Archivos Mensuales noviembre 2016

Juan Santos Fernández Hernández (1847-1922)

juan-santos-fernandez-hernandezUna de las más prominentes figuras médicas de Cuba, destacado en la medicina y cirugía oftalmológica.

Nació en el ingenio Atrevido, en la parroquia de Alacranes (actual Unión de Reyes), perteneciente a la provincia de Matanzas, el 22 de julio de 1847.

Cursó sus primeros estudios en una escuela rural en la misma provincia y a los 13 años se trasladó hacia La Habana, para estudiar la segunda enseñanza en el colegio Belén.

Matriculó Medicina en la Real y Literaria Universidad de San Gerónimo de La Habana en el curso 1865-1866, pero los concluyó en el Colegio de Medicina de San Carlos, Madrid, en 1872. En la capital española conoció y entabló amistad con el desterrado político y también estudiante José Martí Pérez.

Inmediatamente después de graduado pasó a entrenarse como cirujano oftalmólogo en París, hasta 1875. En marzo de ese año, hallándose aún en Francia, fue electo miembro corresponsal de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana. En Francia llegó a ser, por sus méritos, el primer ayudante de Javier Galessowski, el más notable especialista de aquella época y a quien en 1879 dedicó la memoria titulada Clínica de las enfermedades de los ojos.

Ejerció por primera vez como oftalmólogo en Castillo de Bayuela, provincia de Toledo, España, donde operó en muy poco tiempo más de 200 pacientes con cataratas. Los resultados y experiencias obtenidas las registró en un documento al cual tituló «Memorias clínicas» y que le sirvió para su nombramiento de socio corresponsal de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana.

Su labor asistencial fue intensa y mantuvo la costumbre de anotar los nombres y confeccionar la historia clínica de todos sus pacientes. Atendió cerca de 63 500 casos en los 50 años que ejerció la profesión; entre ellos, a José Martí  y a su madre, Leonor Pérez. Por ello, el Maestro le envió una carta de agradecimiento el 18 de noviembre de 1894.

En la historia clínica de Martí, en la visita realizada el 22 de enero de 1877, consta el diagnóstico de «conjuntivitis catarral crónica en ambos ojos» y «flictena conjuntival en el ojo derecho».

En la historia clínica de Leonor Pérez aparece registrado que operó de cataratas su ojo derecho, el 14 de septiembre de 1896, y el izquierdo, el 13 de febrero de 1904.

Desde su regreso a la patria instaló una consulta de oftalmología, que en poco tiempo le permitió ganar el respeto y la admiración, no solo de sus pacientes, sino también de todos los médicos y personalidades que lo conocieron, llegando a convertirse en toda una autoridad. Obtuvo una reputación que traspasó las fronteras cubanas y se extendió por todos los países civilizados de su tiempo, al punto de llegar a ser el especialista de enfermedades de los ojos de más relieve en todos los dominios de la colonia española, incluida la propia España; a la vez que el más conocido en el extranjero durante la segunda mitad del siglo XIX.

En 1887 creó el Laboratorio Histoquímico Bacteriológico e Instituto de Vacunación Antirrábica de La Habana, tomando como modelo el laboratorio de Luis Pasteur en París. Probablemente, ese  fue el primer laboratorio de esas características fundado en América.

Para garantizar el rigor científico en esa institución, Fernández comisionó a los médicos cubanos Diego Tamayo, Francisco I. Vildósola y Pedro Albarrán para que realizaran una estancia en el laboratorio de Pasteur, en París, y además financió, con sus propios recursos, el equipamiento y funcionamiento del laboratorio habanero, donde se obtuvo, por primera vez en América Latina, el suero antirrábico, el mismo año de su fundación y el suero antidiftérico, antes de transcurrir una década de su establecimiento (1894-1895).

Su vida profesional no estuvo aislada de diversos compromisos, tanto en el área médica en particular, como en el contexto científico y cultural en general. Participó activamente en diversas instituciones sociales y científicas, como el hecho de haber sido vocal de la Junta Superior de Instrucción Pública de la Isla de Cuba, en 1881; fundador de la Liga contra la Tuberculosis de Cuba, en 1901; creador del Comité de la Prensa Médica, en 1903, de la cual fue su primer presidente; Presidente de Honor del Primer Congreso Médico Nacional, en 1905; socio fundador de la Sociedad de Medicina Tropical de la República de Cuba, en 1908, y presidente del Primer Congreso de la Prensa Médica, en 1911.

