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Investigación demuestra que el café y el té mejoran la salud ocular

Beber entre dos y tres tazas de café o cuatro tazas de té al día mejora la salud de la mácula lútea, la parte de la retina responsable de la visión central, sugiere un estudio realizado por un equipo de científicos chinos.

El té y el café hacen que la capa de fibras nerviosas retinianas sea más gruesa, lo que reduce el riesgo de neurodegeneración, es decir, de degeneración progresiva y muerte de las neuronas, informa Medical Xpress.

Una nueva investigación liderada por Lisa Zhuoting Zhu utilizó el grosor de la capa de fibras nerviosas retinianas como medida de la salud del cerebro: «Cuanto más delgada es la capa, mayor es el riesgo de neurodegeneración», explicó Zhu.

La mácula es la parte central de la retina, en la parte posterior del ojo, que nos brinda una visión nítida. Las fibras nerviosas de la retina conforman una capa delgada de células nerviosas que transmiten la información visual del ojo al cerebro, describe el artículo.

«Nuestros hallazgos indican que, si consumimos de dos a tres tazas de café o más de cuatro tazas de té al día, el grosor macular aumenta», señaló Zhu.

El equipo llegó a esta conclusión mediante el análisis de los datos obtenidos de 35.000 voluntarios. Los participantes del estudio fueron divididos en cuatro grupos, según la cantidad de tazas de té o café que consumían al día.

Revisaron los ojos de todos los sujetos con tomografías de coherencia óptica (que usan ondas de luz para obtener imágenes en corte transversal de la retina). Al finalizar la investigación, resultó que quienes bebían entre dos y tres tazas de café al día presentaban un aumento significativo del grosor en la capa macular. Los que bebían más de cuatro tazas de té al día obtuvieron un resultado similar.

Los científicos señalan que el café instantáneo podría ser un factor de riesgo para cuestiones de salud, incluidas enfermedades neurodegenerativas.

Fuente: RT

 

La enfermedad renal crónica promueve las microhemorragias cerebrales

Investigadores de diversos centros estadounidenses han hallado un vínculo entre la pérdida de función del riñón y la incidencia de microhemorragias cerebrales (MHCs), las cuales son consideradas un importante componente de la patología microvascular en este órgano. Tras inducir enfermedad renal crónica en ratones, los científicos constataron que las MHCs asociadas a las elevaciones en los niveles séricos de creatinina y cistatina C tienen lugar en ausencia de variaciones de la presión arterial. Estos animales también presentaron signos de extravasación del fibrinógeno a través de la barrera hematoencefálica (BHE) y de activación de la microglía. Este último efecto resultó ser particularmente relevante, ya que la formación de MCHs pudo ser revertida mediante la administración oral de un fármaco que ocasiona la depleción de estas células inmunitarias cerebrales, sin afectar los niveles séricos de creatinina.

Mark Fisher, investigador de la Universidad de California y director del estudio, afirma que la incidencia de MHCs fue mayor en los machos, los cuales también exhibieron niveles circulantes más altos de creatinina. En experimentos ulteriores se demostró que tanto el suero de estos animales como la combinación formada por urea y toxinas urémicas intestinales reducen la resistencia eléctrica transendotelial, parámetro que refleja la integridad de la BHE. Fisher concluye indicando que la edad representa un factor de riesgo de MHCs, ya que, a diferencia de lo observado en animales jóvenes, la inducción de enfermedad renal en los de edad avanzada no requiere la administración de estímulos proinflamatorios. El estudio también pone de manifiesto la relevancia de los cambios del microbioma intestinal con el avance de la edad, lo que puede resultar en la producción de toxinas bacterianas con capacidad de causar disrupción de la BHE.

