Profesor Francisco Lancís Sánchez fue un paladín de la ética médica

Resumir la vida del Profesor Francisco Lancís Sánchez en breves palabras se hace muy difícil si se tiene en cuenta su larga y fructífera trayectoria en la vida médica de Cuba y, sobre todo, en la docencia de la medicina legal y de la ética y deontología médica. Por tal razón este artículo sólo pretende esbozar los hechos más significativos de su vida profesional y académica con el objetivo de rendir tributo a su memoria en el centenario de su natalicio y propiciar la reflexión entre los jóvenes profesionales y estudiantes de las ciencias médicas acerca del valor de esta figura paradigmática en la formación de varias generaciones de médicos, entre quienes se encuentra el propio autor de este trabajo de agradecimiento a sus enseñanzas.

Nació el profesor en La Habana, el 13 de marzo de 1906, se graduó de doctor en medicina en la Facultad de Medicina y Farmacia de la Universidad de La Habana el 29 de junio de 1929 y comenzó su práctica en el terreno de la medicina legal el 1ro. de diciembre de 1933 al ser nombrado médico del Servicio Médico Forense Municipal de La Habana. Pero su gran formación como médico legista y como docente la va a recibir en la Cátedra de Medicina Legal y Toxicología donde ingresó como adscripto, mediante concurso, en el mes de octubre del año 1938.

ANTECEDENTES DE LA ENSEÑANZA DE LA MEDICINA LEGAL EN CUBA

En Cuba, los primeros cursos de pregrado sobre medicina legal los imparte el médico español José de Lletor y Castroverde en el Real Colegio Seminario de San Carlos y San Ambrosio de La Habana, a partir del año 1839. Tres años después, en 1842, cuando se produce la gran reforma universitaria, que secularizó la antigua Real y Pontificia Universidad del Máximo Doctor San Jerónimo de La Habana, se creó la asignatura de Medicina Legal y Toxicología, formando cátedra con otras varias hasta 1866 en que se independizó.

No pocas destacadas figuras de la medicina cubana impartieron la asignatura durante los siglos XIX y XX ; pero en estos breves apuntes son de destacar el sucesor del citado doctor Lletor de Castroverde, el doctor Ramón Zambrana y Valdés, sabio médico y humanista, primer cubano que enseñó esta materia y al que se le considera como el precursor de la medicina legal como ciencia verdaderamente constituida; el doctor José Pulido y Pagés, que se destacó en el terreno de la psiquiatría legal; el doctor Tiburcio Pérez Castañeda Triana, que profundizó en el campo de la toxicología; el doctor Jorge Le-Roy y Cassá, quien inició la enseñanza práctica en los laboratorios.

FORMACIÓN DOCENTE DEL PROFESOR FRANCISCO LANCÍS

En el siglo XX, el doctor Raimundo de Castro y Bachiller, Profesor Auxiliar desde 1917, y Profesor Titular al frente de la Cátedra a partir de 1923, da inicio a la transformación de la enseñanza de la asignatura que de eminentemente teórica la convierte en teórico-práctica con la reorganización de los laboratorios de investigaciones, la fundación de una biblioteca especializada, la creación de un museo docente, que aún perdura y, sobre todo, llevar a los alumnos al Necrocomio de La Habana donde, con la colaboración de otra gran figura de la medicina legal cubana, el doctor Antonio Barreras y Fernández, su director, lograron el acceso de los educandos a las demostraciones prácticas de las necropsias médico-legales.1

Es en este medio donde trabajará y se formará como docente universitario el doctor Francisco Lancís, al lado de su maestro, el profesor Castro y Bachiller, con razón considerado como el creador de la Escuela Cubana de Medicina Legal. No obstante, su vocación como docente comenzó a manifestarse mucho antes de graduarse como médico, impartiendo la asignatura de Ciencias Naturales en el colegio Cuba, entre 1926 y 1928, y después de graduado, a partir del año 1930, cuando impartía Física y Química Aplicadas en la Escuela Técnica Industrial de Rancho Boyeros, y Obstetricia Legal y Legislación Sanitaria en la Escuela de Comadronas de la Universidad de La Habana, desde el año 1939 hasta 1957.

Paralelamente continúa el desarrollo de su carrera profesoral en la Cátedra donde es nombrado, como Instructor, también por concurso, en el mes de noviembre del año 1943 y como médico asociado con funciones docentes, en octubre de 1946, nombrado por el Decano de la Facultad de Medicina a propuesta de los tres profesores de la Cátedra.

