“Los murciélagos necesitan amigos que desenmascaren a su peor enemigo: la ignorancia”.
“Los murciélagos son seres extraños: vuelan con las manos, ven con los oídos, y duermen de cabeza, colgados por los pies. No obstante, figuran entre los animales más importantes del mundo por sus múltiples servicios ambientales”, dijo Gilberto Silva Taboada.
Casi un cuarto de las especies vivientes de mamíferos son murciélagos y superan a todos los demás en diversidad ecológica, densidad poblacional y distribución mundial.
Así la numerosa presencia de murciélagos en todo el planeta, excepto en los polos, resulta esencial para el equilibrio de la naturaleza; sin embargo, en muchas partes del mundo son temidos y aniquilados y sus poblaciones están declinando alarmantemente.
Cuba es el país de Latinoamérica con más especies de murciélagos por metro cuadrado, por el estado cársico de la Isla, hay 104 veces más individuos por kilómetro cuadrado que en Canadá, Estados Unidos y México.
De las especies cubanas de murciélagos, 20 comen insectos, cuatro se alimentan con néctar o polen, 2 de frutas y una atrapa peces en vuelo rasante sobre el mar, lagos y ríos: el Noctilio leporinus, que prefiere el pescado como dieta y es uno de los pocos murciélagos cubanos que posee un nombre común: murciélago pescador.
Habita en gran parte del archipiélago cubano, incluida la Isla de la Juventud; pero también vive en México, Centroamérica, norte de Suramérica, Antillas Mayores y Menores.
Es el mayor de los murciélagos cubanos; el macho es mayor que la hembra y puede alcanzar hasta 87 gramos de peso y una extensión alar de 71 centímetros.
Tiene el hocico ancho y corto, pero proyectado; sin hojuela nasal. Su pelaje es muy corto, de color que varía desde pardo oscuro hasta pardo rojizo, y desde crema pálido hasta anaranjado.
El naturalista Juan Cristóbal Gundlach (1810- 1896) afirmó en 1872: “Esta especie varía mucho en el color del pelaje”.
Es raro que durante su reposo diurno se encuentre en cuevas donde los agrupamientos pueden ser grandes. Comúnmente permanece en grupos pequeños en troncos huecos de palmas y de otros árboles. También es frecuente hallar individuos solitarios.
Se alimenta, sobre todo, de peces pequeños de 70 a 80 mm, tanto como guajacones de agua dulce, o pequeños peces de aguas costeras. También se alimenta de insectos coleópteros.
En Cuba estudiosos han realizado observaciones del Noctilio leporinus pescando en marismas; el citado Gundlach, también refirió haberlo observado “volando lentamente al oscurecer sobre lagunas”.
La robustez y características locomotrices de los murciélagos pescadores han sugerido a los científicos, su capacidad para resistir vuelos de largas distancias. Estudios realizados demostraron que individuos de una colonia determinada lograron regresar después de haber sido soltados a 30 kilómetros de la misma. Muchos de estos datos están recogidos en el libro Los murciélagos de Cuba, escrito por Gilberto Silva Taboada en 1979, investigador y espeleólogo que ha dedicado su vida al estudio de estos interesantes seres.
En el Parque Nacional Caguanes, declarado por la UNESCO como Reserva de la Biosfera y conocido también como Cayo Caguanes, en una de sus más de 30 espeluncas notables se localiza una colonia de esta especie.
Impresionan por su tamaño y el espacio donde habitan desprende un fuerte olor a pescado descompuesto, pues sus excrementos no son secos como los del resto de los murciélagos, todo lo contrario, debajo del refugio diurno se observa una loma húmeda y brillosa en forma de cono.
En Caguanes también hay una amplia población de murciélagos mariposa, el otro extremo en tamaño, el más diminuto de Cuba y el tercero más pequeño del mundo, pero de eso hablaremos en otro artículo.
Para terminar, me gusta esta sencilla y puntual frase de Gilberto Silva Taboada: “Los murciélagos necesitan amigos que desenmascaren a su peor enemigo: la ignorancia”.