lugar de nuestro planeta en una latitud y un momento determinados, y provocan que se vayan alternando ciclos cálidos con otros fríos, y ciclos húmedos con otros secos. A su vez, los cambios en el clima influyen en la disponibilidad de alimento, que está ligada a la supervivencia humana y da lugar a migraciones.

La investigación explica por qué algunas especies humanas del Pleistoceno se convirtieron en errantes y comenzaron a conquistar distintos hábitats.
“Al combinar la simulación de un modelo climático realista con una extensa base de datos fósiles y arqueológicos, demostramos con una alta confianza estadística que el cambio climático del pasado determinó dónde vivían los antiguos humanos, dónde se solapaban en sus hábitats y cómo estos y sus preferencias alimentarias cambiaron con el tiempo debido a la adaptación”, explica Timmermann.

La investigación también describe cómo algunas especies humanas de mediados del Pleistoceno se convirtieron en migrantes y comenzaron a conquistar distintos hábitats.

Condiciones climáticas adversas

El estudio muestra que los cambios en los parámetros climáticos que controlan la disponibilidad de recursos alimentarios, como la temperatura, las precipitaciones y la producción primaria neta terrestre —una medida de la cantidad neta de carbono capturada por las plantas cada año—, tuvieron un gran impacto en la distribución, dispersión y diversificación de los homininos.
En concreto, el trabajo se centra en la especiación entre el Homo heidelbergensis euroasiático y los neandertales hace 400 000 años y el Homo heidelbergensis del sur de África y el Homo sapiens hace entre 300 000 y 200 000 años.

En aquel momento, las perturbaciones climáticas masivas (como las sequías en el sur de África) redujeron el tamaño de las poblaciones, lo que pudo provocar una disminución del acervo genético. Este es el catálogo de alelos —formas que pueden adoptar los genes— presentes en todos los miembros de una población, y determina su capacidad para adaptarse a circunstancias y sobrevivir. Como consecuencia, solo los subgrupos genéticamente más adaptados al entorno sobrevivirían.

Las perturbaciones climáticas redujeron el tamaño de las poblaciones, lo que pudo haber provocado una disminución en el acervo genético

“Las condiciones climáticas duras y persistentes pueden crear una presión de selección y una deriva genética que, a su vez, puede conducir a eventos de especiación y a una transición gradual de una especie a otra”, explica el investigador.

Los autores indican que las condiciones de sequía extrema en el sur de África y en Eurasia hace 300 000 y 400 000 años contribuyeron a la transformación evolutiva de las poblaciones de H. heidelbergensis en H. sapiens y neandertales, respectivamente.

Migración, encefalización y adaptación

Durante el Pleistoceno temprano, los homininos se asentaron en entornos con escasa variabilidad climática. Sin embargo, hacia el final de esta era, se convirtieron en errantes y se adaptaron a una amplia gama de condiciones climáticas.
“Esto condujo a una gran expansión de sus hábitats, desde las regiones semiáridas hasta las primeras regiones boreales”, indica el experto. La adaptación a nuevos ambientes fue posible gracias a un incremento en el tamaño del cerebro, herramientas de piedra más sofisticadas y la habilidad de controlar el fuego.
Los neandertales fueron una excepción, ya que permanecieron en un rango climático muy limitado durante toda su existencia como especie. En cambio, H. sapiens fue capaz de adaptarse (mediante la encefalización y las habilidades cognitivas y sociales) a entornos extremos, desde los desiertos tropicales hasta los árticos.
De esta manera, los autores proponen que la migración, la encefalización y la adaptación son tres procesos que se retroalimentan y que están detrás de la evolución de nuestra especie.
“La migración a nuevos entornos climáticos puede suponer un reto para la supervivencia humana. Esta presión puede llevar a una selección de grupos con mejores habilidades cognitivas o sociales, que a su vez tendrán una mayor ventaja para expandirse aún más en su rango geográfico y hábitat. Por lo tanto, una mejor adaptación climática conducirá a la ampliación del hábitat, lo que puede promover aún más dicha adaptación”, concluye Timmermann.
Fuente: SINC

https://www.agenciasinc.es/Noticias/Asi-influyo-el-clima-del-pasado-en-la-distribucion-de-las-especies-humanas-sobre-la-Tierra

Referencia:
Timmermann et al. (2022) “Climate effects on archaic human habitats and species successions”. Nature
https://www.nature.com/articles/s41586-022-04600-9