En el año 1954 realiza sus famosas oposiciones para ingresar oficialmente en el profesorado universitario que trascendieron, entre otras cuestiones, al obtener 100 puntos en cada uno de los cinco ejercicios del concurso-oposición e incluir en el programa que presentó en forma de libro 6 lecciones de Moral o Ética Médica, convirtiéndose desde entonces en verdadero impulsor y símbolo viviente de la ética médica en Cuba.2

SU DECISIÓN AL TRIUNFO REVOLUCIONARIO

Al producirse el triunfo revolucionario del 1ro. de enero de 1959, se inicia un proceso de lucha ideológica en la Universidad de La Habana, que se traduce en la Escuela de Medicina en la renuncia masiva de profesores, excepto un pequeño grupo de patriotas, entre quienes se encuentra el Profesor Francisco Lancís Sánchez. A mediados del siguiente año, asciende a Profesor Titular, jefe de la Cátedra, denominada posteriormente Departamento de Medicina Legal y Toxicología.

Durante este último período se destaca su labor docente, al personalmente dirigir e inaugurar la extensión de la enseñanza de la Medicina Legal como asignatura del currículo de la carrera de medicina en las universidades de Oriente y de Las Villas, y en las sedes universitarias de Matanzas y Pinar del Río, así como en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana y en diversos cursos organizados por el Ministerio del Interior y la fiscalía general de la República.

También dirige la confección del primer programa para la formación de especialistas de Medicina Legal mediante el sistema de la residencia con la óptica, no sólo de formar los especialistas tan necesarios en esos momentos para la extensión de los servicios medicolegales a todo el país, sino de crear la cantera de nuevos docentes que pudieran dar respuesta al incremento de la matrícula en las facultades existentes y en las que se iban creando en las demás provincias del país.

LA TRASCENDENCIA DE SU MAGISTERIO Y SU OBRA CIENTÍFICA

Su trascendencia en la medicina cubana desborda el ámbito de la Medicina Legal. Sus aportes y experiencias de muchos años en materia de Ética Médica, Toxicología y Medicina del Trabajo lo convirtieron en consultor obligado en estas ciencias. Estos aportes se concretaron en distintas publicaciones, tales como el Tratado de Medicina Legal y Toxicología (1946) -en el que colaboró con su maestro el profesor Castro y Bachiller-, sus posteriores libros de texto Conferencias de Medicina Legal (1960); Lecciones de Medicina Legal (1962, 1964,1971 y varias reimpresiones), Lecciones de Toxicología (sin fecha), Nociones de Medicina Legal (1970, 1981 y 1983) y su obra póstuma, el libro Medicina Legal (1999) elaborado con un colectivo de sus alumnos como coautores, dedicó siempre un capítulo a deontología y diceología médicas.1-6

Además, destacadas fueron también sus colaboraciones sobre ética médica, como el libro Temas de Ética Médica (sin fecha), editado por el Departamento de Psicología Médica del Instituto de Ciencias Básicas y Preclínicas “Victoria de Girón”, y en otros, tales como, higiene y medicina del trabajo; terapéutica clínica e historia de la medicina.

También publicó varios folletos para la docencia de obstetricia legal y más de 100 artículos científicos sobre medicina legal, ética médica, toxicología, medicina del trabajo e historia de la medicina cubana, publicados en distintas revistas nacionales y de otros países. Entre los trabajos publicados referidos a la ética merecen destacarse: “La Ética dictado supremo de la medicina cubana”, “Importancia de la Ética Médica para el logro del objetivo de convertir a Cuba en una potencia médica mundial” y “La Ética Médica en la formación de los estudiantes de medicina”, los tres aparecidos en 1987.

Por su labor continuada en el campo de la ética médica y por el ejemplo de su limpia vida ciudadana, profesional y profesoral, ya desde el año anterior (1986), al crearse la Comisión Nacional de Ética Médica, había sido designado su presidente, con el pleno reconocimiento de todos los profesionales de la salud cubanos.

Por su meritoria y trascendente labor académica y científica alcanzó también las categorías de Doctor en Ciencias Médicas y Profesor de Mérito del Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana, amén de numerosas condecoraciones, órdenes y medallas.

CONSIDERACIONES FINALES

La destacada labor del Profesor Francisco Lancís Sánchez en el terreno de la medicina legal, sobre todo después del triunfo revolucionario, hace que se le considere, con justeza, la figura más destacada de la especialidad en la segunda mitad del siglo XX y, además, como el salvador y engrandecedor de esta ciencia en nuestro medio.