En el mismo año de su regreso a Cuba (1875), luego de terminar sus estudios de especialización en cirugía oftalmológica en París, cuando todavía no había cumplido los 28 años de edad,  fundó la revista Crónica Médico Quirúrgica de La Habana, que llegó a alcanzar prestigio internacional y se publicó hasta 1940. En el trabajo de esta revista, durante los 66 años que circuló, logró reunir un grupo importante de médicos cubanos que publicaron sus experiencias clínicas y aportes en el campo de la cirugía, incluidas novedosas técnicas quirúrgicas.

La Revista Crónica Médico Quirúrgica de La Habana, por su contenido, presentación y formato, ganó premios en exposiciones internacionales celebradas en las ciudades de Amsterdam en 1883, París en 1900, Buffalo en 1901, Charleston en 1902 y Saint Louis en 1904. Él mismo fue autor de un gran número de artículos e informes científicos, principalmente sobre oftalmología, pero también sobre el muermo, la tuberculosis y la fiebre amarilla, entre otras enfermedades. Su bibliografía activa incluía, en 1916, 928 títulos.

De miembro corresponsal de la Academia de Ciencias Médicas Físicas y Naturales de La Habana, que era desde el 14 de marzo de 1875, cuando estudiaba la especialidad oftalmológica en París, pasó a miembro numerario, en diciembre del mismo año.

En 1877, propició la fundación de la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba. En 1893 fue designado para representar a la Academia en el Primer Congreso Médico Panamericano, que tuvo lugar en Washington y tres años más tarde es nuevamente elegido para representar a la Academia en el Segundo Congreso Médico Panamericano, celebrado en Ciudad de México.

En 1897 alcanzó la distinción de Miembro de Mérito de la Academia y, en dos oportunidades, entre los años 1897-1899 y 1901-1922, resultó electo presidente de la referida institución. Como presidente de la Academia le correspondió devolver al saliente gobernador hispano las insignias españolas (bandera, escudo) que hasta entonces habían presidido la sala de reuniones de la Academia. Para ello se escogió el 27 de noviembre de 1898, aniversario del fusilamiento de los estudiantes de Medicina.

Por el prestigio alcanzado como médico-cirujano oftalmólogo, fue admitido en 1899 como colaborador de Annals of Ophtalmology, de Chicago; en 1906, como socio fundador de la Sociedad de Oftalmología Hispanoamericana con sede en Madrid; en 1907, vocal del Comité Ejecutivo en La Habana del XVI Congreso Internacional de Medicina, que tuvo lugar en Budapest; en 1916, Miembro de Honor de la Sociedad Oftalmológica de Filadelfia, y en 1921, miembro corresponsal de la Sociedad Médico-Quirúrgica de Amazonas, en Brasil.

Falleció en La Habana el 6 de agosto de 1922, a los 75 años de edad. Su deceso fue una gran pérdida para la nación cubana, de la cual se hicieron eco tanto la prensa nacional como extranjera.

Fuente: En Caribe
Disponible en: http://www.encaribe.org/es/article/juan-santos-fernandez-hernandez/1487

Joaquín Pascual Gispert (1913-2005)

Joaquín Pascual GispertMédico pediatra, profesor, considerado el padre de la neuropediatría cubana, realizó aportes científicos vinculados al diagnóstico y tratamiento de la epilepsia, errores congénitos del metabolismo, retraso mental, defectología y autismo.

Nació el 10 de abril de 1913 en Colón, Matanzas. Su padre fue médico y director del hospital de Colón por muchos años.

Pascual comenzó a estudiar Medicina en la década del 30 en la Universidad de La Habana. Tuvo que interrumpir sus estudios cuando la universidad fue cerrada por órdenes del tirano Machado. En ese período trabajó como técnico azucarero en su provincia natal. Posteriormente fue técnico de laboratorio clínico en la provincia de Camagüey.

Una vez reabierta la universidad regresó a la capital para continuar sus estudios, al mismo tiempo ocupó una plaza de técnico de laboratorio clínico en el hospital «Calixto García» y posteriormente en el hospital municipal de la infancia, que después se llamó hospital «Pedro Borrás Astorga».

Desde su vida de estudiante comenzó a investigar y a hacer algunos aportes a la Ciencias. Publicó junto al eminente profesor Angel Arturo Aballí (1936) el estudio de un caso de una enfermedad genética no diagnosticada antes en Cuba y con muy pocos pacientes reportados en el mundo. A pesar de ser al mismo tiempo trabajador y estudiante fue el primer expediente de su curso, pero no pudo disfrutar de la beca que se le otorgaría para los Estados Unidos por turbias decisiones movidas por la corrupta política imperante en esa época.

