César Rodríguez Expósito (1904-1972)
Personalidad multifacética en el mundo de las letras, natural de Rodas, Villa Clara, fue periodista, dramaturgo e historiador. Se destacó por su extraordinaria laboriosidad y dedicación.
A los 17 años terminó en La Habana los estudios de bachillerato, comenzó a trabajar en la redacción del periódico Cuba, luego trabajó como periodista en El Día, El Imparcial, La Noche, La Lucha, Libertad, Diario de la Marina, Heraldo de Cuba, Avance, El País, Información y Excelsior.
Llegó a ser Presidente de la Asociación de Reporteros de La Habana (1929-31 y 1935-37), perteneció al Colegio Nacional de Periodistas, fue Presidente de la Federación de la Prensa Latina de América (1937), Vicepresidente del Club Internacional de la Prensa (1931) y Secretario del Patronato de la Escuela Profesional de Periodistas Manuel Márquez Sterling (1945).
Escribió piezas teatrales como: Humano antes que moral, El poder del sexo, Huyendo de la verdad, La superproducción humana, Los muertos viven, Adulterio ocasional, Los que tienen la culpa, La moral del divorcio, Multitudes y Violación.
Pero, a pesar de su amplia labor periodística y su aporte como dramaturgo, Rodríguez Expósito es más conocido y recordado como historiador y, particularmente, de la salud pública cubana, aunque no solo se ciñó a ella. Desde 1951 hasta su deceso en 1972, ocupó el cargo de Historiador del Ministerio de Salud Pública, dependencia en la cual realizó una amplia y tenaz labor de investigación y divulgación histórica mediante los Cuadernos de Historia de la Salud Pública.
En el año en que comenzó a desempeñar la mencionada responsabilidad, Rodríguez Expósito, quien por aquella época ya era miembro de la Academia de la Historia de Cuba, publicó su obra biográfica Finlay. Además, divulgó el trabajo científico de Finlay y realizó la compilación de todas las obras de este, editadas por la Academia de Ciencias de Cuba en dos tomos (1966-1967).
Se destacó especialmente en varios congresos internacionales de Historia de la Medicina, en la defensa de Finlay como único descubridor del agente transmisor de la fiebre amarilla, condición que los estadounidenses pretendieron arrebatar al sabio cubano, empeño en el cual no tuvieron éxito.
Con igual seriedad y dedicación compiló la obra Bicentenario de Tomás Romay: 1764-1849, que el Ministerio de Salud Pública de Cuba publicó en 1964.
Fuente: Ferrer Carbonell O. Rodríguez Expósito: periodista, dramaturgo e historiador
Disponible en: http://www.cubarte.cult.cu/periodico/opinion/19203/19203.html