Archivos Mensuales julio 2022

Los primeros juguetes de la prehistoria fueron pequeñas figurillas de animales, canicas o miniaturas de objetos adultos

Los juegos infantiles son fundamentales para el desarrollo de niños y niñas. Sin embargo, poco sabemos de estos objetos en las épocas prehistóricas. Margarita Sánchez Romero ha dedicado parte de su trabajo de investigación a visibilizar el papel de las mujeres y el mundo infantil de la prehistoria reciente, un campo desdibujado en la arqueología.

En los registros arqueológicos es común que los objetos relacionados con los usos que hacían de ellos mujeres, niños y niñas pasase desapercibido por un problema de interpretación. Margarita Sánchez Romero (Madrid, 1971), profesora e investigadora de la Universidad de Granada, de la que actualmente es vicerrectora de Igualdad, Inclusión y Sostenibilidad, dedica parte de su trabajo a ampliar este conocimiento desde una perspectiva de arqueología feminista.

¿Por qué los niños y niñas aparecen poco en los registros arqueológicos?

A lo largo de la historia, la infancia no ha sido considerada como una etapa de la vida que tuviese interés para el estudio de las sociedades del pasado. Esto es debido, en primer lugar, al concepto de niñez en las sociedades occidentales contemporáneas, que raramente los considera como actores en las dinámicas económicas y sociales de las comunidades. Así, se traslada nuestro concepto de infancia (presente y occidental) a cualquier periodo histórico previo. En segundo lugar, se ha argumentado la dificultad de reconocerlos en el registro arqueológico, es decir, no se estudian porque no podemos verlos.

¿A qué se debe esta invisibilidad?

Se relaciona con el hecho de que las prácticas de cuidado, socialización y aprendizaje, muy vinculadas al mundo infantil, se relacionan con los trabajos de las mujeres, y sabemos el escaso reconocimiento que han tenido esas prácticas (y quienes las han realizado) en la explicación del desarrollo de las sociedades. Así, los niños y niñas han sido considerados como miembros pasivos de las sociedades que no influyen en los procesos económicos y sociales. Esto ha perpetuado la idea de que son seres incompletos biológica y socialmente, y han sido percibidos solo con relación al mundo adulto y a sus actividades.

¿Es importante conocer cómo y a qué jugaban?

A través del análisis de la cultura material, es decir, de los objetos que aparecen tanto en los contextos domésticos como en las sepulturas, sabemos que niños y niñas imitan el mundo de los adultos reproduciendo roles biológicos y sociales. En ese contexto, los juguetes y los juegos son el medio perfecto transmitir los comportamientos propios de la edad, del género o de la clase social, y además se utilizan como mecanismos para empezar a introducir determinados trabajos y responsabilidades.

¿Qué tipo de juguetes prehistóricos existen?

Entre ellos podemos encontrar juguetes que fueron fabricados específicamente para ser utilizados como parte de sus juegos. Otros están hechos a partir de objetos desechados por los adultos y que son reutilizados con la misma u otra función —por ejemplo, una taza descascarillada que pasa a formar parte de los juegos infantiles o la cámara de un neumático que se convierte en parte de un columpio—, pero también existen objetos que probablemente fueron realizados por los propios individuos infantiles como parte de su aprendizaje y socialización, al imitar los trabajos y los artefactos de los adultos. Algunos son fácilmente reconocibles y, en otros casos, dependemos del contexto en el que se encuentren para poder identificar su función adecuadamente.

¿Cuáles son los primeros juguetes que se conocen?

Los primeros elementos que podemos considerar juguetes en la prehistoria tienen que ver con pequeñas figurillas de animales en arcilla o hueso (como el león de Isturitz realizado en hueso y de época magdaleniense o los cerditos de arcilla de la Edad del Bronce del yacimiento de Maszkowice), canicas, juegos de tabas o miniaturas de objetos adultos (por ejemplo, pequeños recipientes cerámicos).

¿Qué nos aportan sobre el conocimiento de las sociedades en las que vivían?

