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El legado genético de Hitler: lo que realmente revela su ADN

El documental «Hitler’s DNA: Blueprint of a Dictator», que, ochenta años después de la muerte de Adolf Hitler, no solo revela datos médicos sobre el dictador. También intenta explicar su comportamiento a partir del análisis genético, algo altamente cuestionable desde el punto de vista científico.

Síndrome de Kallmann: la rara enfermedad del dictador

Según la secuenciación de ADN, Hitler habría padecido el poco común síndrome de Kallmann, una enfermedad genética que reduce la producción de hormonas sexuales. Sus efectos incluyen ausencia o retraso severo de la pubertad, niveles bajos de testosterona, un sentido del olfato poco desarrollado (anosmia), testículos no descendidos (criptorquidia) y una mayor probabilidad de desarrollar un micropene u otras anomalías genitales.

Como prueba se cita la historia clínica de Hitler en la prisión de Landsberg, donde estuvo encarcelado en 1923 tras el fallido intento de golpe. Allí, el médico de la cárcel le diagnosticó «criptorquidia derecha», es decir, un testículo derecho no descendido.

Además, el médico personal de Hitler, Theodor Morell, le administró inyecciones regulares de testosterona a partir de 1944, lo que también respalda ese diagnóstico.

¿Riesgos psíquicos en el ADN de Hitler?

Según el documental, el análisis genético también mostraría que Hitler tenía un riesgo poligénico muy elevado de padecer trastornos psicológicos, especialmente autismo, esquizofrenia y trastorno bipolar.

Los genetistas y psicólogos que participaron en la producción admiten que no es válido sacar conclusiones solo a partir de un riesgo poligénico elevado, pero aun así especulan sobre posibles diagnósticos o patrones de comportamiento.

Es cierto que estos nuevos hallazgos médicos pueden ayudar a comprender mejor la psicología de Hitler. Y naturalmente es posible que deficiencias físicas y fluctuaciones hormonales influyeran en su conducta. Incluso podría ser que Hitler compensara su fragilidad física con delirios de grandeza. Pero todo esto sigue siendo especulación, porque faltan pruebas concluyentes.

Esto también pone en aprietos a la reconocida Turi King, a quien la productora logró sumar al proyecto. La genetista y arqueóloga canadiense-británica, profesora de Participación Pública y Genética en la Universidad de Leicester, se hizo famosa por el análisis de ADN de los restos de Ricardo III, hallados en un aparcamiento de Leicester.

Turi King tenía previsto enviar sus resultados a una revista médica especializada y someterlos a un proceso de peer review, es decir, a la revisión científica por pares. Pero la productora no quiso esperar ese largo procedimiento académico y King acabó aceptando. Ahora, su prestigio académico está en entredicho.

Un soldado estadounidense visita el búnker de Hitler en 1945 y recoge piezas de recuerdo.
Triunfo en las habitaciones privadas de Hitler: un soldado estadounidense se encuentra junto al sofá en el que Hitler se suicidó y recoge piezas como recuerdo. Imagen: akg-images/picture alliance

Rumor desmentido: Hitler no era judío

Al menos un rumor persistente pudo ser descartado de forma convincente por el análisis genético: la supuesta ascendencia judía de Hitler.

Aún en 2022, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, afirmó que Hitler tenía un abuelo judío. Pero, según el análisis de ADN, ahora existen pruebas genéticas claras de las raíces austríaco-alemanas de Hitler.

Recuerdo del «sofá de la muerte»: el origen de las muestras de ADN

Según el documental, el material genético analizado proviene de un sofá manchado de sangre en el que Hitler se suicidó el 30 de abril de 1945. Hitler se disparó con una pistola mientras su esposa, Eva Braun, ingería veneno. Sus cuerpos fueron luego quemados por sus colaboradores para evitar que fueran exhibidos públicamente, como había ocurrido poco antes con el dictador italiano Mussolini.

Más tarde, el coronel Roswell P. Rosengren, oficial de prensa del Ejército estadounidense, se habría llevado como macabro recuerdo un fragmento de la tapicería estampada del sofá desde el búnker del Führer. Ya en Estados Unidos, el trozo de tela permaneció primero en su caja fuerte y, tiempo después, terminó en el Museo de Historia Militar de Gettysburg, en Pensilvania. La historia es verosímil: existen varias fotos de Hitler sobre ese sofá y de soldados rusos y estadounidenses cortando trozos de la tela.

