La Sociedad Cubana de Enfermería se constituyó el 17 de noviembre de 1976 en un acto efectuado en el Consejo Nacional de Sociedades Científicas de la Salud. Un grupo de enfermeras se reunieron para fundar la actual SOCUENF, primera de su tipo en Ciencias Médicas que agruparía a técnicos y profesionales y que es heredera de las tradiciones de la Asociación Nacional de Enfermeras y Alumnas de la República de Cuba (ANEARC). Su primera directiva estuvo integrada por las siguientes enfermeras: Jovita Páez Armenteros, presidenta; Onelia Espinosa Ramos, vicepresidenta; Nilda Bello Fernández, secretaria; Marta Caballeiro Melo, vicesecretaria; Gladys Cantón Blanco, Tesorera; Gloria Cueto Rodríguez, Esperanza Ortiz García, Dalia Pérez Alsina, Angela Garrido Viera y Alba Avilés Moreno, vocales.
Por iniciativa de la Enfermera Especialista Dora Rodríguez Arriba (Jefa del Departamento Nacional de Enfermería en ese momento) y con el apoyo del Dr. Daniel Alonso (presidente del CNSCS en ese momento), se había iniciado el proceso de gestación de la nueva sociedad. Se seleccionó un grupo de enfermeras prestigiosas, entre quienes se encontraba Jovita Páez Armenteros, y se emprendió el proceso organizativo.
La Comisión Organizadora asumió las tareas de elaborar el Proyecto de Reglamento Orgánico y de preparar las elecciones de la primera Junta de Gobierno, la cual quedó integrada por Jovita Páez Armenteros como presidenta, Onelia Espinosa Ramos como vicepresidenta y Nilda L. Bello Fernández (primera enfermera universitaria en Cuba) como secretaria y otros miembros dentro de los que se encontraban Alba Avilés Moreno, Marta Caballeiro Melo, Gladys Cantón Blanco, Ángela Garrido Veria, Esperanza Ortiz García, Gloria Cueto Rodríguez y Dalia Pérez Alsina. Esta junta directiva estuvo desde 1976 a 1980.
La Sociedad, agrupación de carácter exclusivamente científica, incorporada y dependiente del Consejo Nacional de Sociedades Científicas del Ministerio de Salud Pública desde sus inicios, ha tenido como misión promover el desarrollo científico técnico de sus enfermeros asociados, a través de la especialización jerarquizada por secciones, para elevar el nivel de la profesión en función de la salud y la calidad de vida de nuestro pueblo.
Se debe destacar que la Sociedad mantiene vínculos y es miembro de distintas organizaciones internacionales, como la Organización de Naciones Unidas (ONU), Consejo Internacional de Enfermeras (CIE), Federación Panamericana de Profesionales de Enfermería (FEPPEN), Asociación de Escuelas y Facultades de Enfermería (ALADEFE), Asociaciones Nacionales de Enfermería (ANES) de América Latina, Europa, Asia y África, Grupo de Profesionales de Enfermería de Centroamérica y el Caribe, Fundación para el Desarrollo de la Enfermería (FUDEN) en España.
En la actualidad, tras treinta y siete años de existencia, la Sociedad Cubana de Enfermería cuenta con una nutrida membresía en todo el país y continúa fomentando los logros alcanzados en el desarrollo de la profesión, con el objetivo primordial de consolidar la unión de todas las enfermeras y enfermeros de nivel técnico y/o universitario, dentro de la ética del trabajo profesional, reuniéndolos periódicamente con el propósito de considerar y discutir problemas técnicos, científicos y docentes, relacionados con la salud y mantenerlos adecuadamente informados sobre los avances de su especialidad, así como la organización de eventos nacionales e internacionales y la publicación científica en la Revista Cubana de Enfermería, para la socialización de los nuevos conocimientos en este campo.
Es pertinente resaltar que los logros en los indicadores de salud que hoy exhibe Cuba, ha sido en gran medida por el esfuerzo de todos los integrantes del equipo de salud, pero sin duda alguna, de los enfermeros y enfermeras, que con su actuación en todos los programas de salud y en los tres niveles de atención, han tenido un gran impacto en esos resultados.
Fuente: http://www.enfermeria.sld.cu/notienf.html
Cuba. Efemérides de Salud. 17 de noviembre


Médico y cirujano cardiovascular de Estados Unidos. El mismo año de su graduación como médico, en la Universidad de Tulane (1932), diseñó un aparato de bombeo que luego fue crucial en las operaciones a corazón abierto, como instrumento para mantener el flujo sanguíneo entre dicho órgano y los pulmones. Tres años más tarde se doctoró por la misma institución, trasladándose a Texas para ocupar la cátedra de cirugía de la Universidad Baylor. Ya en su nuevo puesto, desarrolló un método eficaz para el tratamiento de los aneurismas aórticos mediante la sustitución de los vasos sanguíneos dañados por injertos de otros conservados en congelación. En 1956 perfeccionó este último método al sustituir la técnica del injerto por la introducción de pequeños conductos de plástico. En 1963 anunció el primer implante con éxito de un mecanismo de asistencia cardíaca a un ser humano. Ese mismo año recibió el Premio Lasker, galardón médico más importante de Estados Unidos. En principio fue reacio a los trasplantes de corazón, más tarde, se convenció de su utilidad.