CientÃficos franceses y australianos han demostrado que el hÃgado también influye en los relojes circadianos que regulan la actividad del organismo según la hora del dÃa, según publican en la revista ´Science Advances´.
Un reloj central, constituido por un grupo de células cerebrales –los núcleos supraquiasmáticos (SCN)—, sincroniza los relojes circadianos presentes en todos los órganos del cuerpo, llamados relojes «periféricos». Hasta ahora, se pensaba que la sincronización del ciclo circadiano en los mamÃferos era un mecanismo unidireccional en el que sólo los núcleos supraquiasmáticos sincronizaban los relojes periféricos.
CientÃficos del Centro Nacional de Investigación CientÃfica (CNRS por sus siglas en francés) y la Université Paris Cité, en Francia, y la Universidad de Queensland en Australia, en el marco de un trabajo conjunto de la UE3, estudiaron un modelo de ratón quimérico con un hÃgado que contenÃa hepatocitos humanos y observaron que el ciclo diario de estos animales, habitualmente nocturnos, se habÃa adelantado dos horas.
Los ratones se volvieron activos y empezaron a alimentarse dos horas antes del anochecer, convirtiéndose asà en parcialmente diurnos. Los investigadores creen que este cambio se debe a que el reloj central de los ratones es asumido por las células hepáticas humanas en este modelo animal quimérico. Estas células pueden asà afectar a toda la fisiologÃa rÃtmica de los animales, incluidos los relojes de los órganos periféricos.
Los hallazgos sugieren que un cambio en el reloj hepático –por ejemplo en condiciones patológicas como la cirrosis– podrÃa afectar a la función de sincronización del reloj central. Esto, a su vez, podrÃa afectar a toda la fisiologÃa circadiana, incluido el ciclo sueño/vigilia, y contribuir al desarrollo de enfermedades metabólicas.
También sugiere que el restablecimiento del ritmo biológico hepático alterado podrÃa beneficiar a todo el metabolismo corporal. Aún no se han identificado los mecanismos hormonales y nerviosos que impulsan este diálogo entre el cerebro, el hÃgado y el reloj biológico.
Fuente: IMMédico