Cuba hizo una apuesta arriesgada, y la valiente decisión está mostrando su acierto. Hace un año, el 19 de mayo de 2020, el Presidente de la República Miguel Díaz-Canel Bermúdez llamaba a la comunidad científica cubana a buscar una vacuna propia contra la COVID-19.
Doce meses después, Cuba no tiene uno sino cinco candidatos vacunales y pudiera ser la primera nación del Sur en lograr inmunizar a su población antes de que finalice el 2021, y la única que lo haga con vacunas propias.
No pocos se cuestionaron sanamente el camino emprendido, habida cuenta de que las grandes potencias y las principales firmas biofarmacéuticas ya se habían lanzado a la obtención de un inmunizante contra el virus SARS-CoV-2, con muchos más recursos materiales y financieros a su disposición.
¿Por qué no compramos las vacunas chinas, rusas o de otro país?, se preguntaban algunos cubanos. Otros se lamentaban de que el país no hubiera entrado en el mecanismo COVAX de distribución de vacunas para las naciones de ingresos medios y bajos.
También estaban los insanos y azuzadores de siempre que condenaban de antemano al fracaso los esfuerzos cubanos y hasta destacaban en grandes titulares hace par de meses que Cuba no había vacunado a ningún ciudadano.
Pero la dirección del país había valorado el agudo escenario que se avecinaba por la insuficiente y concentrada capacidad de producción de vacunas a escala global y confiaba en el extraordinario potencial y los resultados de los científicos y la industria biofarmacéutica nacional. Su propósito era vacunar a todos, y no a una parte de los cubanos, en este 2021.
Lo que ha acontecido en los últimos meses aquilata la decisión de buscar una solución soberana a la actual pandemia. Vamos a los hechos:
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- Tres de las vacunas aprobadas por la OMS para uso de emergencia en esta pandemia, y de las que más dosis se han producido, son estadounidenses (las de Pfizer, Moderna y Johnson&Johnson), lo que las hace inaccesibles a nuestro pueblo por las irracionales razones del bloqueo.
- Pfizer, en particular, ha intentado imponer onerosas condiciones, lesivas a su soberanía, a diversos estados para darles acceso a su vacuna.
Las condicionantes han incluido hasta la apropiación de importantes activos nacionales de esos países. Historias se han conocido de presiones a Argentina, Brasil, Uruguay, República Dominicana, Perú y Sudáfrica ¡Indignante!
Desde el gobierno argentino, se cree que las exigencias de Pfizer eran parte de una estrategia comercial que privilegiaba la venta a los países desarrollados y no a los países latinoamericanos.
- A seis meses de la primera persona vacunada oficialmente contra la COVID-19, sólo el 10 % de la población mundial ha podido recibir al menos una dosis, mientras la mayoría de los países han vivido las segunda y terceras olas de rebrote de la pandemia.
Actualmente, la inoculación alcanza a más de 785 millones de personas, después de que el 24 de mayo se superaran los 1 700 millones de inyecciones administradas, según los datos recogidos por Our World in Data.
Incluso los países con vacunas propias no han podido avanzar lo suficiente. Aún entre los ricos hay diferencias, mientras EE.UU y el Reino Unido han rebasado el 45 % de la población totalmente vacunada; en Francia es sólo el 26 % y en Japón no llega al 3 %
Decenas de naciones aún no han podido administrar ni una dosis de estas vacunas.
Sólo el 3 % de la población de América Latina y el Caribe ha completado su esquema de vacunación contra la COVID-19 hasta el momento. La doctora Clarisa Etienne, directora general de la OPS afirmó que la escasez de vacunas es un «síntoma de la dependencia excesiva de América Latina y el Caribe” en las importaciones de suministros médicos esenciales. Menos del 4 % de los productos médicos utilizados durante la respuesta a la COVID-19 han procedido de estos países, agregó.
- Las naciones más ricas han acaparado la inmensa mayoría de las dosis producidas en el mundo, creando una enorme brecha de desigualdad en el acceso a la inmunización a nivel global.
«Debemos garantizar más igualdad en el acceso a las vacunas. Más del 80 % de las primeras mil millones de dosis fueron a países prósperos (…) Si no cerramos ese enorme agujero, más gente morirá», alertaba recientemente el fundador de Microsoft Bill Gates.
Mientras el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha denunciado la «desigualdad escandalosa» en la distribución de vacunas contra la COVID-19, lo que «está perpetuando la pandemia».