Más problemática es la atribución de la muestra. Según el documental, la autenticidad del ADN se comprobó comparándolo con muestras conocidas de familiares de Hitler. Pero no se aclara quién es ese pariente cuyo raro cromosoma Y coincide a la perfección con la muestra del sofá. Tampoco queda claro si esos descendientes vivos de Hitler dieron su consentimiento para la comparación.

El ADN aporta indicios, pero no pruebas sobre el comportamiento

Es comprensible intentar buscar las causas del comportamiento inhumano de Hitler en posibles trastornos físicos o psicológicos. Pero establecer esa conexión es arriesgado y científicamente cuestionable.

Según el documental, el ADN de Hitler mostraría una probabilidad superior a la media de TDAH, una alta probabilidad de rasgos autistas, esquizofrenia y una tendencia al comportamiento antisocial. Esto puede ser cierto, pero no demuestra que Hitler padeciera realmente estos trastornos ni que influyeran en su conducta. De hecho, una atribución individual tan específica no es válida con los llamados polygenic risk score tests (PRS), que solo permiten comparaciones con la población general.

El comportamiento no puede explicarse únicamente mediante la genética. La aparición de trastornos psicológicos resulta siempre de una interacción compleja entre genética, entorno, historia de vida y experiencias personales. Los test genéticos no permiten diagnosticar enfermedades mentales; para ello se requiere una evaluación clínica basada en síntomas y entrevistas con la persona y su entorno.

Esto también lo sabían los responsables del documental. «El salto de la biología al comportamiento es enorme», admitió el psicólogo británico Simon Baron-Cohen, que participó en la producción, para luego dar igualmente ese enorme salto hacia la especulación.

Eva Braun observa a Adolf Hitler en sus habitaciones privadas.
Adolf Hitler con su esposa, Eva Braun, en el conjunto de sofás con motivos decorativos: se dice que el dictador tenía una relación problemática con las mujeres.Imagen: kpa Keystone/United Archives/picture alliance

Peligrosas conclusiones sobre el comportamiento

Tener una predisposición a trastornos psicológicos -o incluso padecer uno- no permite extraer conclusiones directas sobre el comportamiento de una persona. Esto también lo muestra el libro «A First-Rate Madness», del psiquiatra Nassir Ghaemi, profesor de Psiquiatría en la Tufts University School of Medicine y docente en la Harvard Medical School de Boston. En su obra, analizó la «inestabilidad mental» de figuras históricas, desde Abraham Lincoln hasta el principal adversario democrático de Hitler, Winston Churchill. Hitler fue el único caso negativo en su estudio.

Ghaemi también está convencido de que Hitler padecía un trastorno maniacodepresivo. Los hallazgos genéticos, afirma el psiquiatra iraní en declaraciones a DW, son «científicamente sólidos y pueden ayudarnos a comprender mejor sus cualidades de liderazgo».

«Los rasgos maníacos potencian la creatividad y la capacidad de resistencia; los síntomas depresivos aumentan la empatía y el realismo: todos ellos son puntos fuertes para un líder. Estas cualidades pueden emplearse en cualquier dirección política, ya sea de forma autocrática y tiránica, como en el caso de Hitler, o democrática, como en el de Churchill».

Según Ghaemi, la «inestabilidad psicológica» de Hitler se agravó a partir de 1937 debido a la administración diaria de anfetaminas por vía intravenosa para tratar su depresión, algo que también respaldan diversas fuentes históricas.

Que Hitler -como menciona el documental- pudiera haber padecido síndrome de Kallmann, podría «explicar por qué, a diferencia de la mayoría de las personas con rasgos maníacos, aparentemente no tenía una libido elevada, pese a presentar muchos otros rasgos maníacos (verborrea, alta energía física, poco sueño, autoestima inflada)». Pero todos esos son indicios, no pruebas.

Soldado soviético en el sofá de Hitler en el búnker del Führer.
En aquel entonces aún unidos en la lucha contra la Alemania nazi: la fotografía de un soldado estadounidense muestra a un soldado soviético en el «búnker del Führer», en el sofá en el que Hitler se quitó la vida.Imagen: SZ Photo/picture alliance

Riesgo de estigmatización y de trivialización

Los investigadores que participaron en el documental eran conscientes de que vincular el autismo o el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) con Hitler -considerado el epítome del mal- es extremadamente problemático. «Existe un alto riesgo de estigmatización», advierte el psicólogo Simon Baron-Cohen en el documental. Una asociación así podría llevar a que personas con enfermedades mentales sean injustamente relacionadas con un asesino en masa.

