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El primer trabajo científico publicado por el doctor Carlos J. Finlay

La primera publicación en la isla de Cuba de un trabajo sobre un padecimiento de las glándulas endocrinas tuvo lugar el 12 de mayo de 1813, fecha en la que el célebre sabio habanero, el doctor Tomás Chacón (1764-1849) hizo público en el Diario del Gobierno de la Habana un artículo sobre hermafroditismo en un marinero, pero, no fue hasta transcurridos algunos años de la segunda mitad del siglo XIX que apareció el primer trabajo científico en relación con el bocio exoftálmico propiamente dicho.

Este trabajo, que constituye nuestro objetivo central, fue dado a conocer por el célebre médico cubano Carlos J. Finlay Barrés (1833-1915) en la sesión celebrada el 8 de febrero de 1863 en la sede de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana.

La bibliografía activa de Finlay

Con su genial descubrimiento del agente transmisor de la fiebre amarilla, el doctor Finlay abrió un nuevo capítulo en la patología tropical, a saber, el de la teoría metaxénica de la transmisión de enfermedades por vectores biológicos; con independencia de que contribuyó también de modo considerable al desarrollo de disciplinas tales como la Entomología y la Virología. De todos es sabido que el científico cubano consagró la mayor parte de su vida al estudio de esta enfermedad y que, por ende, la abordó en un gran porcentaje de su amplia producción científica publicada.

Sin embargo, un examen detenido de su bibliografía activa demuestra que, a su abundante obra sobre la fiebre amarilla, ascendente a un aproximado de 90 documentos procesados desde el punto de vista editorial, se agregan cerca de 100 más en los que trató acerca de otros aspectos. Destacan entre ellos los relativos a las enfermedades de la visión, pues fue la Oftalmología la especialidad con la que dio inicio a su ejercicio profesional; así como a los asuntos de salud pública (desde mayo de 1902 hasta diciembre de 1908 aparecieron cada mes y año en el Informe Sanitario y Demográfico de la República de Cuba, tanto en español como en inglés, sus observaciones como jefe de la Sanidad Cubana).

Otras dolencias humanas objeto de sus investigaciones reflejadas en su bibliografía activa fueron la filariasis (a él corresponde también el mérito de haber descubierto la existencia de este mal en Cuba), el cáncer, la lepra, el tétanos infantil, la malaria, el beriberi, la corea, la tuberculosis y el absceso hepático, por sólo citar algunas. También dedicó sus esfuerzos al estudio de la patología vegetal, principalmente a las afecciones de los cocoteros, y animal, sobre todo al muermo.

Bocio exoftálmico. Observación

Con este encabezamiento puso Finlay a la consideración de sus colegas académicos el 8 de febrero de 1863 su comunicado sobre el trastorno, que luego se publicó con el mismo título en el primer número de los Anales de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, revista surgida en agosto de 1864 como órgano oficial de esa corporación. Procede informar de paso que la publicación se mantuvo durante casi un siglo divulgando principalmente las contribuciones de los miembros de la Academia, además de las de otras personalidades de las ciencias y que ha sido hasta ahora la más trascendental y la de más larga vida entre todas las revistas científicas cubanas (su último número salió en 1958).

Finlay dio inicio a su comunicado sobre el bocio exoftálmico con mención al interés que habían suscitado en Europa las discusiones de la Academia de París respecto a la entonces extraña enfermedad, lo que le sirvió de motivación para recoger los apuntes de un caso, el primero detectado en Cuba, ocurrido en la ciudad de Matanzas en diciembre de 1862. En su intervención hizo el sabio una exhaustiva descripción de los síntomas de la paciente objeto de sus observaciones, una negra partera de 37 años llamada Inés Sosa, coincidentes todos con los descritos por Graves y Basedow.

En ese trabajo hizo Finlay un pormenorizado recuento del examen y de las pruebas que practicó a la enferma, así como de los signos que halló, con los que llegó a la conclusión de que se trataba del bocio exoftálmico. Asimismo informó en detalle acerca de la estrategia terapéutica que puso en práctica y de los favorables resultados que obtuvo al cabo de las tres semanas con su aplicación. Finalmente, dedicó gran una parte del texto al análisis y discusión de los resultados, sobre la base del pronóstico de la evolución de la enfermedad observada por sus colegas de Europa. En esa discusión fundamentó y defendió su criterio de clasificar el mal entre las neurosis del nervio gran simpático, a partir de los fenómenos por él observados tales como la dilatación de los vasos y la elevación de la temperatura del cuello y de la cara; las palpitaciones del corazón; la prominencia del globo ocular y la dilatación de las pupilas. Otra circunstancia que alegó para defender su posición acerca del origen nervioso del trastorno fue la posibilidad de curación de la dilatación hipertrófica del corazón.

