Los programas de investigaciones en Fisiología en Cuba comenzaron en el siglo XX, anteriormente quizás solo existieron intentos aislados estimulados por la notable influencia francesa que se vivió en la medicina cubana durante el siglo XIX.
Los trabajos reportados de ese tiempo incluyen proyectos realizados en un pequeño laboratorio que tenía la cátedra de Fisiología desde fines del siglo XIX. Allí se realizaron algunas investigaciones, cuyos resultados fueron publicados en la Revista de Medicina y Cirugía de La Habana bajo el título general de Trabajos del Laboratorio de Fisiología de la Escuela de Medicina.
Así vieron la luz «Ataxia cerebelosa experimental» (1903), por los doctores Pérez-Vento y Hernández Rodríguez; «Notas sobre la cromatolisis y las alteraciones cadavéricas de los centros nerviosos» (1906) y «Apuntes sobre experimentación del método gráfico en Fisiología» (1911); estos 2 últimos del doctor Pérez-Vento.
Pero no fue hasta la llegada a la cátedra 4 de Fisiología del doctor Grau San Martín, de innegable vocación por la investigación, que comenzaron los trabajos experimentales de modo sistemático. Con los pocos recursos de que disponía, inició en la investigación a sus colaboradores más cercanos y aparecIeron entonces los siguientes resultados, principalmente de marcado carácter clínico: «La cifra colesterinémica en el pronóstico de la tuberculosis» (1925), «Superioridad manifiesta del azúcar de caña sobre el extraído del maíz y de diversas féculas utilizables» (1926), «Nuevas prácticas en el tratamiento de la diabetes» (1927), «Relación entre el timo, la alimentación y el crecimiento» (1928), «El valor alimenticio del azúcar» (1929) y otros.
Uno de estos trabajos, «Metabolismo de los nucleoproteidos en el cáncer», investigación acerca del metabolismo nitrogenado en las neoplasias y especialmente sobre el metabolismo de las purinas y el ácido úrico en noventa pacientes, fue realizado con la colaboración del Departamento del Cáncer del Hospital «Nuestra Señora de las Mercedes» y del Laboratorio Nacional; mereció ser publicado en 1927 por tres importantes revistas médicas del país: Anales de la Facultad de Medicina y Farmacia, Anales de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana y Boletín de la Liga contra el Cáncer.
A pesar de haberse paralizado las actividades docentes, primero, por el cierre de la Universidad y después durante el período revolucionario del 30, en el que tomó parte muy activa el doctor Grau, sus discípulos Rodríguez Sarabia y Velazco Castellanos, llevaron a cabo interesantes estudios cuyos resultados se publicaron en la revista Crónica Médico-Quirúrgica de La Habana, entre los que se citan: «Origen del vitaesterol D» (1934), «Consideraciones sobre gráficos de la presión intracardiaca» (1934), «El pequeño diástole general del corazón» (1934), «Estudio fisiológico del timo y de la epífisis» (1935), «Transformaciones de las grasas en el organismo» (1935), «Transformaciones de los núcleos proteicos» (1935) y «El pulso arterial» (1935).
A partir de 1940 las investigaciones del grupo de Grau se incrementarían. Se proyectaron estudios sobre cancerología experimental que comprendieron varios estudios.
Muy importantes fueron también las colaboraciones. El doctor Grau estableció relaciones de colaboración con los profesores investigadores doctores James B. Murphy y Philip B. White, de Rockefeller Institute for Medical Research y con el doctor Little, de Roscoe B., Jackson Memorial Laboratory, por lo que se recibieron en Cuba materiales para investigar el tumor espontáneo del ratón (C3H) y otros como el carcinoma del conejo, sarcoma del ratón y 2 pares de ratones cancerosos, resistente, entre muchos otros recursos. Los trabajos experimentales bajo la dirección del profesor Grau fueron realizados por el profesor Durán Quevedo, el doctor Clerch Rius y el estudiante peruano de apellido Risco.
Se proyectó entonces un nuevo Departamento de Investigaciones para la cátedra, que no se llegó a construir nunca, y se establecieron relaciones de colaboración con el Instituto del Cáncer de La Habana. El 10 de julio de 1944, algo más de un mes después de ser electo presidente de la República, el doctor Grau informaba a la dirección universitaria sobre estos primeros estudios experimentales: «Estimamos que hasta el momento no es posible derivar conclusiones de los trabajos efectuados, pero consideramos de la mayor importancia la continuación de estas experiencias, que seguramente han de poder extenderse si se presta, por la Universidad de La Habana, el debido concurso para terminar el departamento de animales y los medios indispensables para el sostenimiento y la multiplicación de aquellos, de acuerdo con el ofrecimiento del señor Rector.