Sencillez, modestia, sensibilidad, dedicación, ejemplo constante son características de la vida del Profesor que todos deberíamos imitar y que lo llevaron a desempeñar la Presidencia de la Comisión Nacional de Ética Médica, desde que fue creada hasta su fallecimiento, el 3 de marzo de 1993.

Fuente: Ponce Zerquera Francisco. El profesor Francisco Lancís Sánchez, en el centenario de su nacimiento. Rev Cubana Salud Pública  [Internet]. 2007  Dic [citado  2025  Mar  17] ;  33( 4 ): . Disponible en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-34662007000400015&lng=es.

Shakespeare, ¿falleció de un tumor canceroso en el ojo izquierdo?

William Shakespeare. Retrato de Chandon El fallecimiento de William Shakespeare (1564- 1616) , poco antes de cumplir los 52 años, ocurrió en Stratford Parishpero no fue el 23 de abril según el actual calendario gregoriano, sino en un 23 de abril correspondiente al calendario juliano que estaba vigente en el siglo XVII en Inglaterra y que representa varios días anteriores respecto al que utilizamos actualmente.

Existen diversas versiones acerca de su muerte. Unos dicen que ocurrió después que el poeta, actor y dramaturgo se fuera de juerga y cayera en una estrepitosa borrachera que le produjo altas fiebres, causantes de su deceso.

Otros, hablan de sífilis pues consideran que el autor alude a síntomas de enfermedades de transmisión sexual, y sus tratamientos, en varias de sus piezas teatrales y poemas. Las menciones de «sífilis», como:  «mal de Francia», «dolencia infinita», y otras en sus escritos, parecen indicar que el poeta conocía, quizás por experiencia personal, cómo se manifestaba esta dolorosa enfermedad venérea.

Otra versión de científicos alemanes afirma que, es muy posible que el escritor inglés padeciera de cáncer, específicamente en el ojo izquierdo, lo cual podría haber sido la causa de su muerte.

La última tesis, que se hizo pública por un grupo de científicos alemanes, demuestra que un tumor canceroso en el ojo izquierdo fue la causa de la muerte. A tal conclusión ha llegado Hildegard Hammerschmidt-Hummel, profesora en la Universidad alemana de Maguncia, tras comparar dos piezas, la mascarilla de un rostro y un busto, a fin de saber si realmente ambos correspondían al escritor.

La mascarilla, fechada en 1616, el mismo año de su muerte, se encuentra en la ciudad germana de Darmstadt. El busto, que se atribuye al escultor francés del siglo XVIII Louis Francois Roubiliace, fue donado, por el duque de Devonshire, en 1885, al famoso Garrick Club de Londres, donde aún permanece.

Patólogos, oftalmólogos, forenses y dermatólogos han realizado minuciosas pruebas, incluidos escáneres de las esculturas, utilizando imágenes tridimensionales computarizadas. Los análisis practicados detectaron la presencia de un gran tumor canceroso en el párpado izquierdo que, seguramente, habría sido la causa de la muerte del autor de Romeo y Julieta.

El aspecto real de Shakespeare constituye uno de los grandes enigmas de la historia de la literatura europea.  Sin embargo, la National Portrait Gallery (Galería Nacional del Retrato), de Londres cree haber resuelto este problema por medio de una meticulosa investigación de cuatro años, durante los que se han examinado con rayos X y otros instrumentos científicos seis retratos que aspiraban a representar al escritor. Los expertos de la galería consideran que el auténtico es el que le representa con barba y un pendiente dorado. Esa obra, conocido como el retrato de Chandos, (porque fue propiedad del duque de ese nombre), muestra a un Shakespeare de unos cuarenta años, lo que coincide con la fecha de la pintura, (entre 1600 y 1610).