Se graduó de médico en el año 1941. Alcanzó una plaza de residente en el hospital «Calixto García». Tuvo que abandonar sus estudios de posgrado porque debió regresar a su natal Colón para ocuparse de la numerosa familia de su hermano, que había sido hospitalizado fuera de Cuba por una dolencia pulmonar grave.

Se casó en esa época con María Teresa López, maestra normalista, permaneció por un año en Colón y posteriormente se traslada a la ciudad de Matanzas. Allí ejerció como médico pediatra. Ocupó una plaza en el hospital provincial hasta que por causa de sus luchas clandestinas contra la dictadura de Batista queda cesante y sólo pueden vivir del salario de su esposa y de los pacientes que podían pagarle la consulta o las visitas a domicilio. Antes de haber sido cesanteado tuvo una intensa actividad médica y científica en el hospital de Matanzas, introdujo los llamados «staff meeting» para la presentación y discusión colectiva de casos.

Al triunfo de la Revolución, en 1959, fue designado director del hospital provincial de Matanzas. Realizó grandes cambios en el orden médico y académico, mientras se mantenía como pediatra activo, y no dejó de publicar y de realizar diversas actividades científicas en el mismo hospital.

Reabrió las puertas de la escuela de enfermería de la provincia de Matanzas, que fue fundada en 1900, y había sido cerrada en los últimos años de la dictadura batistiana. Durante la invasión por playa Girón fungió como director del hospital terminal durante los días de la guerra.

Al producirse un éxodo masivo de profesores y médicos de la Universidad de La Habana se le solicitó su incorporación como profesor de Pediatría. Así en 1961 se traslada nuevamente a la capital, donde además de las actividades docentes, asume el cargo de director en el hospital infantil «Pedro Borrás», un tiempo después fue nombrado director del hospital pediátrico «William Soler» de Altahabana. Allí creó un servicio de Neuropediatría, desarrolló los medios diagnósticos necesarios para las enfermedades genéticas en coordinación con el Centro Nacional de Investigaciones Científicas. Impartió clases como profesor titular de Pediatría tanto en el pregrado como en el postgrado en diferentes facultades de medicina de la Universidad Médica de La Habana y fue fundador de las escuelas de Medicina de Santiago de Cuba y de Santa Clara.

Después de dejar el cargo de director pasó a trabajar como jefe del servicio de Neuropediatría, especialidad de la Pediatría de la que se le considera el padre en nuestro país. En los años ochenta ocupa la jefatura del servicio de Neurología Pediátrica del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía. Al mismo tiempo realiza consultas en el hospital pediátrico de Centro Habana y asiste como neurólogo consultante al primer servicio de Neurodesarrollo de neonatos de alto riesgo que fue creado en el hospital ginecobstétrico «González Coro»

A finales de los años ochenta se le solicitó su traslado como profesor al recién inaugurado hospital pediátrico «Juan Manuel Márquez» de la capital, centro de referencia a nivel nacional para las enfermedades neurológicas de la infancia. Desde este centro contribuyó, a través del diplomado en Neuropediatría, a la formación de una importante masa crítica de neuropediatras que han laborado en todo el país. El diplomado fue impartido durante toda la década de los noventa hasta pocos días antes de su muerte acaecida a los 92 años de edad.

Hizo aportes importantes en el diagnóstico de enfermedades raras, no descritas en el país. Realizó más de 200 publicaciones en revistas y textos nacionales y extranjeros. Dentro de estas se encuentra la primera descripción del Síndrome de West en Cuba, así como diversos textos para la enseñanza de la Neuropediatría. Durante los últimos años de su vida, aún habiendo sufrido una pérdida total de la visión, nunca dejó de estudiar, ni de asistir a pacientes en su calidad de profesor consultante. Esto fue posible dada su fuerza de voluntad, persistencia de superación e inmenso valor personal que le hicieron acreedor de reconocimientos, distinciones y premios que le fueron otorgados a lo largo de su fructífera vida científica. Entre los que se encuentran, la medalla «Carlos J. Finlay» y el título de Profesor Emérito de la Universidad Médica de La Habana.

La obra de la vida del profesor Dr. Joaquín Pascual Gispert constituye un ejemplo digno a imitar para todos los pediatras cubanos del presente y los de las futuras generaciones.

Pascual Gispert fallece el  17 de marzo del 2005 a los 92 años de edad.