Consideraciones generales

Con este interesante bosquejo del bocio exoftálmico hizo Finlay un importante aporte al conocimiento de la enfermedad en Cuba, por cuanto llamó la atención de sus compatriotas en relación con su existencia en el territorio nacional y puso sobre aviso la necesidad de su estudio, ya no como un objeto de mera curiosidad, sino como una exigencia impuesta por los nuevos tiempos de su época.

Ese comunicado, expuesto por el sabio cubano en febrero de 1863 tiene, además, desde el punto de vista bibliográfico, la doble significación de haber sido el primer trabajo científico que él publicó y el primer artículo sobre bocio exoftálmico que vio la luz en una revista científica editada en el archipiélago cubano.

Fuente: López Espinosa José Antonio. El primer trabajo científico publicado por el doctor Carlos J. Finlay. ACIMED  [Internet]. 2004  Abr [citado  2025  Feb  14] ;  12( 2 ): 1-1. Disponible en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1024-94352004000200008&lng=es.

Carlos Juan Finlay Barres

Carlos Juan Finlay Barres (1833-1915)
Carlos J. Finlay BarresEminente epidemiólogo y microbiólogo cubano. Nació en la ciudad de Puerto Príncipe (actual Camagüey), Cuba, el 3 de diciembre de 1833, y falleció en la ciudad de La Habana, el 19 de agosto de 1915.
En una conferencia internacional celebrada en Washington, EE.UU., en febrero de 1881, Finlay señaló que todas las evidencias indicaban que la fiebre amarilla sólo podía ser trasmitida por un «agente intermediario». En agosto del mismo año, en conferencia pronunciada en la Academia de Ciencias de La Habana, identificó a dicho agente como el mosquito hoy conocido como Aedes aegypti. Este trabajo fue publicado en los Anales de dicha institución ese mismo año. Posteriormente, se dedicó a comprobar su teoría mediante la realización de experimentos; pero no logró que ningún investigador independiente repitiera sus trabajos. También indicó, desde los años ochenta, que la enfermedad podía ser controlada mediante la eliminación de las larvas de mosquito en los depósitos de agua. En el año 1900 explicó a una comisión estadounidense, presidida por el cirujano Walter Reed, los detalles de su teoría y le entregó los resultados de sus experimentos, así como los huevos del mosquito identificado por él.

La teoría de Finlay fue comprobada oficialmente en 1900 por experimentos preliminares realizados (con mosquitos adultos, procedentes de los huevos suministrados por Finlay) por Jesse Lazear, uno de los miembros de dicha comisión, quien falleció como resultado de las inoculaciones experimentales, y -en 1901- por una serie de detallados experimentos, dirigidos por Reed. La comprobación de que el mosquito en cuestión era el único trasmisor de la fiebre amarilla en Cuba se produjo mediante la virtual eliminación de la enfermedad en La Habana, gracias a una campaña, basada en las recomendaciones de Finlay y dirigida por el médico estadounidense William Gorgas, llevada a cabo 1901. La enfermedad fue definitivamente eliminada en La Habana en 1905 y, en Cuba, en 1909, en campañas dirigidas por el propio Finlay.
Finlay fue Secretario de Correspondencia de la academia habanera durante 14 años y sus trabajos sobre la transmisión de la fiebre amarilla eran internacionalmente conocidos. Fue propuesto para el premio Nóbel por dos ganadores del mismo, Ronald Ross (de Inglaterra) y Auguste Laverán (de Francia); pero en esa época el premio sólo se adjudicaba a científicos europeos. Recibió, no obstante, importantes distinciones otorgadas por instituciones de Gran Bretaña y Francia.

Fuente: RedCiencia
Disponible en: http://www.redciencia.cu/cienciacu_en/canales/acc/carlos_jfinlay.htm