Su estudio nos permite acercarnos a un momento de la vida de las personas que es crucial, no solo para el desarrollo personal, sino también para la propia reproducción social del grupo. Es el período en el que se adquieren habilidades y conocimientos, se aprende el uso de la tecnología, se asumen sistemas de creencias, se forma la personalidad y se inculcan valores y actitudes hacia el mundo que nos rodea. Y todo ello deja huellas en los objetos que utilizaron, los espacios en los que desarrollaron sus actividades y en sus propios cuerpos.

¿Por qué desde la arqueología?

Aproximarnos con metodología arqueológica a cómo han pasado por los procesos de crecimiento biológico y social, conocer con qué objetos y espacios se relacionaban o analizar los mecanismos de socialización y aprendizaje utilizados por las distintas sociedades, supone un acercamiento a los individuos infantiles y a las sociedades en las que viven. Esto abre enormes posibilidades de entender cómo cada sociedad articula las distintas estrategias que le servirán para poder mantener sus dinámicas sociales, culturales, políticas o identitarias.

¿Cuándo empieza a haber un estudio sistemático de los juegos infantiles?

Desde la primera toma de conciencia de la presencia arqueológica de niños y niñas y su influencia en la formación del registro arqueológico, pasando por la primera vez que son considerados como sujetos activos de las sociedades en el artículo de Grete Lilehammer de 1989 A child is born. The child’s world in an archaeological perspective , hasta la actualidad, son muchos los avances que se han producido en el conocimiento sobre la infancia.

Aunque su estudio en las sociedades prehistóricas es relativamente reciente, está ofreciendo resultados que demuestran la pertinencia de prestar atención a estos grupos sociales; desde la propia concepción de lo que significa la infancia, al estudio de sus cuerpos desde una perspectiva bioarqueológica, al análisis de los espacios que ocuparon o intervención en la ritualidad de sus comunidades entre otras temáticas.

En España, ¿cómo comienzan este tipo de trabajos?

En España, la denominada ‘arqueología de la infancia’ debe, en buena parte, su desarrollo a investigadoras procedentes de la arqueología feminista y de género que han entendido la importancia de la relación (más o menos construida) entre las mujeres y los individuos infantiles, la invisibilización que ambos grupos han sufrido y las posibilidades que su estudio puede proporcionar al discurso histórico.

Este interés por la infancia queda patente además en la proliferación de congresos como los primeros celebrados en la Humboldt- Universidad de Berlín (2004), en la Universidad de Kent (2005), en el Bergen Museum (2006) o los congresos anuales organizados en el marco de la Society for the Study of Childhood in the Past.

Este último es un grupo de trabajo de carácter internacional y multidisciplinar que promueve el estudio de la infancia en el pasado y tiene su origen en el trabajo y la reflexión de investigadoras e investigadores que, tanto a nivel teórico como metodológico, comenzaron a examinar todos aquellos elementos a través de los cuales era posible acercarse a la infancia y a la edad en el registro arqueológico.

En su caso, ¿por qué decidieron crear el proyecto Pastwomen?

Pastwomen es proyecto colectivo, un espacio colaborativo entre investigadoras, gestoras, profesoras y otras profesionales vinculadas al patrimonio prehistórico y protohistórico cuyo objetivo principal es promover la visibilización de las perspectivas feministas en arqueología e historia.
Un proyecto y una red de investigación que, apoyándose desde un primer momento en proyectos de investigación obtenidos en convocatorias competitivas, tiene una doble misión. Por un lado, generar conocimiento a través de investigación específica que permita conocer aspectos concretos de la vida de las mujeres —y de otros grupos, como la infancia o la senectud— en el pasado; por otro, y partiendo de esa investigación, generar los recursos de divulgación correspondientes a través de diferentes estrategias.
Pretendemos corregir el enorme vacío en el conocimiento histórico sobre las mujeres desde el conocimiento científico de excelencia y la divulgación de calidad, usando el trabajo en red como herramienta básica.

¿Cuáles son los últimos estudios que han desarrollado?

Se han realizado seminarios, congresos, reuniones científicas y varias publicaciones. Pero sin duda una de las consecuencias más significativas del trabajo es la página web que pretende dotar de visibilidad a las líneas de investigación en arqueología e historia que se vinculan al estudio de la cultura material de las mujeres, al tiempo que pretende proporcionar recursos actualizados desde las perspectivas feministas a todos los sectores involucrados en la divulgación histórica.