Fuente: IMMédico

 

El origen remoto del parásito de la malaria se encuentra en los chimpancés

El parásito de la malaria, el plasmodium falciparum, que cada año se cobra un millón de vidas (la mayoría niños en países del tercer mundo) se originó en chimpancés y dio el salto a los seres humanos hace unos 2-3 millones de años en África ecuatorial, utilizando como vector al mosquito. El parásito dio el saltó desde otra especie a los humanos igual que ha ocurrido con virus como el HIV, el SARS o, más recientemente, la gripe A. Así lo indica un estudio en el que han participado investigadores de las universidades norteamericanas de Massachussets, Stanford y California, del Max Planck Institute de Alemania y de la oficina de la OMS en Costa de Marfil. Los resultados se publican hoy en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

Para llegar a esta conclusión, se comparó el material genético del plasmodium falciparum con el de otro parásito muy extendido entre los chimpancés, el plasmodium reichenowi. Hasta ahora, se había asumido que ambos habían coexistido de forma separada durante millones de años, en nuestros antecesores humanos y en los chimpancés. Sin embargo, el análisis filogenético ha permitido establecer que los dos parásitos son, entre ellos, los parientes más cercanos. Incluso más que otros plasmodium que también enferman a los humanos. Dada su proximidad genética, los investigadores han concluido que el plasmodium falciparum proviene del plasmodium reichenowi, y que las modificaciones que dieron lugar al nuevo microorganismo se originaron en un mismo huésped, el chimpancé.

Al comparar sus genes una de las pocas pero grandes diferencias que se han observado consiste en que en la especie que afecta a los chimpancés tiene un gen desactivado, el CMAH, que actúa sobre ciertos precursores, lo que hacen que los humanos sean resistentes a su infección. Sin embargo, en el p. falciparum, muy virulento para las personas, estos precursores se encuentran sobrexpresados. Precisamente, su agresividad es lo que ha llevado a los científicos a sospechar que su origen sólo podía estar en un huésped no humano y que, posteriormente había dado el salto entre especies. Eso pudo haber ocurrido hace unos 2-3 millones de años, aunque dada la proximidad genética de ambos los investigadores no descartan que ocurriera aún más recientemente, hace 10.000 años.

Actualmente, el plasmodium falciparum afecta, sobre todo a países africanos, Asia y en parte de América Latina. En el estudio, los autores explican la expansión mundial del parásito por África hasta el mundo entero con dos hipótesis. Una de ellas, podría ser que en un momento dado, por algún motivo se redujese la diversidad genética del parásito. Otra, que los cambios ambientales que se dieron en el neolítico, con la introducción de la agricultura y la deforestación, que favorecieron la aparición de zonas con aguas estancadas, dieron como resultado un entorno ideal para alimentar al mosquito anopheles, el vector del parásito, y favorecer su evolución y dispersión. Los investigadores esperan que la comparación de los dos parásitos, el del chimpancé y el humano, permitirá validar alguna de estas hipótesis.

Fuente: El País

Olivia Farnsworth, la niña que no siente dolor, hambre o sueño

Aunque en el mundo hay más de 15.000 casos de anomalías derivadas de cromosomas, los especialistas aseguran que este es el único caso en el que se evidencian los tres síntomas en una sola persona.

Olivia Farnsworth, una niña que no siente dolor, hambre o sueño. La ausencia de estas sensaciones se debe a que a ella le falta parte del cromosoma 6.

Sus padres se dieron cuenta de este problema médico después de que Olivia tuviera un accidente cerca de casa. La niña fue atropellada y arrastrada por más de 20 metros, pero en lugar de Ilorar y lamentarse por el dolor, solo se levantó y preguntó qué era lo que había pasado.

Si bien, a Olivia no le da sueño ni hambre, necesita hacerlo para seguir viviendo, es por eso que su madre la obliga a comer y toma somníferos para poder dormir.

Fuente: Exploring Your Mind

 

 

La práctica de boxeo por personas con enfermedad de Parkinson tiene beneficios

Una nueva investigación de la Universidad Edith Cowan (ECU) llevada a cabo en colaboración con el Instituto Perron y el boxeador Rai Fazio ha demostrado que este deporte -sin oponente- podría ser una valiosa forma de mejorar la calidad de vida de las personas que padecen la enfermedad de Parkinson (EP).