El 4 de marzo de 1945, el doctor Durán Quevedo informaba que además de las investigaciones que oficialmente se realizaban habían agregado otras ocho dirigidas principalmente al cáncer. De todos estos trabajos experimentales se conservó en el Laboratorio de la cátedra de Fisiología, un relato de cada resultado, así como fotografías y películas en negro o a color de las diferentes etapas de su investigación, piezas anatómicas y los cortes histológicos.
En el II Congreso Nacional de Cancerología, celebrado en La Habana (mayo 7 a 12 de 1945), publicado después en la Revista de Medicina y Cirugía de La Habana, se presentaron y publicaron posteriormente varios trabajos sobre las dietas en el cáncer con estudios preclínicos en ratones y el azúcar en relación con la integridad dentaria, publicado este último en la Memoria del IV Congreso Nacional de Químicos Azucareros, La Habana, 1954. La ausencia del doctor Grau determinó en poco tiempo que no se siguieran en la cátedra los estudios de cancerología experimental, aunque se continuaron por el doctor Clerch Rius durante algunos años más tarde en el Instituto Nacional de Higiene.
Por esa época, se iniciaron líneas de investigación de muy discutidos y combatidos resultados sobre el uso de los azúcares en el tratamiento de la diabetes, dirigidos por el doctor Durán Quevedo. Se publicaron varios trabajos, hasta un total de diez entre 1952 y 1956, como resultados de esas investigaciones.
El interés por las investigaciones científicas, demostrado por los profesores de la cátedra de Fisiología hizo que, a pesar de las muchas dificultades por las que atravesaba la Universidad de La Habana, en abierto combate contra la dictadura de Batista, la Facultad de Medicina, a propuesta de dichos profesores y con la aprobación del Consejo Económico Universitario, creara en 1956 el Instituto de Fisiología «Solano Ramos», como institución anexa a la Facultad de Medicina, adscripta a la cátedra de Fisiología.
Se erigiría en honor del fallecido profesor titular de Química Biológica, Decano de la Facultad de Medicina y Rector de la Universidad de La Habana, doctor Francisco Solano Ramos Delgado (1887-1928). Su reglamento fue aprobado por el Consejo Universitario el 1 de junio de 1956. La nueva entidad científica con sede en el local de la cátedra tenía como objetivos realizar investigaciones y publicarlas en una revista que sería el órgano oficial del instituto. Este estaría formado por la Junta de Gobierno, que agrupaba a todos los miembros titulares. Estos últimos lo eran la totalidad de los profesores de la cátedra, los que hubieran sido instructores o lo eran en esos momentos y todas las demás personas que fueran aceptadas por la Junta General. Más que con un presupuesto para sus actividades, la Institución debía sostenerse con «donaciones, legados, asignaciones, etcétera, previo a los informes favorables de su Junta de Gobierno y de la Facultad de Medicina» y con sus propias recaudaciones dadas «por las cuotas de matrículas de los cursos que ofrecía, por el importe de suscripción o venta de las publicaciones que realizara y por cualquiera otra recaudación aprobada por los organismos universitarios.
En sesión de 7 de febrero de 1958, el Consejo Universitario conoció el informe rendido por el doctor Durán Quevedo titulado «Un trienio de labor», contentivo de los trabajos realizados en la cátedra de Fisiología y el Instituto de Fisiología «Solano Ramos», con la colaboración económica del Banco Nacional de Cuba, cuyo informe no se ha encontrado en el Archivo Histórico de la Universidad de La Habana. El Instituto nacido en tan difíciles momentos no pudo sostenerse mucho tiempo y dejó de existir al abandonar sus cargos los profesores que lo habían fundado.
Se realizaron por Grau y sus discípulos colaboraciones con instituciones poderosas norteamericanas como la Rockefeller en las que se enviaban a Cuba productos y modelos animales para ser tratados en La Habana por investigadores cubanos. Según afirma Delgado García existen documentos de los reportes de los resultados de las colaboraciones. Lamentablemente el Dr. Grau tenía también vocación política y desde los años 30 aunque impulsaba las investigaciones dejó de involucrarse a fondo en ellas.