«Más del 75 por ciento de las vacunas se han administrado en solo 10 países. No hay forma diplomática de decirlo: un pequeño grupo de países que fabrican y compran la mayoría de las vacunas del mundo controlan el destino del resto del mundo. El número de dosis administradas hasta ahora en todo el mundo habría sido suficiente para cubrir a todos los trabajadores sanitarios y a las personas mayores, si se hubieran distribuido de forma equitativa.
Podríamos haber estado en una situación mucho mejor», ha comentado Tedros en su discurso inaugural durante la Asamblea Mundial de la Salud. Adhanom, alertaba recientemente en que «En países de renta baja y media baja, el suministro de vacunas contra la COVID-19 no ha sido suficiente ni para inmunizar a los trabajadores sanitarios, y los hospitales se están viendo inundados de gente que necesita asistencia urgente para salvar su vida».
En abril de este año, el Comité de Emergencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo que “el mundo no superará la pandemia hasta que todos los países tengan acceso a los debidos suministros de medios de diagnóstico, tratamientos y vacunas, con independencia de las posibilidades que tengan de pagarlos y de su capacidad y sus recursos económicos para vacunar rápida y eficazmente a su población”. Y agregó que la existencia de desigualdades en el seno de los países y entre ellos ralentiza la recuperación de la normalidad social y económica.
- Muchas cadenas de suministro de vacunas tienen actualmente problemas, lo que crea dilemas a las naciones y sus esquemas de vacunación.
En abril, Moderna redujo a la mitad una entrega programada a Canadá por problemas de capacidad de producción. India, que se enfrenta a un pico de casos, está utilizando su producción de vacunas principalmente para el mercado nacional, pues detuvo las exportaciones en marzo de 2021. En Estados Unidos, 15 millones de dosis de Johnson & Johnson tuvieron que ser desechadas tras un error de la fábrica.
.La vacuna con mayor producción en el mundo y la de más bajos precios hasta ahora, la de AstraZeneca, ha visto detenido su avance por algunos episodios de trombos en estudio, que han provocado la prohibición de su aplicación en algunos países, o su limitación sólo a los grupos poblacionales de edades avanzadas. Esto ha retrasado la vacunación en Europa, África y América Latina, mientras ha golpeado la disponibilidad de dosis del mecanismo COVAX.
La vacuna de Johnson & Johnson también ha enfrentado algunos contratiempos por episodios de salud del mismo tipo y ello también ha retrasado su aplicación.
Por estos contratiempos, cientos de miles de personas no han podido recibir en el tiempo inicialmente previsto la segunda dosis de sus vacunas, quedando en un estado de indefensión ante la pandemia. Algunos estados han agrandado unilateralmente los tiempos entre una y otra dosis para lograr ponerle a más personas al menos la primera dosis.
- Otro problema que se enfrenta es la creciente escasez mundial de ingredientes y equipos para la fabricación de las vacunas (también nos ha afectado a nosotros). Estados Unidos tiene un fuerte control sobre una cantidad significativa de productos como filtros, tubos y bolsas especiales, que son esenciales para la fabricación de vacunas.
El problema se deriva de la existencia en Estados Unidos de una norma que data de la Guerra de Corea en la década de 1950, la llamada Ley de Producción de Defensa (DPA), que otorga a las agencias federales el poder de priorizar los pedidos de adquisición relacionados con la defensa nacional.
El gobierno del expresidente Donald Trump invocó la ley para que Estados Unidos fuera el primero en comprar vacunas elaboradas en el país, así como otros productos necesarios para luchar contra la pandemia. A su vez, los fabricantes tienen acceso prioritario a todo producto necesario para satisfacer los pedidos de Washington.
Los componentes de las vacunas se producen en todo el mundo, en países como Reino Unido y China. Pero algunos de los principales proveedores, como Thermo Fisher Scientific Inc y Cytiva y Pall, dos unidades de Danaher Corp, tienen su sede en Estados Unidos.
La situación ha hecho que países que necesitan desesperadamente los suministros se vean obligados a buscar sustitutos, exacerbando las disparidades internacionales en el acceso a las vacunas, según proveedores, fabricantes y expertos en el mercado de las vacunas.
El presidente ejecutivo del Serum Serum Institute de la India, el mayor fabricante mundial., Adar Poonawalla, pidió en Twitter «en nombre de la industria de las vacunas fuera de Estados Unidos» que ese país levante la retención de materias primas «si queremos unirnos de verdad para vencer a este virus».
Respected @POTUS, if we are to truly unite in beating this virus, on behalf of the vaccine industry outside the U.S., I humbly request you to lift the embargo of raw material exports out of the U.S. so that vaccine production can ramp up. Your administration has the details. ??