Colaborando también con el Hospital Sir Charles Gairdner y la Universidad de Australia Occidental, los investigadores de la ECU hicieron que 10 personas con EP en fase inicial realizaran tres sesiones de boxeo de una hora a la semana, durante 15 semanas.

En lugar de un oponente, el grupo luchó contra una unidad de boxeo Fightmaster, un dispositivo disponible en el mercado que cuenta con 11 blancos de golpeo acolchados montados en un soporte.

El programa constaba de tres segmentos distintos: una introducción al boxeo, un componente de alta intensidad y un segmento de desafío cognitivo.

Los participantes completaron «asaltos» de entre dos y tres minutos en los que debían golpear las distintas almohadillas en diferentes secuencias, seguidos de un máximo de dos minutos de descanso. Cada actividad fue monitoreada y se respetaron los parámetros de seguridad necesarios.

Tras el programa de 15 semanas, nueve de los 10 participantes mejoraron su puntuación en la Escala Unificada de Calificación de la Enfermedad de Parkinson, una herramienta utilizada para medir la progresión y gravedad de la EP.

El grupo también reportó una reducción en la fatiga y mejoras en el sueño.

El Dr. Cruickshank dijo que el boxeo en grupo tiene el beneficio de combinar muchos aspectos de la terapia, como el ejercicio, la estimulación cognitiva y la socialización en un solo ejercicio.

«En el pasado, podría haber estado trabajando con personas con Parkinson y tendríamos ejercicios en un gimnasio, luego un programa separado de entrenamiento cognitivo computarizado, y otro evento para el aspecto social», dijo.

«Con el boxeo, podemos combinar todo eso y ofrecerlo muy rápidamente, lo que hace que todo sea más agradable y que la gente lo siga».

Una opción factible

A pesar de la alta intensidad de muchos de los entrenamientos, los participantes no informaron de ningún aumento del dolor muscular a causa del programa, ni de lesiones importantes, algo que cabría esperar en personas con EP.

Lo más importante es que todas las personas completaron el programa de 15 semanas con casi el 97% de las sesiones de entrenamiento.

«De hecho, cuando terminamos el estudio, todos decidieron comprar un Fightmaster e instalarlo en su casa», dijo el Dr. Cruickshank.

El Dr. Cruickshank dijo que esperaba que los programas de boxeo pudieran aplicarse pronto al tratamiento de la EP en un futuro no muy lejano.

«Ahora sabemos que es seguro, bien tolerado y que la gente lo disfruta», dijo.

«Una vez que hayamos establecido la eficacia terapéutica con ensayos más amplios, entonces estará listo para implantarse en la comunidad».

 

Fuente: MedicalXpress

 

Las primeras cirugías de cataratas la realizaron los egipcios

La primera documentación de cirugía de cataratas se encontró en la tumba de un cirujano egipcio. Se estima que fue pintado en 2630 a. C. La representación parece mostrar una cirugía de cataratas hecha a un obrero. También se pueden ver herramientas de bronce que podrían haberse utilizado en el procedimiento.

La técnica que utilizaban los egipcios era conocida como Técnica de la Reclinación, que consistía en introducir en el ojo una aguja y con un movimiento despegar el cristalino opacificado y se enviaba al vítreo.

Los métodos inventados en la antigüedad fueron usados durante siglos. Juan II, padre de Fernando el Católico, perdió la vista de sus dos ojos durante su reinado. Leridano Abiabar un médico judío, le realizó una operación que le devolvió la vista, primero en el ojo derecho y un mes más tarde en el ojo izquierdo. La técnica usada fue la propia Reclinación del Cristalino. Aún hoy en día esta técnica se sigue utilizando en regiones de África y Asia.