Lo cierto es que la prueba definitiva, la exhumación del cadáver de la tumba ubicada en el presbiterio de la Iglesia de la Santísima Trinidad de Stratford, Inglaterra, tiene la traba, para algunos, de la leyenda que aparece en su epitafio: «Buen amigo, por Jesús, abstente de cavar el polvo aquí encerrado. Bendito sea el hombre que respete estas piedras y maldito el que remueva mis huesos»

Referencias.
1. Un tumor en un ojo mató a William Shakespeare. Disponible en: https://www.elmundo.es/elmundo/2006/02/23/cultura/1140718664.html
Actualizado jueves 23/02/2006 19:18. Acceso 01 de marzo de 2025

2. How Did Shakespeare Die? What the Few Intriguing Clues Tell Us. Disponible en: https://www.biography.com/authors-writers/a60343606/how-did-shakespeare-die- Acceso 01 de marzo de 2025

3. Un nuevo estudio revela que Shakespeare murió de cáncer. Disponible en: https://www.elperiodicodearagon.com/cultura/2006/02/24/nuevo-estudio-revela-shakespeare-murio-48123571.html. Acceso 01 de marzo de 2025

4. Shakespeare’s eye betrays rare cancer. Disponible en: https://www.abc.net.au/science/articles/2006/03/02/1582326.htm. Acceso 01 de marzo de 2025

Primera investigación realizada en Cuba

Los primeros trabajos de investigación llevados a cabo en Cuba en el campo de las ciencias médicas fueron realizados para comprobar la efectividad de la vacunación antivariólica, por el doctor Tomás Romay Chacón, en los primeros años del siglo XIX. Estos experimentos, por voluntad propia del investigador, no se hicieron en el seno de ninguna institución, sino en su hogar o en el de las personas que participaron en los ensayos.

El doctor Tomás Romay Chacón, a partir de los granos de tres niños vacunados nueve días antes en Puerto Rico, comenzó a vacunar en La Habana el 10 de febrero de 1804. Sus primeros resultados los informó en una detallada memoria sobre la introducción y progreso de la vacuna en la Isla de Cuba que leyó en la junta general de la Real Sociedad Económica de La Habana el 12 de diciembre de 1804.

Su notable labor, sin embargo, no puede ser considerada como una verdadera investigación médica en sujetos humanos, pues Romay no estaba ensayando un método original cuyos resultados se ignoraban, sino que ya eran conocidos los beneficios de esta inoculación y él quería, con la aplicación de la vacuna, inmunizar a la población del país contra la viruela.  Pero el doctor Romay quiso además probar la efectividad de la vacuna, para lo cual sí realizó una verdadera investigación en humanos. La misma consistió en inocular pus virulento, proveniente de lesiones de pacientes afectados de viruelas naturales, a cuatro niños vacunados un mes y medio antes y así demostrar si habían alcanzado o no la inmunidad contra la enfermedad por el uso de la vacuna, dos de los cuales eran hijos suyos. Este experimento se realizó el 23 de marzo de 1804.

El resultado de esta demostración fue informado por el doctor Nicolás del Valle y de la Vega, Protomédico Regente de la ciudad de La Habana, al Gobernador General de la Isla, Marqués de Someruelos, y publicado en el Papel Periódico, Suplemento No. 34 del 26 de abril de 1804. En él se expresa que, “el doctor Romay, convencido de un modo incontestable que la vacuna preserva de las viruelas naturales, participa a V. S. que intenta inocular el pus varioloso a algunos niños vacunados y que ejecutó dicha operación en presencia de los siguientes facultativos: Roque Oyarvide, José Bohorques, Bernardo Cózar, Francisco Xavier Córdova y Marcos Sánchez Rubio. Que reunidos estos médicos, sin la presencia de Romay, concluyen que los resultados en nuestro país son idénticos a los obtenidos en Europa hasta el presente”. Estos resultados y otras observaciones de casos no provocados experimentalmente los informará el sabio médico cubano en su artículo “Refutación a los anti vacunadores”.

Este aporte como introductor y propagador de la vacuna fue el motivo justificante para que el Rey de España le concediera el honroso título de Médico de la Real Familia en 1985.

Referencias:
1.  DELGADO GARCIA, Gregorio.  Los Institutos de Investigaciones en Ciencias Médicas y el Tercer Nivel de Atención Médica en Cuba. Cuadernos de Historia de la Salud Pública. [Online]No.95.Ed.Cien.Med. La Habana. 2004. Disponible en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0045-91782004000100008http://bvs.sld.cu/revistas/his/his%2095/hist0895.htm [Consultado: 22 de febrero 2025].
2.  DELGADO GARCÍA Gregorio. La investigación médica en sujetos humanos en Cuba (1804-1960). En: Delgado García G. Oficiando ante Higea. Cuaderno de Historia de la Salud Pública [online] No. 90. Ed. Cien.Med. La Habana.2001. Disponible en: http://bvs.sld.cu/revistas/his/cua_90/his1790.htm [Consultado: 2 de junio de 2007].
3. LOPEZ ESPINOSA, José Antonio. Bio-bibliografía del doctor Tomás Romay Chacón. ACIMED. [Online]. Mayo-jun. 2004, vol.12, no.3 [citado 02 Junio 2007], p.1-1. Disponible en http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1024-94352004000300006&lng=es&nrm=iso&tlng=es. ISSN 1024-9435.