— Adar Poonawalla (@adarpoonawalla) April 16, 2021
- El loable mecanismo COVAX, creado para apoyar fundamentalmente a las naciones con ingresos bajos y medios, sólo puede cubrir el 20 % de las necesidades de las naciones. Pero, más allá de ese límite, se ha tenido que enfrentar a numerosos contratiempos por el acaparamiento de dosis por los países ricos, las dificultades que enfrentó la producción de AstraZéneca por los episodios de trombosis y ahora la paralización productiva de la India por el violento rebrote del virus en esa nación.
Por ejemplo, en América Latina y el Caribe, la OPS ha entregado poco más de 12 millones de dosis de vacunas a países de América Latina y el Caribe, lo que significaría completar la inmunización de 6 millones de los más de 629 millones de habitantes de la región.
En el mundo, han podido distribuir apenas unos 70 millones de dosis entre unas 60 naciones. Los analistas estiman que Covax a lo sumo proporcionará este año entre 650 y 950 millones de dosis, divididas entre 145 naciones, incluidas algunas de las que tienen suficientes acuerdos confirmados para vacunar a sus ciudadanos varias veces como Canadá y Nueva Zelanda.
Los análisis indican que una buena parte de los países bajo el mecanismo de COVAX no terminarán de vacunar a sus poblaciones hasta el 2024.
- La generosidad de las grandes potencias ha sido escasa.
Estados Unidos sólo ha liberado dosis de sus millonarios stocks para sus vecinos inmediatos: Canadá y México .EE. UU. tiene a su disposición un lote de unos 60 millones de vacunas de AstraZeneca, que aún no recibe el visto bueno de la Food and Drug Administration (FDA) para ser usada en el país. Dado que cuenta con amplias reservas de otras vacunas como Pfizer y Moderna, ha indicado que donará las de AstraZenca al resto del mundo pero no ha dicho ni cómo ni cuándo..
Europa apenas aportará unos 100 millones de dosis (para unos 50 millones de personas) a países menos favorecidos para fines de año.
- Los costos de la inmunización no son fácilmente asimilables para una mayoría de naciones.
Los costos de la vacuna van desde los 3 euros de AstraZéneca hasta los 31 de Moderna por cada dosis. Todos los tratamientos, menos la de J&J y una vacuna china, llevan dos dosis en el tratamiento y se experimenta ya con tres dosis para reforzar inmunidad ante las nuevas variantes del virus. Saquemos cuentas de los millones de dólares a erogar. Las farmacéuticas lo han sacado bien y por eso no quieren ceder temporalmente las patentes de sus redituables vacunas. Sólo Pfizer prevé ingresos este año por la venta de su vacuna anti COVID en torno a los 26 mil millones de dólares.
En ese escenario, al que se suma la escasez de divisas del país por la caída pronunciada del turismo y el acoso asfixiante del bloqueo, difícilmente Cuba hubiera podido tener a estas alturas ya más de un millón de dosis administradas, y mucho menos podría lograr tener a toda su población inmunizada.
Poseer varios candidatos vacunales, tener capacidad productiva suficiente y un sistema de salud universal, gratuito y desplegado en el más lejano rincón del territorio nacional, es la garantía para que Cuba pueda desarrollar, sin condicionamientos externos o imprevistos, su mayor campaña de vacunación de la historia. Una hazaña científica, sanitaria y humana fruto del talento, las conquistas y las fortalezas sociales impulsadas por la Revolución.
La propia Directora General de la OPS afirmaba en estos días que «ampliar la capacidad de América Latina y el Caribe para fabricar suministros médicos estratégicos, especialmente vacunas, es una necesidad, tanto para nuestra población como por una cuestión de seguridad de salud».
Etienne destacó que existen las “capacidades esenciales» para ampliar tal producción: instituciones académicas y de investigación sólidas, capacidad de manufactura y sistemas reguladores, así como un mecanismo eficaz de adquisición. Argentina, Brasil, Cuba y México cuentan con instalaciones de fabricación de vacunas bien establecidas, algunas de las cuales se están actualizando para producir vacunas COVID-19, indicó.
«Debemos aumentar la producción a lo largo de toda la cadena de valor de las vacunas; desde los insumos que las componen hasta los viales y jeringas que nos ayudan a distribuirlas, sin comprometer la calidad», aseveró.
A los desesperados (genuinos o inducidos), a los venenosos y a los desconfiados les viene bien aquello de “No por mucho madrugar se amanece más temprano”. Cuba no sólo logrará soberanamente su propósito de vacunar a todos los cubanos antes del final de este año (sea con dosis de Soberanas o Abdala), sino que dará su modesto pero efectivo aporte a la batalla mundial contra la pandemia.