No fue hasta 1748 cuando el francés Jacques Daviel implantó la técnica extracapsular, partiendo del método tradicional, realizando una incisión en la parte inferior de la córnea para extraer el resto de cristalino comprimiendo el ojo con un vendaje.

Fuente: Vistaláser Oftalmología

 

Uno de los múltiples avances de la medicina, derivado de las investigaciones y trabajos de médicos y cirujanos, es el conocimiento de la diabetes mellitus

 

La diabetes mellitus es una enfermedad milenaria. Desde 1,500 años antes de nuestra era se conocía su lenta y penosa evolución en un individuo que perdía peso, estaba sediento todo el día, orinaba sin cesar y moría pronto. De ahí su nombre, diabetes, de la necesidad exagerada de emisión de orina o poliruria. Siglos después, en 1673 Thomas Willis añadió el nombre de mellitus (semejante a la miel) por el sabor que tenía la orina de estos enfermos.

Durante siglos no hubo avance en el manejo de esta enfermedad y a finales del siglo XIX el papel del páncreas en el proceso fue conociéndose cada vez más. El célebre doctor Claude Bernard participó en estos estudios y muchos investigadores trataron de desarrollar técnicas para extraer las sustancias del páncreas que pudieran aliviar la diabetes.

Fueron dos investigadores Frederick G. Banting y Charles Best quienes en su laboratorio de Toronto aislaron la sustancia que llamaron isletina (por proceder de los islotes de Langerhans) y en 1922 la aplicaron por primera vez a un joven diabético, Leonard Thompson. Los resultados fueron alentadores y poco después la hija del Gobernador de Nueva York, Elizabeth Huges recibió el tratamiento con un éxito rotundo. Los investigadores publicaron su trabajo, por el que recibieron el premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1923.

El estudio del funcionamiento del páncreas y de las sustancias que podrían aliviar la diabetes mellitus continuó, en 1959 apareció la metformina, en 1958 la sulfonilurea y a partir de entonces se han diseñado nuevos fármacos que permiten que el individuo con diabetes tenga un control adecuado de su enfermedad.

Fuente: SciELO

Referencia Bibliográfica: Álvarez-Cordero, R. (abril/junio, 2017). Del descubrimiento de la insulina a la cirugía metabólica de la diabetes. SciELO, 15(2).

 

El consumo frecuente de alimentos fritos está posiblemente relacionado con la ansiedad y la depresión

Un equipo de científicos de la alimentación de la Universidad de Zhejiang, en China, ha descubierto una posible relación entre el consumo frecuente de alimentos fritos y el aumento de los niveles de ansiedad y depresión en los consumidores. En su estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, el grupo describe el análisis de los datos de 140.728 pacientes.

El equipo de investigación señaló que investigaciones anteriores habían establecido vínculos entre los patrones dietéticos occidentales y los problemas de salud mental. Sospechando que al menos algunas de las pruebas podrían remontarse al consumo frecuente de alimentos fritos, el equipo comparó las tasas de ansiedad y depresión declaradas con los relatos de conductas alimentarias que incluían el consumo frecuente de alimentos fritos.

Descubrieron que los que declaraban comer muchos alimentos fritos tenían más probabilidades de que se les diagnosticaran síntomas de ansiedad y/o depresión. Más concretamente, descubrieron que los síntomas aumentaban entre un 7% y un 12% en las personas que declaraban comer este tipo de alimentos, y que el mayor riesgo parecía estar asociado al consumo de patatas fritas en forma de papas fritas.

Para averiguar por qué el consumo de este tipo de alimentos puede aumentar las probabilidades de sufrir problemas de salud mental, el equipo aisló la acrilamida (un compuesto orgánico cristalino soluble en agua), que describen como un contaminante alimentario que aparece cuando se fríen los alimentos.

Probaron el impacto de la acrilamida en el pez cebra y descubrieron que reducía su afán por explorar nuevos territorios y su sociabilidad, ambos signos de escototaxis y trigmotaxis, que son comportamientos de los peces que se cree que son similares a la ansiedad y la depresión en los humanos. También descubrieron que el consumo de acrilamida reducía la expresión de tjp2a, que desempeña un papel en la permeabilidad de la barrera hematoencefálica.