Ese abandono fue casi total tras obtener en elecciones la presidencia de la República en 1944, pero ello no altera el reconocimiento que debe hacerse a su indiscutible trayectoria como fisiólogo experimental. Los problemas políticos no empañan la ejecutoria en la investigación del que será recordado como el primer fisiólogo experimental de Cuba. Un antecedente de lo que sería el desarrollo de la Fisiología después del 1ro. de enero de 1959.
- La Fisiología experimental no médica
Rosalía González-Abreu Arencibia (1862-1930) se puede considerar como la primera fisióloga de primates de Cuba. Rosalía como sus dos hermanas fue educada en los Estados Unidos. Cuando fallecieron sus padres, la herencia fue cuantiosa. Entre estos bienes estaba la finca de palatino Las Delicias, más tarde conocida como Finca de los monos. La Finca tenía siete caballerías de tierra. Rosalía, además de su espíritu benefactor demostrado por sus donativos durante la guerra del 95, poseía una gran curiosidad y amor por los animales. Ella tuvo colecciones de guacamayos, papagayos, canarios, pavos reales, patos, gallos japoneses, águilas, osos, siervos conejos, caballos y un pequeño elefante.
Su interés por los monos comenzó en los últimos años del siglo XIX y en mayo de 1906, inauguró en la finca Las Delicias luego Finca de los monos. Rosalía estaba empeñada en estudiar las costumbres y hábitos alimenticios de los antropoides. Llenó la finca con unos 200 ejemplares pertenecientes a unas 40 especies de América, Europa, Asia y África. En su experimento destaca la historia de Anumá, chimpancé procreado y parido en cautiverio, suceso que tuvo lugar en la Finca de los Monos, el 27 de abril de 1915. Al nacer medía 53 centímetros de talla y 35 de circunferencia craneana, con un perímetro torácico de 37 centímetros. A los 10 años era corpulento, con la estatura aproximadamente de un hombre. Creció entre ternuras y halagos. Se mostraba gentil y amistoso, aunque algo malcriado por ser uno de los preferidos de la colonia.
Los simios de Rosalía no tardaron en llamar la atención de los medios científicos internacionales. El doctor Robert Mearns Yerkes, de la Universidad de Yale, presidente de una comisión de la Carnegie Institution, en 1924 declaró que «la Quinta de los Monos» de Doña Rosalía Abreu, era el experimento antropológico de mayor envergadura jamás realizado, después del estudio del lenguaje de los monos. Doña Rosalía había conseguido la hazaña de reproducir orangutanes en cautividad, lo cual no se había hecho en su época. Esto impresionó a Yerkes. Robert Mearns Yerkes (1876-1956) fue un psicólogo, etólogo y primatólogo norteamericano, precursor en el estudio comparativo de la inteligencia de humanos y primates, y del comportamiento social de gorilas y chimpancés.
En resumen, en la Finca de los Monos se realizaron observaciones científicas y entrenamientos que desarrollaron en los monos hábitos de convivencia con los humanos. Rosalía y sus sirvientes utilizaron sin saberlo un paradigma desconocido aún, el condicionamiento operante que sería descripto por Miller y Konorski en 1924 y más tarde divulgado como instrumental por Skinner en 1938. En este orden de ideas, Rosalía Abreu se convirtió en precursora de este modelo tan aplicado en la actualidad en los aprendizajes motores de la danza y el deporte. Lamentable y posiblemente debido a esa característica negativa del choteo, cuestión apuntada por Ortiz y Manach, Rosalía nunca fue reconocida y estimulada por su labor altruista y científica, sino por el contrario ridiculizada en sus acciones y vulgarizada en caricaturas y chismes canallescos, de prácticas infundadas de zoofilia. Ello proporciona la explicación que tras el fallecimiento de Rosalía en 1930 la colonia no haya sido acogida por las autoridades cubanas de entonces y fuera cedida a los investigadores norteamericanos que habían sido colaboradores de Rosalía en la finca y que sí reconocieron su obra.
Fuente: El origen de la Fisiología Experimental en Cuba.
Hernández Mesa N. Rev. Habanera de Ciencias Médicas. 2018;17:1.
Disponible en: http://www.revhabanera.sld.cu/index.php/rhab/article/view/2197/1966