También existe el riesgo de que, al patologizar a Hitler como un «loco», su comportamiento inhumano se atribuya a una predisposición genética y, en consecuencia, se trivialicen sus crímenes. Según Ghaemi, esta es «una preocupación constante de algunos científicos y activistas alemanes». Las afirmaciones sobre la salud de Hitler «no afectan en absoluto su responsabilidad moral por sus crímenes», subraya el psiquiatra en declaraciones a DW.

«La presencia o ausencia de una enfermedad mental no determina si alguien es moral o legalmente responsable de sus actos. El criterio moral y jurídico es si una persona podía haber actuado de otra manera.»

El ADN de Hitler y el mito de la «raza aria superior»

La ironía de la historia: según las propias leyes nazis, Hitler habría sido considerado «enfermo hereditario» e «indigno de vivir», y por tanto víctima de sus propios programas de eutanasia.

Según la llamada «doctrina racial» nazi, el destino humano residía en la sangre. «La capacidad de tomar decisiones positivas o negativas es un rasgo determinado por la sangre», escribió en su libro Mein Kampf, comenzado en la prisión de Landsberg.

La pureza de la sangre, sostenía, permitiría al individuo tomar «decisiones correctas» y reforzaría la cohesión de una nación. En cambio, la mezcla de sangre -la «mezcla racial»- conduciría a un comportamiento «ilógico» y arrastraría a las civilizaciones a la ruina.

Justamente a la ruina fue donde Hitler, durante sus doce años de dictadura violenta, llevó a gran parte del mundo.

Fuente: DW. Disponible en: El legado genético de Hitler: lo que realmente revela su ADN – DW – 14/11/2025

Hallan, por estudios de ADN, a seis parientes vivos de Leonardo da Vinci

Leonardo da VinciUn equipo internacional ha logrado algo extraordinario: seguir el rastro genético de Leonardo da Vinci hasta el presente.

Leonardo da Vinci (1452-1519), el extraordinario genio del Renacimiento que revolucionó el arte y la ciencia hace más de 500 años, sigue sorprendiendo al mundo desde la tumba, ahora gracias a la genética.

Tras 30 años de intensa investigación genealógica, un equipo internacional conocido como «Proyecto ADN Leonardo» acaba de publicar un libro titulado Genìa da Vinci. Genealogía y genética del ADN de Leonardo con revelaciones fascinantes sobre el árbol genealógico del genio renacentista, que se remontaría hasta 1331, abarcando 21 generaciones y más de 400 individuos, según un comunicado de prensa del proyecto.

Aunque Leonardo nunca tuvo hijos, sus numerosos hermanastros –hasta 22, según reportan algunos medios– han permitido seguir el rastro de su linaje hasta nuestros días.

Descendientes de Leonardo da Vinci: cromosoma Y intacto

El hallazgo más sorprendente es la identificación de 15 descendientes por línea masculina de la familia Da Vinci, relacionados con su padre y su hermanastro Domenico Benedetto. Aunque el comunicado del proyecto no especifica si todos estos descendientes están vivos, sí aclara que seis de ellos, aún vivos, fueron sometidos a análisis genéticos. Lo verdaderamente revolucionario es que estos seis comparten segmentos idénticos del cromosoma Y, el que se transmite de padres a hijos.

Según David Caramelli, director del proyecto desde la Universidad de Florencia, esto sugiere que la línea masculina de los da Vinci ha permanecido genéticamente intacta durante al menos 15 generaciones.

Los investigadores confirmaron por otra parte la existencia de una tumba familiar en la iglesia de Santa Croce de Vinci, donde podrían estar enterrados el abuelo de Leonardo, Antonio, su tío Francesco y varios hermanastros. Los antropólogos de la Universidad de Florencia han recuperado fragmentos óseos que están siendo analizados. Según Caramelli, uno de los especímenes corresponde a un varón cuya edad coincide con la de los presuntos parientes del artista.

«Nuestro objetivo al reconstruir el linaje de la familia da Vinci hasta nuestros días es permitir la investigación científica de su ADN», explica Alessandro Vezzosi, coautor del libro, en el comunicado. «Esperamos comprender las raíces biológicas de su extraordinaria agudeza visual, creatividad y posiblemente incluso aspectos de su salud y causas de muerte», agrega.