El primer trabajo científico publicado por el doctor Carlos J. Finlay

La primera publicación en la isla de Cuba de un trabajo sobre un padecimiento de las glándulas endocrinas tuvo lugar el 12 de mayo de 1813, fecha en la que el célebre sabio habanero, el doctor Tomás Chacón (1764-1849) hizo público en el Diario del Gobierno de la Habana un artículo sobre hermafroditismo en un marinero, pero, no fue hasta transcurridos algunos años de la segunda mitad del siglo XIX que apareció el primer trabajo científico en relación con el bocio exoftálmico propiamente dicho.

Este trabajo, que constituye nuestro objetivo central, fue dado a conocer por el célebre médico cubano Carlos J. Finlay Barrés (1833-1915) en la sesión celebrada el 8 de febrero de 1863 en la sede de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana.

La bibliografía activa de Finlay

Con su genial descubrimiento del agente transmisor de la fiebre amarilla, el doctor Finlay abrió un nuevo capítulo en la patología tropical, a saber, el de la teoría metaxénica de la transmisión de enfermedades por vectores biológicos; con independencia de que contribuyó también de modo considerable al desarrollo de disciplinas tales como la Entomología y la Virología. De todos es sabido que el científico cubano consagró la mayor parte de su vida al estudio de esta enfermedad y que, por ende, la abordó en un gran porcentaje de su amplia producción científica publicada.

Sin embargo, un examen detenido de su bibliografía activa demuestra que, a su abundante obra sobre la fiebre amarilla, ascendente a un aproximado de 90 documentos procesados desde el punto de vista editorial, se agregan cerca de 100 más en los que trató acerca de otros aspectos. Destacan entre ellos los relativos a las enfermedades de la visión, pues fue la Oftalmología la especialidad con la que dio inicio a su ejercicio profesional; así como a los asuntos de salud pública (desde mayo de 1902 hasta diciembre de 1908 aparecieron cada mes y año en el Informe Sanitario y Demográfico de la República de Cuba, tanto en español como en inglés, sus observaciones como jefe de la Sanidad Cubana).

Otras dolencias humanas objeto de sus investigaciones reflejadas en su bibliografía activa fueron la filariasis (a él corresponde también el mérito de haber descubierto la existencia de este mal en Cuba), el cáncer, la lepra, el tétanos infantil, la malaria, el beriberi, la corea, la tuberculosis y el absceso hepático, por sólo citar algunas. También dedicó sus esfuerzos al estudio de la patología vegetal, principalmente a las afecciones de los cocoteros, y animal, sobre todo al muermo.

Bocio exoftálmico. Observación

Con este encabezamiento puso Finlay a la consideración de sus colegas académicos el 8 de febrero de 1863 su comunicado sobre el trastorno, que luego se publicó con el mismo título en el primer número de los Anales de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, revista surgida en agosto de 1864 como órgano oficial de esa corporación. Procede informar de paso que la publicación se mantuvo durante casi un siglo divulgando principalmente las contribuciones de los miembros de la Academia, además de las de otras personalidades de las ciencias y que ha sido hasta ahora la más trascendental y la de más larga vida entre todas las revistas científicas cubanas (su último número salió en 1958).

Finlay dio inicio a su comunicado sobre el bocio exoftálmico con mención al interés que habían suscitado en Europa las discusiones de la Academia de París respecto a la entonces extraña enfermedad, lo que le sirvió de motivación para recoger los apuntes de un caso, el primero detectado en Cuba, ocurrido en la ciudad de Matanzas en diciembre de 1862. En su intervención hizo el sabio una exhaustiva descripción de los síntomas de la paciente objeto de sus observaciones, una negra partera de 37 años llamada Inés Sosa, coincidentes todos con los descritos por Graves y Basedow.

