Werner Forssmann (1904-1979) fue un cirujano alemán que compartió, junto a André F. Cournand y Dickinson W. Richards el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en el año 1956.
Forssmann fue pionero en la investigación cardiaca y en el desarrollo del cateterismo cardiaco, procedimiento en el que se introduce un tubo en una vena del codo y se pasa desde allí hasta el corazón. Estudió medicina en la Universidad de Berlín y obtuvo su titulación en 1929. Su formación continuó con estudios de anatomía y cirugía en la Clínica Médica de dicha Universidad y en el August Victoria Home de Eberswalde, cerca de Berlín.
En 1929, mientras se desempeñaba como residente de cirugía en dicho hospital, Forssman anestesió su propio codo, insertó un catéter urinario de 65 cms. en su vena antecubital y, al ascender el catéter por su brazo e inyectar una sustancia de contraste, fue a un cuarto de rayos X que estaba en el sótano del hospital y allí pudo observar que la punta del catéter estaba en su aurícula derecha y ver el funcionamiento del corazón, probó de esta forma, que podía insertarse de forma segura un catéter en un corazón humano. En esa época se creía que cualquier entrada al corazón podría ser fatal.
Su trabajo fue considerado como imprudente y peligroso, y la presión ejercida sobre él le llevó a cambiar la cardiología por la urología.
La principal contribución de Forssmann está descrita en su trabajo “Die Sondierung des rechten Herzens”, que se publicó en la revista Klinische Wochenschrift (1929; 8: 2085-87).
Una versión más meditada así como su aplicación a la práctica médica la ofreció en el estudio que redactó cuando le fue concedido el Nobel. Lo tituló Die Rolle der Herzkatherung und Angiocardiagraphie in der Entwicklung der modernen Medizin. En realidad Forssmann buscaba un modo de llegar al corazón para aplicar medicación en situaciones graves en las que la inyección cardiaca era muy peligrosa. Esto le llevó a realizar pruebas de cateterismo en cadáveres introduciendo una sonda por una vena del codo. El éxito que logró le animó a llevarla a cabo en un ser vivo. Se utilizó a sí mismo como hemos dicho. La primera vez fue un ayudante quien le introdujo la sonda, pero cuando ésta penetró 35 cm. se interrumpió el experimento porque el ayudante lo consideró peligroso. Unos días después fue el propio Forssmann quien se introdujo la sonda con éxito, con la ayuda de una enfermera que le proporcionó instrumental esterilizado. En su narración de los hechos describe minuciosamente las sensaciones que iba experimentando.
Forssmann probó de nuevo en un enfermo de peritonitis grave. Su fallecimiento y posterior autopsia le permitió comprobar el trayecto de catéter. Sin embargo, las posibles ventajas de esta técnica fueron silenciadas por críticas que se basaban en criterios científicos y en criterios de tipo ético. Estos hechos se produjeron durante una corta estancia en la Charité. Su superior no aprobó este tipo de técnicas, por lo que Forssmann regresó a Eberswalde. Fue en América, de la mano de quienes compartieron el Nobel con Forssmann, los que rehabilitaron la técnica.
A pesar de que fue despedido de otro hospital por este hecho, Forssmann recibió el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1956, por sus estudios pioneros en cardiología. El premio fue compartido con André Frédéric Cournand, Dickinson W. Richards.