Los investigadores analizaron fragmentos óseos recuperados de la tumba familiar en Santa Croce de Vinci para identificar el ADN de los parientes de Leonardo.
Los investigadores analizaron fragmentos óseos recuperados de la tumba familiar en Santa Croce de Vinci para identificar el ADN de los parientes de Leonardo.

El libro va mucho más allá de la genética, revelando aspectos desconocidos de la vida del genio florentino. Por ejemplo, mediante el análisis de antiguos registros catastrales, los autores identificaron siete casas de la familia Da Vinci en el pueblo y castillo de Vinci, así como dos propiedades del propio Leonardo, heredadas de su tío Francesco.

Entre los hallazgos más intrigantes destaca un misterioso dibujo al carboncillo descubierto en la repisa de una chimenea de un antiguo edificio de Vinci. La obra, bautizada como el «Dragón Unicornio», representa una criatura fantástica con un cuerno en espiral, hocico alargado, dientes ganchudos, lengua flamígera, escamas pronunciadas y una gran ala membranosa. Los expertos sugieren que la obra, de «rara intensidad expresiva», podría ser del propio Leonardo.

¿Leonardo, pionero de la epigenética?

Quizás uno de los aspectos más fascinantes del libro es la sugerencia de que Leonardo fue uno de los primeros pioneros de lo que hoy llamamos epigenética. Según explican, sus escritos sobre la herencia apuntan a la posible influencia de la dieta, la sangre y el comportamiento de los padres en la descendencia, anticipándose siglos a los descubrimientos modernos sobre cómo los factores externos pueden modificar la expresión de los genes.

«En sus estudios sobre la generación, la concepción se convierte en un acto complejo en el que se entrecruzan la naturaleza, la emoción y el destino», señala Agnese Sabato, coautora del trabajo.

Los investigadores sugirieron que Leonardo da Vinci anticipó conceptos de epigenética al estudiar cómo la dieta y el comportamiento de los padres influían en la descendencia.
Los investigadores sugirieron que Leonardo da Vinci anticipó conceptos de epigenética al estudiar cómo la dieta y el comportamiento de los padres influían en la descendencia.

Jesse H. Ausubel, director del proyecto desde la Universidad Rockefeller, es optimista sobre las posibilidades: «Incluso una diminuta huella dactilar en una página podría contener células para secuenciar. La biología del siglo XXI está moviendo la frontera entre lo incognoscible y lo desconocido».

Limitaciones y futuro de la investigación genética de Leonardo

Sin embargo, los investigadores se mantienen cautos. Caramelli recuerda que todavía deben hacerse más análisis detallados para verificar si el ADN recuperado de restos óseos familiares está lo suficientemente bien conservado para confirmar plenamente estos hallazgos.

Es importante señalar también que el trabajo no es una investigación revisada por pares, como indica IFL Science. Además, según la misma fuente, nunca se ha identificado el ADN confirmado del propio Leonardo da Vinci. En el caso del proyecto, además de la investigación genealógica, se analizaron fragmentos óseos recuperados de la tumba de la iglesia de Santa Croce de Vinci, donde se cree que se encontraban algunos familiares de Leonardo.

El proyecto, iniciado en 2016 y coordinado desde la Universidad Rockefeller con la participación del Instituto J. Craig Venter y la Universidad de Florencia, representa un hito en la intersección entre ciencia, historia y cultura. Si los investigadores logran secuenciar suficientes fragmentos de ADN, podríamos estar ante una nueva era en nuestra comprensión del hombre que pintó la Mona Lisa y diseñó máquinas voladoras siglos antes de su tiempo.

Fuente: Deutsche Welle.

La peste negra se originó en el corazón de Asia

La mayor pandemia de nuestra historia, la peste que asoló Europa en la Edad Media, comenzó sobre el año 1338 en el actual Kirguistán. Así lo revela un análisis de ADN antiguo extraído de personas que murieron por esta enfermedad, junto a los datos históricos y arqueológicos.

La peste bubónica, causada por la bacteria Yersinia pestis, entró en 1347 por el Mediterráneo a través de barcos mercantes procedentes del Mar Negro. Enseguida la enfermedad se diseminó por Europa, Oriente Medio y el norte de África, acabando con la vida de millones de personas, hasta el 60 % de la población en algunas regiones. Este brote a gran escala duró entre los años 1346 y 1353 y fue bautizado como la peste negra.

Fue la primera gran ola de varias que vendrían después, ya menos devastadoras, hasta el siglo XIX, y que en conjunto se llaman la Segunda Pandemia de Peste. La Primera Pandemia de Peste o Plaga de Justiniano había ocurrido casi 800 años antes en el Imperio bizantino.