Los contenidos de la web derivan del análisis de la cultura material realizada por cada una de las componentes del equipo en sus diferentes líneas de investigación. Contiene además una mediateca, una base de datos bibliográfica, un mapa de investigación y una base de datos de grupos de investigación. Dedicamos también un apartado a ofrecer recursos con enlaces a webs, documentos, artículos online, un canal de YouTube y descargas directas de contenidos para su uso en el ámbito educativo.

Fuente:SINC

Un enorme árbol genealógico para comprender la familia humana

Combinar miles de genomas modernos y antiguos para construir la mayor genealogía humana hasta la fecha es lo que ha logrado un equipo internacional de científicos.

El estudio, publicado en la revista Science, muestra los principales acontecimientos de la historia de la humanidad, así como su cronología y localización geográfica.

La secuenciación del genoma humano en las dos últimas décadas ha dado lugar a un conocimiento más profundo de nuestro pasado evolutivo. De esta forma, se han generado datos genómicos de cientos de miles de individuos, incluidos los de miles de personas prehistóricas.

Un equipo de científicos ha aplicado un nuevo método no paramétrico que combina datos de registro en árbol de genomas humanos antiguos y modernos, lo que les ha permitido deducir una genealogía completa humana.

“Un método no paramétrico significa que tuvimos que hacer muy pocas suposiciones sobre la naturaleza de las migraciones humanas. Por ejemplo, no necesitamos conjeturar si hubo una, o solo unas, pocas migraciones fuera de África, o que ocurrieron de una manera determinada, en un momento concreto.

Nuestro objetivo es dejar que los datos hablen por sí mismos”, dice Yan Wong, del Centro Li Ka Shing para la Información y el Descubrimiento de la Salud en la Universidad de Oxford (Reino Unido) y coautor del estudio que publica la revista Science.

Con esta técnica, el ancestro de dos individuos se asigna geográficamente al punto medio entre la localización geográfica de sus dos descendientes y se van determinando sus ancestros en el pasado. “Aunque sabemos que este método es imperfecto, parece recapitular bien muchos de los movimientos humanos conocidos. Quizás la sorpresa es, de hecho, que funciona razonablemente bien”, declara Aida Andres, del Instituto de Genética del University College de Londres y autora de un artículo en la misma revista, como comentario a este trabajo.

Hasta la fecha, se habían recogido miles de genomas humanos, que contienen segmentos de diferentes y múltiples ancestros de distintas edades. En consecuencia, la elaboración de una imagen completa de la genealogía y la variación genómica a lo largo de la historia humana representa un reto técnico.

Ahora, Wong y su equipo han logrado construir un enorme árbol genealógico para toda la humanidad. “Al tratar toda nuestra ascendencia como una sola red, podemos estimar características generales de los antepasados comunes en el árbol genealógico humano, como su edad e incluso potencialmente su ubicación. Nuestro método se podrá escalar potencialmente a millones de genomas”, asegura Wong.

La historia que generó toda nuestra variación genética

Dado que las regiones genómicas individuales solamente se heredan de un progenitor, la ascendencia de cada punto del genoma puede considerarse como un árbol. El conjunto de árboles, conocido como ‘secuencia arbórea’ o ‘gráfico de recombinación ancestral’, enlaza las regiones genéticas a través del tiempo con los ancestros en los que apareció por primera vez la variación genética.

En total, se usaron ocho bases de datos diferentes que incluyeron un total de 3 609 secuencias genómicas individuales de 215 poblaciones. Los genomas antiguos incluían muestras halladas en todo el mundo, con edades comprendidas entre 1 000 y más de 100 000 años. Los algoritmos predijeron dónde debían estar presentes los ancestros comunes en los árboles evolutivos para explicar los patrones de variación genética. La red resultante contenía casi 27 millones de ancestros.

Anthony Wilder Wohns, que llevó a cabo la investigación en la Universidad de Oxford y que ahora es investigador postdoctoral en el Instituto Broad del MIT y Harvard (Estados Unidos), explica que: “Aunque en esta genealogía se incluye una enorme cantidad de detalles, observar la edad media y la ubicación de los antepasados proporciona una gran visión de las características generales de la historia humana. A veces, podemos incluso mostrar todos estos datos para revelar patrones importantes”.