Fuente: MedicalXpress

El cáncer es una de las tres primeras causas de muerte en Cuba

Desde 1970, el cáncer constituye una de las tres primeras causas de muerte en Cuba, y desde 2000 es la primera causa de años de vida potencialmente perdidos, según el sitio web del Ministerio de Salud Pública (Minsap).

El doctor Carlos Alberto Martínez Blanco, jefe de la Sección de Control del Cáncer, del Minsap, explicó que el comportamiento de esta enfermedad impone nuevos retos en el abordaje y la necesidad de establecer alianzas que permitan perfeccionar la estrategia de intervención, sobre la base del fortalecimiento de las acciones de prevención y promoción en la atención primaria de Salud.

Según el Anuario Estadístico, al cierre de 2021 se reportaron 26 791 fallecidos por esta enfermedad, de ellos, 15 450 hombres y 11 341 mujeres.

Las principales localizaciones en el sexo masculino fueron próstata; tráquea, bronquio y pulmón; intestino, excepto recto; laringe; y labio y cavidad bucal; mientras que en el sexo femenino correspondieron a tráquea, bronquio y pulmón; mama; intestino, excepto recto; otras partes del útero y el cuello uterino.

La incidencia se concentra, en mayor medida, en la piel para uno y otro sexo, seguido en los hombres por el cáncer de próstata; bronquio y pulmón; labio y cavidad bucal; y colon, y en las mujeres por los de mama; bronquio y pulmón; colon; y cuello uterino.

Es preciso elevar el conocimiento de la población, incrementar el autocuidado y la autorresponsabilidad, e incentivar la atención temprana, que repercute en mayores probabilidades de supervivencia y mejor calidad de vida.

En la región latinoamericana, el cáncer representa la segunda causa más frecuente de morbilidad y mortalidad, después de las enfermedades cardiovasculares.

La Organización Panamericana de la Salud (ops) estima que cuatro millones de personas fueron diagnosticadas en 2020, y 1,4 millones fallecieron por esta causa.

El organismo internacional alerta que la carga de la enfermedad aumentará aproximadamente en un 60 % en las próximas dos décadas, lo que afectará aún más los sistemas de Salud, las personas y las comunidades.

El padecimiento puede prevenirse y controlarse implementando estrategias basadas en la evidencia para la prevención y detección tempranas.

Fuente: Granma

¿Los delfines pueden automedicarse?

Un grupo internacional de científicos reveló que los delfines mulares del Indo-Pacífico se curan las infecciones de la piel frotándose contra ciertos tipos de corales y esponjas marinas.

Angela Ziltener, bióloga de la Universidad de Zúrich (Suiza), comentó que hace 13 años notó por primera vez como unos delfines rozaban sus cuerpos contra un coral que se encontraba en aguas del norte del mar Rojo, en las costas de Egipto. Esto la llevó a ella y a su equipo a preguntarse por qué esos cetáceos eran selectivos con los corales en los que se frotaban.

Los autores de la investigación, publicada en la revista Science, pudieron detectar y recolectar los corales que empleaban los delfines para restregarse, ya que lograron ganarse la confianza de los animales.

Esperan también identificar qué corales y esponjas se emplean para partes específicas del cuerpo de los delfines.

 

Tribuna de La Habana

Cómo se inició la vacunación en Cuba

El 10 de febrero de 1804 el médico habanero Tomás Romay y Chacón halló la posibilidad de introducir y propagar la vacuna contra la viruela en la Isla.

En estos largos meses en que la COVID-19 ha marcado el día a día de los cubanos y en los que tanto se habla de vacunas y candidatos vacunales, cabe recordar que hace 217 años que se inició la vacunación en Cuba. En efecto, el 10 de febrero de 1804 el médico habanero Tomás Romay y Chacón halló la posibilidad de introducir y propagar la vacuna contra la viruela en la Isla.