Usando ADN antiguo de personas fallecidas por la peste negra y enterradas en cementerios de Kirguistán, se ha encontrado la cepa bacteriana que dio origen a esta pandemia e incluso una fecha de inicio: 1338

A pesar de las enormes repercusiones demográficas y sociales que tuvo la peste negra, sus orígenes y, por tanto, el de la Segunda Pandemia de Peste, han sido objeto de debate prácticamente desde que hizo su aparición: un misterio de 675 años de antigüedad que ahora parece haberse resuelto.

Un equipo de científicos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y de la Universidad de Tubinga (ambos en Alemania), la Universidad de Stirling (Reino Unido) y otros centros europeos han obtenido y estudiado antiguos genomas de Yersinia pestis que sitúan los orígenes de la peste negra en el norte de Kirguistán, un país montañoso de Asia central. Los resultados se publican esta semana en la revista Nature.

Hasta ahora una de las teorías más populares apuntaba hacia China como el foco inicial de la que se considera la mayor pandemia de la historia de la humanidad. Sin embargo, los únicos hallazgos arqueológicos disponibles procedían de necrópolis o cementerios cercanos al lago Issyk Kul, en Kirguistán.

Esos restos demuestran que una epidemia devastó una comunidad comercial local en los años 1338 y 1339. Excavaciones realizadas a finales de la década de 1880 sacaron a la luz lápidas que indican que numerosos individuos murieron en esos dos años a causa de una epidemia o ‘pestilencia’ desconocida, una pista que siguieron los autores del estudio.

Rastro de la peste en lápidas y dientes

El equipo revisó los datos históricos y arqueológicos de dos necrópolis (Kara-Djigach y Burana) donde había inscripciones sobre esa ‘pestilencia’ y analizó el ADN antiguo de siete individuos enterrados allí. Así identificaron ADN de la bacteria de la peste en tres muestras dentales correspondientes a personas fallecidas en 1338 o 1339. “Por fin pudimos demostrar que la epidemia mencionada en las lápidas fue efectivamente causada por la peste”, subraya uno de los autores, Phil Slavin, de la Universidad de Stirling.

En busca del cuándo y la cepa original

¿Pero cómo saber si lo que se había encontrado era la cepa original? La comunidad científica ya había asociado el inicio de esta pandemia con un evento de diversificación masiva de sus variantes, el llamado ‘Big Bang’ de la diversidad de la peste, que ocurrió en algún momento indeterminado entre los siglos X y XIV.

Para resolver la cuestión, los autores usaron genomas completos antiguos de Y. pestis procedentes de los dos yacimientos estudiados e investigaron su relación con lo que ya se sabía del este particular Big Bang. “Así descubrimos que las cepas antiguas de Kirguistán se sitúan exactamente en el nudo de este evento de diversificación masiva. En otras palabras, hemos encontrado la cepa origen de la peste negra e incluso conocemos su fecha exacta [1338]”, afirma la primera autora, Maria Spyrou, de la Universidad de Tubinga.

Confirmar dónde apareció por primera vez

Pero entonces surgió otra pregunta: ¿de dónde procede esta cepa?, ¿evolucionó localmente o se extendió a esa región desde otro lugar? En principio la peste no es una enfermedad de los humanos. La bacteria sobrevive en poblaciones de roedores salvajes de todo el mundo, que actúan como sus reservorios. La cepa de Asia central que causó la epidemia de 1338-1339 cerca del lago Issyk Kul debía proceder de uno de estos reservorios.

“Descubrimos que las variantes modernas más estrechamente relacionadas con esa cepa se encuentran hoy en día en los reservorios de peste alrededor de las montañas Tian Shan, muy cerca de donde se encontró esa antigua cepa. Esto apunta a un origen del ancestro de la peste negra en Asia central”, recalca otro de los autores principales, Johannes Krause, director del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva.

Al igual que la COVID, la peste negra fue una enfermedad emergente, y el inicio de una enorme pandemia que se prolongó durante unos 500 años, Johannes Krause (Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva)

En cualquier caso, “este estudio pone fin a uno de los mayores y más fascinantes interrogantes de la historia, y determina cuándo y dónde comenzó el más infame asesino de seres humanos”, concluye Slavin. Según los investigadores, su trabajo demuestra cómo la estrecha colaboración

SINC

Referencia:
Maria A. Spyrou et al. “The source of the Black Death in 14th-century central Eurasia”. Nature, 2022