En ese trabajo hizo Finlay un pormenorizado recuento del examen y de las pruebas que practicó a la enferma, así como de los signos que halló, con los que llegó a la conclusión de que se trataba del bocio exoftálmico. Asimismo informó en detalle acerca de la estrategia terapéutica que puso en práctica y de los favorables resultados que obtuvo al cabo de las tres semanas con su aplicación. Finalmente, dedicó gran una parte del texto al análisis y discusión de los resultados, sobre la base del pronóstico de la evolución de la enfermedad observada por sus colegas de Europa. En esa discusión fundamentó y defendió su criterio de clasificar el mal entre las neurosis del nervio gran simpático, a partir de los fenómenos por él observados tales como la dilatación de los vasos y la elevación de la temperatura del cuello y de la cara; las palpitaciones del corazón; la prominencia del globo ocular y la dilatación de las pupilas. Otra circunstancia que alegó para defender su posición acerca del origen nervioso del trastorno fue la posibilidad de curación de la dilatación hipertrófica del corazón.

Consideraciones generales

Con este interesante bosquejo del bocio exoftálmico hizo Finlay un importante aporte al conocimiento de la enfermedad en Cuba, por cuanto llamó la atención de sus compatriotas en relación con su existencia en el territorio nacional y puso sobre aviso la necesidad de su estudio, ya no como un objeto de mera curiosidad, sino como una exigencia impuesta por los nuevos tiempos de su época.

Ese comunicado, expuesto por el sabio cubano en febrero de 1863 tiene, además, desde el punto de vista bibliográfico, la doble significación de haber sido el primer trabajo científico que él publicó y el primer artículo sobre bocio exoftálmico que vio la luz en una revista científica editada en el archipiélago cubano.

Fuente: López Espinosa José Antonio. El primer trabajo científico publicado por el doctor Carlos J. Finlay. ACIMED  [Internet]. 2004  Abr [citado  2025  Feb  14] ;  12( 2 ): 1-1. Disponible en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1024-94352004000200008&lng=es.

No lo salva ni el médico chino…

Frase muy popular entre los cubanos aunque no todos conocen su origen

Esta expresión se refiere a la fama de un supuesto doctor chino Cham Bom-Biá que fue uno de los tantos botánicos radicados en Cuba considerado el precursor de la medicina tradicional china en la isla.

Su nombre real era Chang Pon Piang, cuyo significado en castellano es Sol Amarillo. Ajustado al cristiano comenzó a ser llamado Juan.

Entonces Juan Cham Bom-Biá, es posible que haya venido a Cuba con el propósito de ayudar a sus coterráneos chinos quienes, desde la década de 1840, fueron traídos a la mayor de las Antillas en calidad de esclavos.

Llegó a La Habana en 1858, en medio del gran auge migratorio proveniente de China, poco después estableció su consulta, que era visitada por pacientes de todas las clases sociales. Sin lugar a dudas, era el más conocido.

Sin títulos académicos, pero con amplios conocimientos sobre las plantas medicinales de Cuba, y de los adelantos de la medicina occidental preparaba el mismo los medicamentos que utilizaba en su ejercicio médico.

Por el carácter humano, generoso, solidario y el desinterés monetario de este médico con las personas necesitadas, ejercía la medicina gratuita cosa inusual en esa época.

De todo el país venían a su consulta, donde se dice, encontraban solución los pacientes sin esperanzas de salvación y que ya otros médicos habían desahuciado.

Acusado de ejercicio ilegal de la medicina en La Habana, decide abandonar esta capital y se establece en Cárdenas.

Una mañana de 1872 vecinos del lugar hallaron sin vida a Cham Bom-Biá, tendido sobre su camastro, en la modesta casa donde habitó solo y sin familia.

Al pasar de los años, la creencia popular lo convierte en leyenda, por su prestigio como curador de enfermos y por haber salvado a muchos.

El pueblo que es quien definitivamente acredita, como eminencia médica y sabiduría general al médico chino Chag Bom Biá.

Y así, cada vez que se conoce de un paciente que esté muy mal, sin esperanzas de vida o se hace referencia a alguien que se ha metido en problemas mayores, la gente dice “¡ A ese no lo salva ni el médico chino!” o “!Eso no lo arregla ni el médico chino!”.

Fuente: Radio Habana Cuba. Caleidoscopio

Más información: Alpizar Caballero Lourdes Bárbara. Leyenda y realidad de la frase «A ese no lo salva ni el médico chino». Rev Hum Med  [Internet]. 2017  Dic [citado  2025  Feb  10] ;  17( 3 ): 604-619. Disponible en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1727-81202017000300012&lng=es.