Hablamos de una figura cimera de la Medicina cubana. Dotó de una visión científica a su profesión y estableció la primera clínica médica que existió en La Habana. Estuvo entre los fundadores del Papel Periódico y dirigió la Sociedad Económica de Amigos del País. Fue tesorero de la Universidad, donde ejerció además como profesor de Anatomía y decano de su Escuela de Medicina. Fue cercano colaborador del capitán general Luis de las Casas, y a él se debe, con el apoyo del obispo Espada, la supresión de la práctica de los enterramientos dentro de las iglesias. Pero ha pasado a la historia, sobre todo, por haber iniciado la vacunación en Cuba. Representa, escribió el ensayista Félix Lizaso, la más clara conciencia científica unida al más acendrado desvelo patrio.

Viruela de las vacas

La viruela fue uno de los grandes azotes de la Humanidad. Una de las enfermedades infecciosas más temidas por su letalidad y secuelas. Sucedía, sin embargo, algo notable: quienes no morían por su causa, quedaban protegidos contra una infección posterior. De ahí que se procurara provocar el contagio de manera artificial, bien por usar las ropas de un enfermo o por dejarse pinchar con agujas embarradas del pus que emanaba de sus llagas.

En los años postreros del siglo XVIII se propagó la noticia de que en Inglaterra se había encontrado un material ideal para la vacunación. Su descubridor fue el médico inglés
Edward Jenner (1749-1823) al observar que las vacas sufrían una enfermedad con la misma apariencia que las costras de la viruela. Llamó a esa enfermedad «viruela de las vacas» y advirtió que las personas que manipulaban a bovinos enfermos se infectaban y padecían de costras en manos y brazos. En una finca cercana enfermaron de viruela varias vacas y una muchacha contrajo la enfermedad. Con la sustancia obtenida de las costras de la enferma, Jenner vacunó a un niño de ocho años de edad que se repuso pronto tras sufrir los síntomas característicos del mal.

Luego lo vacunó con la viruela verdadera, sin que presentara reacción alguna. Meses más tarde repitió la prueba sin complicación alguna.
Los médicos cubanos conocieron el procedimiento de la inoculación preventiva en 1802, apunta el investigador José Antonio López Espinosa en un brillante acercamiento al tema, del que se nutre el escribidor. Añade que los ejecutivos de la Sociedad Económica, impuestos de la eficacia del procedimiento y su creciente aceptación en el mundo civilizado, consideraron oportuno ponerlo al alcance de los médicos cubanos.

Se confió a Romay la tarea de decidir si se publicaba o no en La Habana la traducción de una obra sobre el tema publicada originalmente en Francia y la de dirigir la operación de provocar la erupción de la viruela por vía artificial. Recibió virus vaccinal, que aplicó sin éxito, y no logró encontrarlo cuando la Sociedad le encomendó que lo buscase él mismo.

Llega el virus

Así, el 10 de febrero de 1804 arribaba a La Habana María Bustamante. Procedía de Aguadilla, en Puerto Rico, y el día anterior a su salida había hecho vacunar a un único hijo, de diez años de edad, y a sus dos criaditas, de seis y ocho años. Cuatro o cinco días después de la vacunación se formó un grano vaccino en cada uno de los vacunados, que no sintieron molestia ni incomodidad alguna. Al entrar al puerto habanero todos los granos estaban en perfecta supuración.

Una mujer que visitó a la Bustamante se presentó en la residencia de Romay en compañía del menor de sus dos hijos y la mayor de las criaditas vacunadas. Sin perder tiempo Romay tomó pus del grano de la muchachita y de inmediato vacunó al hijo de su visitante y a sus propios dos hijos mayores. Lo visitó el niño vacunado en Aguadilla y de su gano extrajo un pus líquido y transparente con el que vacunó a otros cinco infantes y a dos criados, mientras que con el pus de la menor de las criaditas inmunizó a cuatro criados y a una niña; los vacunados fueron cuarenta y dos personas en total, desde el menor de sus hijos, de 29 días de nacido, hasta personas mayores de 40 años.