Tras añadir los datos de localización de estos genomas de muestra, los autores utilizaron la red para estimar dónde habían vivido los ancestros comunes. Los resultados recapitularon con éxito acontecimientos clave de la historia evolutiva humana, incluida la migración fuera de África.

“Hace tiempo que se sabe que hubo una dispersión fuera de este continente, quizá hace unos 100 000 años. Las señales de este acontecimiento se encuentran en partes del genoma como el mitocondrial, el cromosoma. Y varios otros genes. Sin embargo, nuestra genealogía muestra, por primera vez, que la señal de este acontecimiento está claramente presente en todo el genoma”, señala Wong.

Los investigadores observaron señales de linajes ancestrales muy profundos en África, el evento fuera de África, y la introgresión o incorporación arcaica de genes en Oceanía.

Las mutaciones que nos dan las pistas

Este método también tiene en cuenta los datos que faltan y los erróneos, y usa genomas antiguos fragmentados para ayudar a identificar el momento de la aparición de los alelos.
“Estos son variantes genéticas. Aparecen por mutación en algún momento, y si se establecen a partir de ese instante, esa posición genómica será variable en la población. Unos cromosomas tendrán un alelo, otros el otro. Podemos inferir la edad de esos alelos usando genomas modernos, pero es un problema difícil y lo hacemos con poca resolución”, revela Andres.

Lo que han hecho en este estudio es usar genomas antiguos de baja calidad para ayudar a determinar su edad. Para cada alelo se han preguntado cuándo lo ven por primera vez. Si, por ejemplo, se observa en un genoma de hace 5 000 años, sabrán con certeza que esa mutación tiene más de esa edad.

“Esto ayuda a mejorar los modelos que nos permiten inferir la historia demográfica humana. Pero, además, si ese alelo tiene efectos importantes —por ejemplo, si nos permite digerir la lactosa, o si aumenta el riesgo de una enfermedad—, mejorar la inferencia de la edad del alelo nos ayuda a entender la historia de ese fenotipo o de esa enfermedad”, continúa la investigadora del University College.

Gil McVean, otro de los coautores de la Universidad de Oxford, recalca: “Los conjuntos de datos genómicos que utilizamos se han construido a partir de muchas fuentes diferentes y utilizando distintos métodos. Inevitablemente, se producen ciertos tipos de error. Nuestro enfoque ayuda a identificarlos. Estimamos que la tasa es pequeña, menos del 0,5 % de los lugares de variantes en el genoma, pero su eliminación crea una imagen más precisa y completa de la variación genómica humana”.

Aunque el estudio se centra en los seres humanos, el método es válido para la mayoría de los seres vivos.

Limitaciones del estudio

Wilder Wohns, por su parte, explica que una de las principales limitaciones de este trabajo es que utilizan un método muy simple para estimar la ubicación de nuestros antepasados.
“Se podría trabajar mucho más en este campo. Además, nuestras estimaciones de la ubicación de los ancestros están limitadas en última instancia por las de las secuencias genómicas. Por ejemplo, la precisión de nuestra reconstrucción de las migraciones de los pueblos indígenas a las Américas se ve dificultada por la relativa escasez de muestras del noreste de Siberia y el noroeste de Norteamérica”, añade.
Además, si se produjeran grandes migraciones históricas que no dejaran descendientes locales, la precisión de dichas estimaciones de la ubicación de los ancestros se vería disminuida.
Por último, el método tiene en cuenta los errores de los conjuntos de datos genéticos utilizados, pero no lo hace a la perfección. Esto también puede afectar a las estimaciones de la edad y la ubicación de nuestros antepasados.

“Desde mi punto de vista, una de las mayores limitaciones de todo estudio que utiliza las grandes bases de datos de genomas existentes —incluido este— es que no tenemos una representación adecuada de todas las poblaciones humanas. Las bases de datos están sesgadas hacia poblaciones muy estudiadas. Por ejemplo, las europeas. Pero esto ocurre, no solo en esta investigación, sino en la mayoría del trabajo genómico actual, y se solucionará solo secuenciando más genomas de más poblaciones mundiales”, concluye Andres.

SINC

Referencia:
Wilder Wohns A. et al. «A unified genealogy of modern and ancient genomes».Science