El 26 de mayo de 1804 llegaba a La Habana la expedición dirigida por Francisco Xavier de Balmis que recorría los dominios españoles con el objetivo de llevarles la vacuna. Aquí el jefe del grupo quedó gratamente impresionado con el trabajo de Romay y lo calificó de «sabio» en el documento en el que relató al monarca español los pormenores de su empresa. Propuso Balmis asimismo que se crease aquí una Junta Central de Vacunas, que designó a Romay su secretario ejecutivo, cargo que el médico cubano mantuvo durante 30 años en los que dio muestras de su constancia sorprendente y su celo inusitado.

El médico número 33

Nació Tomás Romay y Chacón en la calle Empedrado entre Compostela y Habana, y fue el mayor de 18 hermanos. Un tío sacerdote lo embulla para que matricule en el Seminario de San Carlos y obtiene allí el título de Bachiller en Artes. Quiere el tío que estudie Medicina, pero la vida parece llevarlo por otro rumbo. Se siente el joven atraído por las Humanidades e inicia estudios de Derecho, matricula Filosofía y asume la cátedra de Texto Aristotélico, que le vale la licenciatura y el magisterio en Arte. Sigue al fin las recomendaciones del tío; obtiene su título ante el Protomedicato y gana los grados de licenciado y doctor. Es el médico número 33 que egresa de la Universidad de La Habana.

Alterna con lo más brillante de la intelectualidad de su época y son notables sus tertulias y representaciones teatrales que auspicia en su casa, en las que, bajo su dirección, actúan sus hijos —tiene siete—. Luz y Caballero es uno de sus yernos. No olvida su afición por las letras y escribe crónicas, versos y relatos, pero su labor como escritor es secundaria. Su estilo, dicen los que lo han leído, es confuso y ampuloso, lleno de un vacuo retoricismo. Sin embargo, ningún escritor en su tiempo fue más celebrado que Romay. Influía sin duda en ello la estimación de que gozaba el buen doctor, por sus cualidades de carácter y sus servicios eminentes a la sociedad. Otra cosa es su literatura científica. No faltan los que consideran a su Disertación sobre la fiebre amarilla llamada vulgarmente vómito negro como el primer trabajo notable de la bibliografía médica cubana. De mucha cuenta es además su Memoria sobre los cementerios fuera del poblado.

Escribe José López Sánchez, uno de sus biógrafos:
«No alimentó la menor sombra de un interés mercantilista. En los postreros años de su vida, cuando las necesidades económicas lo apremiaban, recabó del Ayuntamiento el pago de lo que le adeudaban y el propio Cabildo se llenó de admiración por la paciencia que había mostrado, permaneciendo cinco años sin percibir su remuneración y sin haber hecho, como otros profesores, reclamación alguna sobre ella».
Tomás Romay, introductor de la vacunación en Cuba, murió en La Habana el 30 de marzo de 1849, a los 85 años de edad. En 1858 uno de sus hijos publicó una edición de sus textos. Sus Obras Completas aparecieron en 1964, en ocasión del bicentenario de su natalicio, compiladas por el investigador César Rodríguez Expósito.

El Ayuntamiento de La Habana colocó en la casa natal del eminente médico una tarja que dice:

¡Honra y prez a la Medicina española!
En esta casa nació el día 21 de diciembre de 1764
El Dr. Tomás Romay y Chacón,

Sabio médico y escritor insigne, a quien la isla de Cuba
Debe entre otros grandes beneficios
El de la introducción y propagación de la vacuna
El Ayuntamiento de La Habana
Acordó consagrar este recuerdo a su memoria
El día 12 de agosto de 1887, Bajo los auspicios del Excmo. Sr. Gobernador Y Capitán General D. Sabás Marín

Juventud Rebelde